Puedo imaginarme a mis abuelas (Adoración y Lola) frente a los fogones, ante una gran cacerola y con sendas cucharas enormes de madera. Mueve que te mueve, mueve que te mueve, para que no se les quemara… Dentro de las cazuelas membrillos troceados (una de ellas, Lola tenía una finca de membrillos, razón de más), en la olla también la misma cantidad de azúcar y ese chup chup hasta que obtenían ese delicioso dulce de membrillo casero. Con él luego acompañaban los más exquisitos quesos manchegos o simplemente lo tomaban con pan, galletas, o en un bocadillo.
Montones de años después, yo que no conocí a la abuela que lleva mi nombre, y que con sólo 3 o 4 años perdí a la otra… he dado la bienvenida al otoño haciendo dulce de membrillo. Sí este año de nuevo he vuelto a hacerlo. Mi amiga Isabel Corbera tiene dos hermosos árboles, que en ocasiones -según vengan los años, eso no es una ciencia exacta- la obsequian con una abundante cosecha de esta fruta tan mediterránea. Y como los comparte conmigo… Yo, inmediatamente después, me pongo manos a la obra. La tarea ya no es tan complicada como en época de mis abuelas… Ahora si tienes thermomix, como en mi caso, el proceso es mucho más simple, aunque no deje de ser entretenido.
Precioso el bodegón de membrillos que pude contemplar el pasado domingo… No pude vencer la tentación de fotografiarlos en todo su esplendor. ¡Qué bonitos! Y qué ejemplares, algunos enormes… Además tienen un olor delicioso, por eso siempre han dicho que nuestras abuelas solían poner algunos en los armarios. ¡No es mala idea! Mil gracias Isabel… mira que preciosos han posado para mí y mi cámara. ¡Guapa cosecha la de tus árboles!
Vamos con el proceso… hasta conseguir este dulce, que es lo que más os interesa. Lo primero es lavar muy bien esa frutas, de maravilloso olor. Tienen como una pelusilla… característica. Se lavan bien, se secan y retiran los restos de pelusilla, si los hubiese. Después se trocean y eliminan todas las picaduras negras que pudieran tener. Algunos insectos saben de las delicias de estas frutas… La naturaleza es sabia. De uno de ellos he sacado una hormiga viva (¡viva!). Por aquello de karma… y dado que se ha salvado del afilado cuchillo, volveré a llevarla a la sierra el próximo fin de semana, junto con los restos centrales de los membrillos, y otros restos vegetales, que troceados guardo también cada semana en recipientes herméticos, para llevar al compostero (no os había contado que yo hago compost para abonar mi jardín, pero eso es ya otra historia).
Quitadas las picaduras y la parte central y dura de las semillas, peso la fruta limpia, troceada y con la piel (sí la piel no se quita). Necesito medio kilo de fruta , un limón bien pelado y sin pepitas (en este caso el limón sí se pela muy bien) y medio kilo de azúcar (la receta original es así, pero puedes aligerarla reduciento la cantidad de azúcar). Yo he decidido emplear sólo 400 gramos de azúcar, que me parecían suficientes. Nada más. Una vez pesado… lo echo todo al vaso de la thermomix por este orden: azúcar, fruta y limón. Creo que es esencial echar primero el azúcar para que se triture mejor. Cuando he echado antes la fruta las aspas a veces se han enganchado en algún trozo duro o más grande de la fruta y hace un ruido raro… como si se fuera a parar o romper el aparato. Por tanto sigo ese orden y luego sólo es necesario seguir las instrucciones… Que te explicamos con pelos y señales a continuación.
Ideas para degustar… ricas, ricas
- Puedes tomarlo con pan,
- Con galletas,
- Rellenar empanadillas de dulce de membrillo, freírlas y pasarlas después, todavía calientes, por azúcar y canela (¡mmmm!),
- Para rellenar bizcochos y hacer tartas, puede dar un buen juego,
- Servir junto a una deliciosa tabla de quesos, con uvas y frutos secos.
¡Soberbias opciones!
En Nutriguia.com nos encanta compartir con todos vosotros esta deliciosa receta de tradición otoñal. Ya sólo nos resta desearos que os salga muy rica… A mí me sale de cine. Y deciros que si no tienes thermomix, podéis hacerlo a la manera de la vieja escuela, la de nuestras abuelas, dándole a la cazuela las vueltas necesarias con una gran cuchara de madera, mientras hace chup chup, hasta llegar al punto justo (así además haréis músculo), tardaréis algo más, pero el resultado será el mismo.