Un estudio científico describe por primera vez la relación entre el consumo de frutos secos y un alto nivel de metabolitos de serotonina —un neurotransmisor clave en la transmisión del impulso nervioso— en pacientes con síndrome metabólico (MetS). El trabajo, publicado en la revista Journal of Proteome Research, está liderado por investigadores de la Universidad de Barcelona (UB).
NCyT, Noviembre 2011
Un estudio pionero, cuya primera autora es Sara Tulipani, investigadora de la UB, aplica técnicas metabolómicas para analizar los efectos de la dieta en pacientes con MetS. Esta patología, que según la Organización Mundial de la Salud afecta al 20 % de la población adulta, está relacionada con la inflamación y el estrés oxidativo y aumenta el riesgo de sufrir diabetes de tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.
En Cataluña, igual que en EE UU, la prevalencia del MetS es de casi el 25 % en población adulta. En el conjunto de España, en población infantil con obesidad moderada, el valor es del 17 %, y en el Reino Unido, del 33 %.
La vertiente clínica del trabajo, llevada a cabo por el equipo de Nutrición Humana de la Universitat Rovira i Virgili (URV), toma como base a un grupo de pacientes sometidos a una dieta rica en frutos secos (en concreto, nueces, almendras y avellanas con piel), y otro con pacientes que no consumían estos productos naturales.
Tal y como explica Cristina Andrés-Lacueva, jefa del grupo de investigación en Biomarcadores y Metabolómica Nutricional y de los Alimentos de la UB y coordinadora de la parte experimental del estudio, «la metabolómica es la medida cuantitativa y multiparamétrica de la respuesta de un ser vivo a un estímulo fisiopatológico. Su enfoque permite identificar pequeñas modificaciones en el metabolismo y la homeostasis del cuerpo ampliando el rango de resultados, ya que es capaz de detectar nuevos marcadores —inicialmente no buscados— que podrían ser indicadores de riesgo de enfermedad y de cambios globales en el estado de salud del paciente».
Los científicos analizaron el amplio espectro de compuestos excretados en la orina y encontraron varios cambios significativos tras haber consumido frutos secos. En el caso de los pacientes con dieta rica en frutos secos, hay un mayor nivel de metabolitos derivados del metabolismo de la serotonina y el triptófano, los ácidos grasos y los polifenoles —considerando el efecto de la microbiota intestinal humana. Estos resultados refuerzan la hipótesis de que a través de estas moléculas podrían explicarse algunos de los beneficios sobre la salud que se han observado en otros estudios.
» Una dieta rica en frutos secos aumenta el nivel de metabolitos derivados del metabolismo de la serotonina y el triptófano, los ácidos grasos y los polifenoles»
«Si analizamos los resultados entre ambos grupos de pacientes —apunta la investigadora Sara Tulipani— encontramos diferencias significativas en estos marcadores biológicos. Lo que todavía no podemos saber es qué porcentaje de los metabolitos detectados en la orina está estimulado de manera endógena o exógena por el metabolismo, y si estos metabolitos tienen un papel directo o indirecto en la promoción de la salud relacionada con el consumo de frutos secos».
En el campo de la alimentación, muchos estudios científicos se centran en el impacto de la dieta en la prevención de alteraciones metabólicas. En este escenario, este trabajo aporta unos primeros resultados de los efectos beneficiosos del consumo de frutos secos al reducir los niveles de sustancias asociadas a procesos inflamatorios y otros factores de riesgo cardiovascular en pacientes con MetS. Esta línea investigadora podría ampliarse con estudios futuros que incluyan otras variedades de frutos secos y un perfil aún más amplio de muestra poblacional (afectados por diabetes, obesidad, etc.).
«En estudios sobre alimentación y dieta, siempre hay que hablar en términos de prevención. Si nos referimos, en concreto, a este nuevo trabajo investigador, no estamos hablando de ningún fármaco ni de suplementar la dieta habitual de los pacientes, sino de reemplazar una fuente lipídica por otra, que en este caso sería los frutos secos», concluye Jordi Salas-Salvadó.
Fuente: U. Barcelona