- Es la primera identificación de un ingrediente alimentario que proporciona de forma directa la materia prima para la producción de hormonas.
El ácido oleico, un ácido graso abundante en el aceite de oliva y otras grasas insaturadas ayuda a mantener al organismo saciado y prolonga así el tiempo que transcurre entre las comidas, según un estudio de la Universidad de California en Irvine (Estados Unidos) que se publica en la revista Cell Metabolism.
El estudio revela que una vez que este tipo de ácido graso alcanza el intestino se convierte en una hormona lipídica, la oleiletanolamida ( OEA ), que contiene el hambre.
Según los investigadores, este descubrimiento realizado en modelos experimentales podría ayudar a diseñar la dieta perfecta de grasas y proteínas para el control del hambre. Los resultados podrían ser aprovechados en el desarrollo de fármacos para controlar el apetito suplementando los niveles de OEA o bloqueando su descomposición. De forma similar, en trastornos en los que las personas no coman lo suficiente, los investigadores especulan que los tratamientos dirigidos a este sistema podrían mejorar el apetito.
Los investigadores muestran en su trabajo que una infusión de grasas en el intestino delgado estimula la liberación de OEA mientras que la infusión de proteínas o carbohidratos no lo hace. El estudio también demuestra que la producción de OEA utiliza el ácido oleico de la dieta y se ve alterado en modelos experimentales que carecen del transportador de ácidos grasos de membrana CD36. Los tratamientos que dañan a CD36 debilitan el control del hambre.
Los resultados sugieren que la activación de la liberación de OEA en el intestino delgado, que permite la recaptación de ácido oleico de la dieta a través de CD36, sirve como un sensor molecular que vincula el consumo de grasa con la saciedad.
Los autores del estudio concluyen indicando que los resultados muestran la identificación de OEA como una señal fisiológica clave que vincula la ingestión de grasa en la dieta con la saciedad entre las comidas. Según los autores, las estrategias nutricionales o farmacológicas dirigidas a este mecanismo podrían ser útiles en el tratamiento de la obesidad y otros trastornos de la alimentación.