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Imagen de Erik Lucatero en Pixabay
Adolescentes, jóvenes y mujeres son el perfil de las personas que más usan las redes sociales. Los datos dicen que el uso global de las redes sociales está creciendo con más de 2.000 millones de usuarios en el mundo. América del Norte y Europa son los continentes en los que se emplean con un índice de penetración del 70% y 66%, respectivamente.
La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) empieza a considerarlo como un problema de salud pública. Precisamente, y durante las III Reunión de Expertos en Psiquiatría: Avanzando en Depresión, celebrada recientemente en Madrid, se ha puesto sobre la mesa esta realidad que parece pasar desapercibida pero cuyos efectos ya son cuantificables.
Nutriguia, Marzo 2019
Las investigaciones han demostrado que entre los adolescentes estadounidenses, YouTube, Instagram y Snapchat son las redes sociales más populares, y el 45% de ellos declara que están en línea casi constantemente. Los usuarios españoles utilizan las redes sociales un total de 58 minutos al día: las mujeres y los usuarios más jóvenes (16 a 30 años) son quienes pasan más tiempo en ellas (1:02 y 1:10 horas respectivamente). WhatsApp lidera en la frecuencia de uso, seguida por Spotify y YouTube. También es mayoritario el empleo de Facebook e Instagram.
Como constata la presidenta de la Sociedad de Psiquiatría de Madrid y jefa de sección del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, la doctora Marina Díaz-Marsa, “los estudios científicos empiezan a arrojar datos preocupantes”. “Por ejemplo, usar 7 de las 11 redes sociales más populares se asoció con un riesgo 3 veces mayor de sufrir depresión y ansiedad, en comparación con aquellas personas que sólo usan dos o ninguna red social”, asegura.
La doctora defiende que la revisión de los trabajos es concluyente. “El uso problemático de las redes sociales se ha definido como una adicción conductual: preocupación y comprobación continua, tener necesidad de iniciar una sesión o usarlas, produce un perjuicio en las actividades sociales, en la educación y/u ocupación, en las relaciones interpersonales, y/o salud y bienestar psicológico”. Apunta, además, que “7 de cada 10 jóvenes afirman haber experimentado ciberacoso”.
Esta realidad general se dibuja y se potencia porque “la adolescencia y juventud coincide con un período crucial de desarrollo físico y psicológico, por lo que todo aquello que pueda interferirlo y determinar un funcionamiento psicosocial más deficiente, menos vida y menos satisfacción profesional, más dificultades interpersonales, mayor necesidad de apoyo social, posibilidad de comorbilidad con otras patologías, mayor riesgo de suicidio y de aparición de episodios de depresión”, concluye.
Se ha detectado que “el uso nocturno de internet puede producir insomnio en los adolescentes y contribuir a la aparición de episodios depresivos”. Además “existe una relación entre son los que usan de los medios sociales durante la noche con una menor autoestima , ansiedad o con la necesidad de estar disponible las 24 horas de los siete días de la semana. Experimentan además inquietud en torno a no responder de inmediato a textos o mensajes”.
Por todo esto, la especialista cree que es crucial que los doctores evalúen el uso de las redes sociales entre individuos deprimidos para detectar patrones de uso inadaptados, que pueden conducir a la desregulación del estado de ánimo”. “Hay que promover entre la población la realidad conocida y documentada: que el uso inadecuado de las redes sociales claramente se asocia con trastornos del estado de ánimo”, concluye.