Guía de Nutrición, Cocina, Salud y Estilo de vida
Vitoria, febrero de 2010.- “Hay algunos que sólo comen galletas”. Esther Fernández, psiquiatra del Programa Intensivo de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Santiago de Vitoria y miembro de la Sociedad Vasco-Navarra de Psiquiatría (SVNP), explica que el trastorno de alimentación selectiva, “aunque no aparece ni en el DSM IV, ni en el CIE 10, es una realidad social”.
La Alimentación Selectiva es un tipo de trastorno alimenticio de la infancia en el que el niño rechaza sistemáticamente algunos alimentos. “Esta negativa a comer alimentos nuevos o probarlos cocinados de distinta manera y mezclados con otros alimentos conduce, no sólo a déficits nutritivos y otras repercusiones físicas (retraso del crecimiento, hipercolesterolemia e hipertrigliciridemia…) sino también a repercusiones sociales y emocionales”, señala la experta.
"Son problemas de la conducta alimentaria pero carecen de la sintomatología asociada propia y completa de la anorexia y bulimia, aunque de igual manera requieren un abordaje multidisciplinar por parte de psicólogos, psiquiatras, endocrinos y pediatras", agrega.
En los últimos meses en el Programa de Tratamiento Intensivo de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Santiago ha atendido a un número reducido de pacientes (de entre 8 y 12 años) que, como consecuencia a su fobia alimenticia, reducen la dieta hasta el punto de que sólo comen tres o cuatro tipos de alimentos.
Según Isabel Pérez Lazárraga, psicóloga clínica del Programa Intensivo de Trastornos de la Conducta Alimentaria, e Iratxe González Amor, psicóloga interna residente, “el tratamiento de los trastornos de alimentación selectiva en niños requiere un abordaje diferenciado, intensivo y de coordinación entre profesionales de diferentes áreas”.
Una vez realizada la evaluación, el trabajo psicoterapéutico comienza con los padres, “quienes deben aprender a modificar algunas de las pautas educativas que utilizan”. En esta fase los padres reciben información sobre el trastorno y sobre el funcionamiento de la ansiedad al mismo tiempo que son entrenados en pautas para la modificación de conducta que deberán ir poniendo en práctica poco a poco.
Finalizada esta fase, se comienza la intervención con el niño, a la par que se siguen manteniendo las consultas con los padres, “piezas clave en la evolución”, explica la experta. “En nuestro caso”, prosigue, “el planteamiento psicoterapéutico inicial con el niño consiste en la asistencia diaria a comedor terapéutico en horario aproximado de 13 a 15 horas. Para la introducción gradual de alimentos nos apoyamos en las técnicas de terapia de conducta empíricamente validadas para el tratamiento psicológico de las fobias”.
Conseguido el objetivo de introducir algunos alimentos en la dieta del niño en comedor terapéutico, “pasamos a poner dichos alimentos en fase de generalización, este es el momento en que el niño comenzará a comer en casa”, asegura Fernández. Progresivamente los alimentos introducidos son más variados y se tiende a una mayor flexibilización de los pacientes en cuanto al tipo de alimentos que comen.
La fase final consiste en revisar con los padres las pautas que utilizarán a partir del alta y las estrategias a seguir si surgieran dificultades, “dejando la puerta abierta a que puedan acudir de nuevo si lo requieren.”
Varios hospitales vascos disponen de comedor terapéutico y Hospital de Día para atender de una forma adecuada los trastornos de la conducta alimentaria. En Álava “por la demanda asistencial y por adecuación a los recursos asistenciales profesionales y hospitalarios, se ha recurrido a comedor terapéutico para iniciar el tratamiento de estos chicos con trastorno de alimentación selectiva”, señala Fernández, “siendo el resultado hasta el momento actual satisfactorio”.
Asimismo, según la experta, “se requiere también de un espacio habilitado para estos pacientes. Es imprescindible que exista una disponibilidad por parte del equipo de cocina para responder a las necesidades de los niños. La coordinación con los profesionales de pediatría y endocrino resulta igualmente imprescindible dado que los niños que padecen este trastorno pueden sufrir complicaciones físicas variadas. Por último, es imprescindible contar con un espacio que pueda asociarse con una actividad lúdica breve posterior a la comida, lo que prevendrá que el tratamiento se convierta en una experiencia negativa para el niño.”
Fuente: Noticiasmedicas.es