El pescado en gestación y lacatancia mejora su aceptación en adultos

Los gustos alimenticios se forman antes de nacer, es importante saberlo

  • Las madres que comen pescado durante el embarazo y la lactancia logran beneficios en el bebé:
    • favorecen la formación de las membranas celulares gracias a los fosfolípidos
    • estimulan las estructuras neuronales
    • promueven el desarrollo visual y el del lenguaje o facilitan la aceptabilidad posterior al pescado
    • previenen daños cerebrales por falta de yodo (la OMS considera la falta de yodo como la causa prevenible más importante de daño cerebral a nivel mundial)
    • previenen el raquitismo por falta de vitamina D, esencial para la absorción del calcio
    • El pescado aporta proteínas, minerales (calcio, fósforo, magnesio, hierro y yodo), vitaminas y Omega3

Los productos del mar representan una de las opciones más saludables para toda la población. En el caso de colectivos con necesidades especiales, su consumo puede resultar aún más beneficioso. Esto ocurre con las mujeres embarazadas, lactantes, así como con los niños y adolescentes. Cuando una mujer está alimentando a su bebé con leche materna, su organismo registra un aumento en las necesidades de proteínas, calcio, yodo, magnesio, ácido fólico y vitaminas B1, B2 y E. La carencia de estos nutrientes, fruto de una alimentación inadecuada, puede afectar tanto a la salud de la madre como a la del bebé y no sólo durante el proceso de gestación de éste, sino que los problemas pueden tener consecuencias en el desarrollo de las etapas posteriores de la vida.

El pescado es una de las formas más naturales y saludables de satisfacer las necesidades fisiológicas derivadas de la gestación, la lactancia y la formación fetal. Por este motivo, el FROM ha llevado a cabo acciones directas para hacer llegar esta información a los colectivos interesados, básicamente, a las madres gestantes y lactantes, con la colaboración de los ginecólogos. Esta iniciativa se enmarca dentro de una campaña global de incremento del consumo infantil de productos del mar. Con el objetivo de consolidar “Cuatro Raciones de Pescado a la Semana” se han habilitado actividades desarrolladas específicamente para todos los agentes relacionados con la alimentación infantil.

El grupo de trabajo de la Fundación Española de la Nutrición (FEN) compuesto por Susana del Pozo de la Calle, José Manuel Ávila Torres, Vanesa García Iglesias, Emma Ruiz Moreno, Teresa Valero Gaspar y Gregorio Varela Moreiras, que colabora estrechamente con el FROM, ha puesto de manifiesto la relación directa entre la administración de pescado durante la gestación y la lactancia y la posterior aceptabilidad en la fase de la niñez.

Los ácidos grasos poliinsaturados omega-3 son constituyentes de los fosfolípidos de las membranas celulares y forman parte de sus estructuras neuronales. Por ello, durante estos períodos de rápido crecimiento y desarrollo,
sus necesidades se encuentran incrementadas. El contenido en grasas de la leche materna, sobre todo el patrón de ácidos grasos, depende en gran parte de la composición de la grasa de la dieta de la madre.

Durante la lactancia el sistema nervioso y la retina del niño se encuentran aún en formación, por lo que la mujer, durante el periodo de lactancia, debe cuidar el tipo de grasa que ingiere. Concretamente, se ha observado una relación entre la cantidad de pescado en la dieta de la madre y los niveles de ácido docosahexaenoico presentes en la leche materna, así como una relación positiva entre las concentraciones de este ácido graso en leche materna y el desarrollo visual y el del lenguaje en los descendientes, ya que una adecuada ingesta de ácido docosahexaenoico durante las primeras etapas de la vida puede favorecer el desarrollo cognitivo y de la función visual del niño.

Se están realizando estudios para demostrar que los sabores de la dieta de la madre son experimentados por el feto y el recién nacido. Las conclusiones de dichos estudios parecen indicar que esto es muy probable y que la exposición temprana podría ser útil para aumentar la aceptabilidad de los sabores de los
alimentos.