- El estudio se ha publicado en International Journal of Obesity y destacado para la comunidad médica en Mdlinx
- Especialistas del Hospital del Mar han demostrado que la aceleración del vaciado gástrico de los alimentos mediante un fármaco ayuda a reducir la ingesta de calorías por la aparición de la sensación de saciedad
Noviembre de 2010.- Un estudio barcelonés liderado por la Dra. Silvia Delgado del Servicio Digestivo del Hospital del Mar e investigadora del IMIM, Instituto de Investigación Hospital del Mar, demuestra que la aceleración de la llegada de nutrientes al intestino mediante un fármaco consigue reducir la cantidad de alimento consumido en una comida. Estos resultados se han publicado en la revista International Journal of Obesity y suponen un cambio de paradigma en relación a los conocimientos establecidos sobre los mecanismos que controlan la saciedad y la ingesta en humanos.
En concreto, se ha observado que, mediante el uso de un conocido fármaco usado para otros fines -concretamente un antibiótico- y que produce una aceleración del paso del contenido gástrico al intestino, se puede acelerar el momento en que las personas se sienten saciadas y dejan de comer. Este descubrimiento es una muy buena noticia ya que abre la puerta al desarrollo de fármacos efectivos y seguros en el tratamiento de la obesidad. La mayoría de los fármacos desarrollados hasta ahora se han acabado desestimando por efectos secundarios graves y los que se mantienen tienen una eficacia muy limitada.
En el estudio también participan investigadores del Hospital de la Vall d’Hebron Institut de Recerca (VHIR), del Departamento de Medicina Nuclear y del Departamento de Farmacia del Hospital Universitari de la Vall d’Hebron, del Laboratorio de Referencia de Cataluña, de la Universitat Autònoma de Barcelona y del Departamento de Bioquímica y Genética del Hospital Clínic de Barcelona IDIBAPS.
Un cambio de paradigma que puede revolucionar el tratamiento de la obesidad
En la obesidad intervienen muchos factores y la solución pasa por la prevención: mejorar los estilos de vida, comer mejor y hacer ejercicio. Ahora bien, cuando se trata de abordar el problema una vez ya se ha instaurado, es decir, cuando hay un paciente con un Índice de Masa Corporal de 45, que pesa 200 Kg, las medidas habituales no son suficientes. Conseguir limitar la ingesta de calorías exige mucho autocontrol y una ayuda farmacológica sería muy bienvenida.
Hace tiempo que se intentan desarrollar moléculas o fármacos para disminuir el hambre o bien inducir la sensación de saciedad para conseguir que el individuo coma de forma más moderada. El problema es que estas moléculas, para conseguir reducir la saciedad, tiene repercusiones sobre el sistema nervioso y, a menudo, se acompañan de efectos secundarios. Además, el sistema que controla el hambre y la saciedad es muy redundante, hay muchas vías implicadas, algunas desconocidas todavía y, cuando una se bloquea, otra vía la sustituye y, al final, los tratamientos fracasan.
«En nuestro laboratorio hemos cambiado de paradigma –indica la Dra. Silvia Delgado, responsable del estudio y coordinadora del grupo de Neuro-Enteric Translational Science (NETS) del IMIM-Hospital del Mar-. No sabemos qué molécula es la más importante para dar la sensación de saciedad que hace que la gente deje de comer. Lo que proponemos es acelerar el momento en que esto suceda y de forma fisiológica, sin operaciones complicadas ni arriesgadas».
La Dra. Delgado reconoce que su propuesta es «atrevida», ya que «va en contra de la tendencia general»: «Se decía, y se dice, que un estómago lleno, que no vacía bien la comida da sensación de «plenitud». Y es verdad. El problema es que ésto pasa cuando ya se ha terminado de comer, normalmente, unos 30 minutos después de finalizar una comida. Los intentos para conseguir que las personas coman menos ralentizando el vaciado gástrico no funcionan porque el estímulo llega demasiado tarde, cuando uno ya ha comido más de la cuenta. Nosotros proponemos que si desde el momento inicial en que la comida llega al estómago provocamos que salga rápidamente hacia el intestino delgado, donde hay las células que le dicen al cerebro que «ya está lleno», la sensación aparecerá más rápidamente y paralizará la ingesta, disminuyendo así la cantidad de calorías ingeridas. Esto es lo que hemos demostrado».
«Las claves del estudio: la aceleración de la llegada de los nutrientes al intestino delgado puede reducir la cantidad de calorías ingeridas en los obesos
En el ensayo clínico han participado individuos con obesidad o con sobrepeso, de edades comprendidas entre los 18 y los 65 años. Los investigadores les pidieron que ingiriesen un nutriente líquido a una velocidad controlada hasta que estuvieran llenos. Este nutriente se marcó con un radiotrazador que permite con una gammacámara saber si el nutriente se encuentra dentro del estómago o si ya ha salido al intestino delgado.
En un segundo día se pidió a los pacientes que repitiesen la prueba bajo las mismas condiciones, con la diferencia que ahora la mitad de los participantes recibieron un fármaco que acelera el vaciado del estómago (grupo 1) y la otra mitad recibió un placebo o fármaco inactivo (grupo 2). En el segundo día del experimento, los sujetos del primer grupo que presentaban una aceleración del vaciado de los nutrientes desde el estómago hacia el intestino, disminuyeron la cantidad de calorías ingeridas y además, se sintieron más llenos, una vez finalizada la comida, en comparación con el grupo que había recibido placebo.
En búsqueda de fármacos
Un vez comprobado que la aceleración del vaciado gástrico induce más rápidamente la sensación de saciedad y consigue reducir la cantidad de calorías por comida, parece clara la necesidad de buscar fármacos que actúen en dicho sentido. «Aunque nosotros lo hemos conseguido empleando la eritromicina, ésta no es una opción trasladable a la práctica clínica», comenta la Dra. Delgado. «Primero –argumenta- porque se trata de un fármaco antibiótico con los problemas que ello supone, desde el punto de vista de las resistencias al tomar antibióticos de forma prolongada. Además, el efecto que tiene la eritromicina sobre el vaciado gástrico se produce si ésta se administra por vía endovenosa, no por vía oral, y se pierde con la administración repetida». Y concreta: «Tenemos que desarrollar fármacos que tengan este mismo efecto y no lo pierdan cuando se dan por vía oral y de forma repetida y que sean seguros».
Artículo destacado
Los resultados del estudio pueden llegar a ser tan relevantes que han sido destacados en uno de los índices más importantes del mundo que recoge las actualizaciones médicas que los editores consideran de mayor interés para los médicos -MDlinx-. Además, el artículo ha sido noticia en Nature Reviews Gastroenterology & Hepatology Research Highlight y en Reuters Health’s professional news wire.