The Journal of the American Medical Association, febrero de 2003
Un estudio realizado por el equipo de Kristi Reynolds, de la Universidad de Tulane, en Nueva Orleans mostró que, frente a la abstinencia, el consumo de más de 60 g (cinco bebidas) de alcohol al día se asociaba con un riesgo relativo aumentado de ictus total del 64 %, de ictus isquémico del 69 % y dos veces más de ictus hemorrágico, mientras que el consumo de menos de 12 gramos diarios se relacionó con un riego relativo reducido de ictus total del 17 % y del 20 % de ictus isquémico; si se bebían de 12 a 24 gramos diarios el riego de ictus isquémico bajaba un 28 %.
El análisis tiene implicaciones significativas para la salud pública, sobre todo en el ámbito de los Estados Unidos, donde el 44 % de los adultos bebieron al menos 12 copas diarias en el último año.
El ictus es una causa muy importante de muerte y discapacidad en los países desarrollados. Las conclusiones apuntan a que la reducción del consumo en los que beben mucho prevendría este trastorno, y un consumo moderado contribuiría a reducirlo. De todos modos, hay que actuar siempre según el perfil de riesgo de cada persona, aseguran los autores del estudio.