- Aconsejan incorporar en la dieta alimentos que contribuyan a reforzar el sistema inmune.
- Una dieta adecuada es clave para el buen funcionamiento del organismo.
Entre los alimentos sugeridos se incluyen frutas y verduras, y carnes magras de vaca, cerdo y ave. También se aconseja el consumo de productos lácteos que combinan probióticos y zinc, un mineral muy importante para la integridad de las defensas.
Buenos Aires, mayo de 2010.- La principal protección del organismo ante las infecciones es el propio sistema inmune. El funcionamiento adecuado de este complejo mecanismo, que incluye barreras mucosas, anticuerpos y glóbulos blancos, puede alterarse por el estrés, la falta de sueño, el contacto con bacterias, el sedentarismo y malos hábitos a la hora de sentarse a la mesa.
“Para reforzar las defensas, entre otras medidas, es importante seguir una dieta variada que incluya frutas y verduras, carnes magras de vaca, cerdo y ave, e incluso alimentos lácteos que contengan en su formulación probióticos y zinc”. También es importante realizar actividad física regularmente, descansar en forma adecuada durante la noche, emplear técnicas para manejo del estrés, evitar el cigarrillo y moderar el consumo de alcohol, explicó el Dr. Daniel De Girolami, médico de planta de la División Nutrición del Hospital de Clínicas ‘José de San Martín’.
«Argentina se encuentra en zona de riesgo de leve a moderado con respecto a las deficiencias de zinc. Igualmente, niveles subóptimos de este mineral repercuten en todo el organismo, y las primeras consecuencias que se observan son en el sistema inmunológico, aumentando el riesgo de infecciones y predisposición a enfermedades».
Un cuarto de la población mundial está en riesgo de deficiencia de zinc, y generalmente esto se debe a una ingesta inadecuada, afirmó el Dr. Tomás Herrero, Jefe de la Sección Alergia e Inmunología del Hospital ‘Juan A. Fernández’.
El zinc es esencial para generar glóbulos blancos y anticuerpos en la cantidad y la calidad necesarias, en tanto que alimentos probióticos como el que contiene L. casei Defensis ayudan al sistema inmune a responder frente a un agente patógeno en mucosa y fortalecen las defensas de la flora intestinal normal. Así, la asociación -en un alimento lácteo- del probiótico L. casei Defensis y el zinc tendría un gran potencial para desempeñar funciones protectoras y reguladoras, fundamentales en todos los que necesitan reforzar sus defensas, así como durante la lactancia, la niñez, y en los adultos mayores de 50 años.
Con respecto a las medidas de prevención, el Dr. Herrero especificó que “trabajando con herramientas naturales como estos alimentos funcionales, y si la respuesta es adecuada, determinadas patologías pueden no aparecer o se minimizan. En cuanto a calidad de vida, es muy importante que las personas consuman los mejores alimentos y adopten el perfil de hábitos más sanos, para que en el tiempo se enfermen menos”.
El papel del zinc
El zinc es clave tanto en la función inmunológica innata como en la adquirida, por lo que la deficiencia de este mineral aumenta el riesgo de infecciones y otras enfermedades en el individuo. Se ha demostrado que el correcto funcionamiento de la inmunidad natural, la primera barrera de defensas del organismo, y especialmente la inmunidad celular (generada por glóbulos blancos llamados linfocitos) depende entre otros factores de que la persona cuente con niveles adecuados de zinc.
El Dr. Herrero especificó que el zinc se encuentra en una variedad de alimentos, pero “las mayores concentraciones se dan en aquellos de origen animal, particularmente en carne vacuna, porcina, aves, pescados y mariscos y, en menor medida en huevos y lácteos. El contenido de zinc es relativamente alto en nueces, semillas, legumbres y cereales sin refinar y bajo en tubérculos, cereales refinados, frutas y verduras”. Como a veces la ingesta de estos alimentos es insuficiente, puede ser apropiada la incorporación de este nutriente a través de productos como aquellos lácteos con probióticos que también contienen zinc.
«Entre los requerimientos diarios promedio de zinc, los niños menores de un año deben recibir 5 mg.; de 1 a 10 años, 10 mg; Mujeres mayores de 11 años, 12 mg; hombres mayores de 11 años y embarazadas, 15 mg; y mujeres en lactancia, de 16 a 19 mg», detalló el Dr. De Girolami.
Aproximadamente, según la capacidad de absorción de cada persona, estos requerimientos podrían alcanzarse con:
- 200 ml de leche, 80 g de queso fresco y 250 g de pollo
- 250 g de carne, 100 g de queso fresco y un huevo
- Media taza de germen de trigo tostado y 250 g de pescado
- Una ración de cereales para desayuno enriquecidos, 200 ml de leche y 250 g de carne de ave.
Hoy además se cuenta con alimentos enriquecidos con zinc que contribuyen a alcanzar los requerimientos diarios recomendados por los especialistas.
Los probióticos y el sistema de defensas
La Food and Agricultural Organization (FAO) definió a los probióticos como microorganismos vivos que cuando son suministrados en cantidades adecuadas promueven beneficios en la salud del organismo huésped. En su gran mayoría, son bacterias lácticas (Lactobacilos) o Bifidobacterias presentes en determinados alimentos fermentados incluidos en la alimentación diaria como algunos yogures y leches cultivadas.
En este sentido, el Dr. Herrero agregó: “al fortalecer nuestra flora intestinal, por ejemplo con L. casei Defensis, se está actuando a nivel del sistema inmune específico de las mucosas y fortalecemos el sistema inmune general; de esa forma optimizamos las defensas.
“La fortificación del sistema inmune es importante no sólo para suplir un déficit en aquellas personas con defensas bajas, sino que para toda la población es beneficioso fortalecer y modular, balancear, el sistema inmune para que funcione de la manera más equilibrada posible, también disminuyendo las tendencias inflamatorias que pueden conducir a diversas patologías con la edad; y así el organismo esté más sano. Para ese objetivo, la combinación del L. casei Defensis con el zinc ofrece una perspectiva muy interesante”, concluyó Herrero.