La sabiduría popular, y la experiencia propia de casi cualquiera, ya lo decía, y ahora una investigación científica lo corrobora: Cuánto más amplia es la gama de alimentos servidos en la mesa, más comeremos. Y a la inversa: Si es un único alimento el disponible, comeremos menos.
NC&T, Abril 2012
Aunque, por supuesto, cada alimento puede diferir mucho de los otros en cantidad de calorías, resulta evidente que, en principio, ese plato único puede ayudar a evitar comer en exceso, a diferencia de lo que sucede con una variada colección de platos, y potencialmente puede contribuir a hacerle perder kilos de más a la persona.
David Levitsky y Carly Pacanowski, de la Universidad de Cornell, Estados Unidos, creen que lo verificado por ellos en el estudio es otro factor que ayuda a explicar por qué la población de las naciones industrializadas registra un alarmante auge del sobrepeso y la obesidad. Hay diversos factores, pero el que han puesto de manifiesto en este estudio se había pasado por alto.
Es evidente que consumir alimentos variados suele apetecer más que comer uno solo, excepto en casos muy específicos. Pero además, tal como argumenta Levitsky, hay razones evolutivas para que comamos más ante una mayor variedad de alimentos. Para gozar de una buena salud, hay que comer de todo, ya que unos alimentos llevan nutrientes de los que otros carecen. Esta norma, que la evolución ha grabado en nuestros instintos, se combina con otra que sólo ha dejado de ser útil en tiempos modernos y en sociedades acomodadas: Hay que aprovechar al máximo la ocasión de comer de cada alimento, por si pasa mucho tiempo antes de que podamos volver a hacerlo. Esta norma tiene sentido cuando la alimentación es precaria, poco variada o inestable. Pero en las sociedades industrializadas hace más mal que bien, porque promueve que bastante gente coma en exceso.