El cava es una bebida versátil cuyas posibilidades deben trascender más allá de los brindis de celebración. En verano, este vino ligero, brillante y chispeante deja de lado las imágenes tópicas y se convierte en la bebida refrescante perfecta para tomar durante las tardes de estío.
El verano es calor, ligereza en el vestir, informalidad en los hábitos, luz, vacaciones, comunicación al aire libre, fiesta. Una de las estaciones más indicada y atractiva para acompañar con momentos cava. Existen muchos tipos de cava que pueden adaptarse a cada plato y a cada situación, por lo que es el consumidor quien debe decidir con qué variedad prefiere acompañar el aperitivo en una terraza, la comida al aire libre o la fiesta nocturna celebrada en una noche de verano.
Una copa de cava servida a la temperatura idónea –entre 5 y 8 grados, teniendo en cuenta la crianza del cava y la comida con la que se acompaña ayuda a combatir el calor. El carbónico que contiene limpia el paladar si se consumen comidas grasas y sus burbujas favorecen la digestión. Las propiedades de este vino espumoso lo convierten en el complemento perfecto para las comidas estivales, que deben ser poco pesadas y refrescantes. Los expertos defienden que el cava representa la sublimación en el arte de hacer vino, y, a juzgar por las mil y una posibilidades que este espumoso ofrece, no equivocan su diagnóstico.
Cava para todas las ocasiones
El coupage, el tiempo de crianza, las variaciones en el proceso de fermentación y el grado de dulzor son los factores responsables del abanico de opciones que presenta el cava. A la hora del aperitivo, con el paladar limpio de sensaciones, los expertos recomiendan el efecto refrescante del Brut, que servido a la temperatura adecuada es un buen acompañante de los canapés, las ostras, los embutidos como el jamón, el queso o los frutos secos, habituales en las terrazas.
- Si se busca un sabor afrutado y fresco, con un punto de acidez estimulante, debe escogerse el Reserva. Después de fermentar y darle una crianza mínima de 15 meses en la penumbra de las bodegas, el verano es un buen momento para descorchar una botella y consumirla al aire libre acompañando las comidas o cenas que incluyan todo tipo de ensaladas, mariscos, pescados y arroces.
- El Gran Reserva, de aromas con matices tostados, está reservado para quienes busquen un cava con más cuerpo y amplitud en sus comidas de verano. Esta variedad, que casa bien con las carnes, los asados, la volatería y las viandas condimentadas, goza de un estatus especial, pues sus más de 30 meses de meticulosa crianza le valen la consideración de ‘cava en su misma esencia’.
- El cava Rosado es fresco y encarna la exuberancia propia de esta estación, y de él se dice que es el ejemplo más tangible de la modernidad del producto. Es la variedad más aromática, ligera y golosa, cuyos tonos rojizos alegran las variopintas mesas de verano y evocan agradables recuerdos de frutos rojos al paladar. Es el complemento perfecto para enriquecer el consumo de fruta fresca que los expertos recomiendan hacer en los meses de calor.
El ritual del cava
Sea cual sea el cava elegido, los entendidos aconsejan saborearlo, admirar sus pequeñas y finas burbujas, la riqueza de sus aromas y la complejidad de su gusto. Por eso debe beberse sin prisas. Si se consume en casa durante el verano, hay que procurar que el cava no permanezca muchos días en la nevera. La mejor forma de enfriarlo es introducir la botella en un recipiente que contenga la mitad de hielo y la mitad de agua, como mínimo, media hora antes de su consumo. La temperatura ideal para servir los cavas jóvenes es de entre 5 y 8 grados; la de los crianza debe oscilar entre los 7 y los 10, teniendo siempre en cuenta que al servirlo sufre un incremento de 2 ó 3 grados y que, como media, su temperatura asciende 1 cada tres minutos.
El cava debe consumirse en copas de cristal transparente, altas y que tengan forma de tulipa. Aquellos que prefieran disfrutar de este vino en las terrazas nocturnas no deben olvidar sujetar la copa por el pie: además de ser la forma más elegante de sostenerla, se evita que el cava se caliente durante el tiempo que el consumidor mantiene la copa.
Todos estos requisitos que transforman el consumo de cava en un pequeño ritual van más allá del momento de descorchar la botella, pues la misma producción de este vino está rodeada de gestos imprescindibles que lo convierten en un producto especial mimado desde el origen.
Identificar el cava
El Consejo Regulador del Cava es el encargado de velar por la calidad de la producción marcada con su sello. Sus controles empiezan en los viñedos, continúan en las bodegas y llegan hasta el momento del taponado. Después, es el cliente quien toma el relevo en el cuidado: a la hora de consumir, sea en su hogar o fuera de él, debe asegurarse de que la botella que le ofrecen lleva el distintivo de control numerado del Consejo Regulador –en forma de sello o de tirilla- y que en el corcho y en la etiqueta puede leerse la palabra ‘cava’.
Xarel.lo, parellada, macabeo o chardonnay. Estas variedades de uva de nombre evocador son el punto de partida de un proceso estudiado, largo y delicado cuyo fruto es el cava, un vino espumoso exquisito lleno de matices. Sus diferentes tipos y la riqueza de sus aromas lo convierten en un producto versátil que se adapta a cada situación, sea el brindis emocionado por un reencuentro estival, el aperitivo reposado en una terraza de la costa o la fiesta nocturna celebrada al aire libre. El cava tiene tantas caras como facetas presenta el verano.
Joven | Reserva | Gran Reserva | Rosado | |
Aperitivos | X | |||
Ensaladas | X | X | ||
Pasta | X | |||
Arroces | X | X | ||
Marisco | X | X | X | |
Pescado | X | X | ||
Carne | X | X | X | |
Postres | X |
Más información www.crcava.es