Nutriguia, 26 de Abril de 2006
Investigadores de la Universidad McCaster, en Canadá, aseguran que los alimentos probióticos podrían ayudar a aliviar los trastornos digestivos asociados al estrés como la enfermedad de Crohn.
Segun un estudio, se analizaron tejido intestinal extraído de ratas que habían sido sometidas a situaciones de estrés. Los animales que fueron alimentados con agua que contenía bacteria probiótica mostraron menos signos de daños intestinales. El estudio sugiere que la bacteria probiótica literalmente puede «apiñarse» para rechazar a la bacteria dañina.
«Hay amplia evidencia a nivel mundial de que los probióticos funcionan muy bien contra todos los tipos de estrés que se han estudiado» dijo a BBC Mundo Guillermo Figueroa, profesor de Microbiología del Instituto de Nutrición y Tecnología de Alimentos (INTA) de la Universidad de Chile.
Estrés
«Se ha demostrado la efectividad de los probióticos para contrarrestar el efecto de las dietas no balanceadas, de infección en el intestino, y del estrés por medicamentos, por ejemplo para restaurar la flora después de un antibiótico», dice el investigador.
Se sabe que el estrés crónico está asociado al desarrollo del Síndrome de Colon Irritable y al empeoramiento de los síntomas de la enfermedad inflamatoria intestinal, como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa.
También se sabe que el estrés hace sensible al intestino, provocando alergias a ciertos alimentos.
Tal como señala el profesor Guillermo Figueroa del INTA, «los probióticos -que contienen un alto número de bacterias probióticas- tienen como finalidad restaurar la flora intestinal que se altera cuando ocurre algún tipo de estrés en el organismo».
Los investigadores diseñaron su experimento para tratar de producir en las ratas estrés psicológico similar al que padecen los humanos. La forma en que lo lograron fue colocando a los animales en pequeñas plataformas rodeadas de agua.
La mitad de las ratas fueron alimentadas con agua que contenía bacteria probiótica, en la forma de Lactobacillus helveticus y Lactobacillus rhamnosus, por un periodo de siete días antes y durante las sesiones de estrés.
Los análisis mostraron que la exposición al estrés provocó en los animales el síndrome del intestino «poroso» (en el cual la pared intestinal es más permeable de lo normal). También hizo que una mayor cantidad de bacteria potencialmente dañina se adhiriera a la pared intestinal. Asimismo se detectó bacteria dañina en los nódulos linfáticos mesentéricos, los encargados de drenar los fluidos del intestino, lo cual indica que la bacteria había entrado en el organismo y activado el sistema inmunológico.
Sin embargo, el tratamiento probiótico minimizó los cambios en las señales químicas y evitó que las bacterias «se adhirieran» a la pared intestinal y los nódulos linfáticos mesentéricos.
Mecanismos
Los investigadores creen que las bacterias probióticas probablemente compiten contra la bacteria dañina para ganar espacio, lo cual ayuda a disminuir las respuestas inflamatorias.
Según Guillermo Figueroa, «hay varios mecanismos que han sido postulados sobre la forma como actúan las bacterias probióticas».
«Por ejemplo, se cree que luchan exitosamente por adherirse a la mucosa y le ocupan el lugar a la bacteria que está causando el daño», señala el investigador. «La otra posibilidad es que compitan por los nutrientes que están disponibles en el lumen intestinal, de tal forma que los probióticos son más ávidos que los agentes perjudiciales», agrega.
También se cree que los probióticos aumentan la respuesta inmune local, generando una activación del sistema inmunológico que se vuelve más eficiente para deshacerse de los agentes nocivos.
«Existen varias explicaciones -concluye el experto- que confirman que el consumo de productos probióticos ayuda a controlar los problemas intestinales causados por estrés».