Los consumidores rechazan que las golosinas y los productos ricos en grasa y sal puedan presumir de saludables

Econsumer, 09 de mayo de 2005

Las asociaciones de consumidores que participan en la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (HISPACOOP, CEACCU, OCU y FUCI) se han manifestado «realmente decepcionadas» por las modificaciones que ha hecho el Parlamento Europeo al proyecto sobre alegaciones nutricionales. Las alegaciones nutricionales son los reclamos publicitarios que incluyen algunos alimentos para resaltar sus cualidades positivas e inducir a su consumo, como por ejemplo «bajo en (grasa, azúcar…)», «sin (colesterol, sal…)» o «bueno para (el corazón, la diabetes…)».

«Las modificaciones propuestas por el Parlamento Europeo sólo obligan a los fabricantes a informar sobre las leyendas que van a utilizar, sin necesidad de obtener una autorización previa que certifique que cumplen lo anunciado», según Juan Aguado, de la Organización de Consumidores y Usuarios.

La propuesta de la Comisión Europea era muy específica, y exigía a los fabricantes el uso de cada reclamo de una manera muy precisa y regulada: por ejemplo, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA en sus siglas inglesas) debería certificar si el producto es realmente útil para reducir el factor de riesgo de una enfermedad («previene la hipertensión»).

Según los consumidores, la simple notificación a la que obligará la norma si salen adelante las propuestas del Parlamento Europeo, no impedirá la puesta en el mercado de productos que presenten alegaciones engañosas, no fundadas o que induzcan al error. Por ejemplo, se podría comercializar un bote de leche condensada con la leyenda “baja en grasa”, cuando este producto es naturalmente bajo en grasa y su peligro para la salud viene motivado por la excesiva presencia de azúcar. Sólo una vez comercializado podría ser apercibido el fabricante.

Chucherías «buenas para la salud»

Del mismo modo, parece que los representantes de algunos países como España, Italia o Alemania (en contra de la opinión de los consumidores) están a favor de suprimir la división de los productos en dos listas -alimentos saludables y no saludables- que proponía la Comisión. Esta división permitiría que los alimentos saludables tuvieran la posibilidad de presentar alegaciones nutricionales, pero no así los no saludables, para no inducir a error sobre la conveniencia de incluirlos en una dieta sana. Así, unas golosinas no podrían presumir de tener vitaminas ni un bollo industrial de ser rico en Omega 3.

A juicio de Aguado, «esto es especialmente peligroso para los hábitos alimentarios de determinados grupos vulnerables, como los menores y los adolescentes, ya que supondría una contradicción respecto de las recomendaciones en relación a una alimentación sana, especialmente ahora con el espectacular aumento de los índices de obesidad». Las alegaciones, según Aguado, «deberían estar relacionadas con alimentos que de por sí aporten algo positivo y deben servir para concienciar a los productores para que desarrollen esta clase de productos».

El pleno del Parlamento Europeo ratificará la próxima semana estas modificaciones, tras lo cual una mayoría de estados miembros puede urgir a retomar el primer borrador que protegía de forma efectiva los derechos de los consumidores. Para ello, las asociaciones de consumidores españolas que participan en la Agencia Española de Seguridad Alimentaria han pedido a la ministra de sanidad, Elena Salgado, que defienda estas tesis y no permita que «en el futuro aparezcan en el armario productos alimentarios demasiado grasos, demasiado salados o demasiado dulces, acompañados de leyendas como ‘buenos para usted’ o ‘refuerzan las defensas inmunitarias'».