Se conoce claramente la relación entre muchos alimentos y la posterior presencia de problemas serios de salud como el cáncer, en especial del aparato gastrointestinal y concretamente del colon o intestino grueso.
Par establecer el riesgo con exactitud se recogieron datos sobre los hábitos alimenticios de un importante grupo de mujeres norteamericanas, aproximadamente 76.000, durante varios periodos de tiempo (1984, 1986, 1990 y 1994). Las mujeres tenían edades comprendidas entre los 38 y los 63 años y no habían presentado ningún proceso neoplásico (cáncer) previo. A la mujeres se las consideró según dos patrones dietéticos que denominaron: «prudentes» y «abusivos». El patrón de las prudentes se caracterizaba por consumo elevado de frutas, vegetales, legumbres, pescado, aves y cereales. Por otro lado el patrón abusivo (típico del oeste) presentaba una alto consumo de carnes rojas, embutidos, confitería y pastelería, patatas fritas y cereales refinados.
Los resultados fueron que durante los 12 años de seguimiento produjeron 445 casos de cáncer de colon y 101 casos de cáncer de recto. Realizando un cuidadoso estudio estadístico se observó que existían diferencias entre el riesgo de presentar cáncer de colon entre ambos grupos siendo mayor el riesgo en las mujeres del grupo «abusivo». Por otro lado no se observó esta diferencia en relación con el cáncer de recto.
A la luz de estos resultados se concluye que efectivamente la dieta rica en proteínas e hidratos de carbono predispone a padecer cáncer de colon en mujeres. Por ello se recomienda limitar estos alimentos y comer más frutas, verduras, cereales y pescado.