El médico Interactivo, 23 de Septiembre de 2002
Psiquiatras del Hospital La Fe de Valencia y del Hospital de Sagunto han llevado a cabo un estudio para analizar la influencia del estrés como factor desencadenante de la anorexia y la bulimia. Se trata de un trabajo, financiado por la Conselleria de Sanidad, que ha partido de una muestra de 500 adolescentes seleccionados entre escolares pertenecientes a la provincia de Valencia, de los cuales 57 presentaban trastornos de la alimentación. En el estudio se ha apreciado que en las personas con trastornos de la alimentación se daba, antes del inicio de la enfermedad, un aumento del estrés casi cuatro veces mayor que en el caso de las personas sanas.
Durante las semanas previas al inicio de la patología alimentaria se incrementaba el cúmulo de acontecimientos vitales estresantes. Asimismo, se ha observado una notable diferencia entre los tipos de estrés: un 20 por ciento las personas que padecían trastornos de la alimentación presentaban más dificultades en las relaciones con amigos y padres; mientras que en los individuos sanos, el mayor número de problemas se asociaba a los estudios – en un 16.5 por ciento. Sin embargo, se ha descartado que la presencia de otros trastornos mentales, y en especial ansiedad y depresión, sea un factor que justifique la relación detectada entre el estrés, como factor de riesgo, y los trastornos de la alimentación.
Una vez se detectan, entre la muestra de 500 adolescentes, los 57 casos de personas con anorexia y bulimia (denominadas «casos»), se procede a diagnosticar y comparar sus tipos de estrés o dificultades, según causas y motivos, antes del inicio de la patología alimentaria con los tipos en el caso de otras 57 personas sanas (denominadas «controles»). Así, los tipos de dificultades más frecuentes en el grupo «casos» son las que hacen referencia a las relaciones con los padres y a las relaciones sociales (un 20% ambas), a continuación las relaciones conyugales de los padres (un 12%), y les siguen los estudios y la salud de terceros (ambos un 10%), la salud propia y de padres (un 8%) y el dinero (un 4%).
En cambio, en el caso de las personas sanas o «controles», las dificultades se relacionan de forma más frecuente con los estudios del sujeto (un 16,5%), la salud de terceros (13,1%), la relación con los padres (un 11,7%) y las relaciones sociales (un 10,3%). A éstos tipos de estrés en los «controles» les siguen la salud del sujeto y de los padres (ambos un 8,3%), la relación con la pareja (un 7,6%) y la separación o el divorcio de los padres (un 5,5%).