Diario Médico, 23 de Septiembre de 2002
El equilibrio en la alimentación entre grasas, carbohidratos y proteínas es clave para evitar la aparición de enfermedades. Un estudio del Instituto de Medicina, perteneciente a las Academias Nacionales de Estados Unidos, varía ligeramente los porcentajes que deben consumirse de cada uno de estos nutrientes.
La alimentación adecuada y el ejercicio físico son los dos tópicos que deben combinarse si se quiere llevar una vida sana, pero ¿en qué consiste exactamente una dieta equilibrada y cómo debe medirse la actividad física que necesita cada persona?
Las últimas guías de alimentación publicadas este mes por el Instituto de Medicina de las Academias Nacionales de Estados Unidos varían ligeramente los porcentajes que deben consumirse de cada uno de los diferentes grupos de nutrientes para minimizar el riesgo de enfermedades crónicas.
En un informe de cerca de mil páginas, los expertos definen como alimentación adecuada a la que obtiene de los carbohidratos entre el 45 y el 65 por ciento de las calorías necesarias; entre el 20 y el 35 por ciento de las grasas, y entre el 10 y el 35 por ciento de las proteínas. Directrices nutricionales previas recomendaban dietas compuestas por carbohidratos en al menos un 50 por ciento, grasas en un máximo de un 30 por ciento y proteínas en un 10-35 por ciento.
Para elaborar el informe, denominado DRI (Dietary Reference Intake), el panel de expertos ha valorado estudios científicos con el fin de relacionar el consumo inadecuado de grasas, carbohidratos y proteínas con un aumento en el riesgo de desarrollar enfermedades por deficiencias dietéticas, obesidad, cardiopatía, diabetes, etc.
Uno de los datos relevantes que se extraen del informe es que la cantidad de hidratos de carbono añadidos no debe comprometer más del 25 por ciento de las calorías consumidas y deben distinguirse de los azúcares naturales, como la lactosa o la fructosa. Por azúcares añadidos se entiende a aquéllos que se incorporan a alimentos y bebidas durante su producción y se encuentran básicamente en dulces, refrescos, zumos y pastas.
Otro de los aspectos que se aclaran en el DRI es el papel que las grasas tienen dentro de la alimentación. Aunque son la principal fuente de energía del organismo, el problema se encuentra en la ingesta de grasas saturadas, presentes en fiambres y bollería, entre otros, que llevan al incremento del colesterol LDL y, por consiguiente, al aumento de riesgo de ataque cardiaco. El informe indica que, «dado que las grasas saturadas no tienen ningún papel beneficioso en la prevención de enfermedades crónicas, pueden evitarse en la dieta».
Grasa y ácido graso
En cuanto a los ácidos grasos mono y poliinsaturados, también presentes en las grasas, consiguen reducir el nivel de colesterol en sangre si reemplazan a las grasas saturadas. Las pautas del Instituto de Medicina recomiendan especialmente el consumo de dos tipos de ácidos grasos poliinsaturados: los alfalinoleicos (omega 3) y los linoleicos (omega 6). La falta de alguno de ellos puede causar síntomas deficitarios, como dermatitis.
Otro capítulo se refiere a los aceites vegetales parcialmente hidrogenizados, como los de la margarina, ya que contienen un tipo de grasa insaturada denominada ácidos grasos trans, que incorporan propiedades similares a las de los ácidos grasos saturados. Según los estudios, estos ácidos grasos trans, presentes en galletas, comida rápida y algunas carnes, incrementan el riesgo de enfermedad cardiaca al disparar los niveles del LDL. Por ello, «y al no ser esenciales ni proporcionar beneficio alguno para la salud, deberían reducirse al máximo en la dieta». Estos hallazgos sobre los ácidos grasos trans fueron publicados en julio por requerimiento de la FDA como paso previo para determinar si debían especificarse en las etiquetas nutricionales.
Una hora diaria de ejercicio
El informe DRI (Dietary Reference Intake) hace hincapié en la necesidad de equilibrar dieta y ejercicio físico. De hecho, el total de calorías que debe consumir cada individuo se determina no sólo según características físicas -altura, peso, género-, sino también por el nivel de actividad física, clasificado en cuatro posibles grados: sedentario y niveles mínimo, moderado y muy activo de ejercicio.
Asimismo, el panel de expertos del Instituto de Medicina estadounidense recomienda la práctica diaria de una hora de ejercicio, basándose en estudios que calculan la energía media consumida diariamente por sujetos que se mantienen en un peso ideal.
Según los expertos, la valoración del gasto de energía sería acumulativo e incluiría tanto ejercicios cotidianos de baja intensidad, del tipo limpiar la casa o subir escaleras, como actividades físicas vigorosas. El estudio indica que una persona con una ocupación sedentaria podría lograr el objetivo diario de actividad física caminando a buen ritmo durante 60 minutos o corriendo durante media hora un mínimo de cuatro veces por semana.
Fuente:
Diario Médico