Recol.es 3 de Junio de 2002
Los expertos aseguran que el consumo de grasas es esencial para el ser humano, siempre que se incorporen en la dieta en proporciones adecuadas, y recomiendan que los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga -especialmente Omega3- supongan entre el uno y el dos por ciento de la energía ingerida.
Así lo indicó Ángel Gil Hernández, miembro del Comité Científico del Instituto Omega3 y catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Granada.
Afirmó que las grasas son la fuente de energía más importante para el humano, porque sus ácidos grasos forman parte de la estructura tisular, e indicó que entre el 20 y el 30% del total de la grasa consumida debe ser saturada, del 50 al 60% monoinsaturada y desde el diez hasta el 20% poliinsaturada.
Señaló que intentar mejorar el perfil en grasas de los alimentos de origen animal a través de la alimentación del ganado supone una vía importante para mejorar nuestra dieta, ya que «si un animal consume grasa que contiene ácidos grasos Omega3 los incorporará a sus tejidos y órganos».
No obstante, estos cambios de composición corporal de los alimentos de origen animal «deben de hacerse compatibles con el mantenimiento de sus caracteres organolépticos», matizó.
Vitaminas liposolubles
Resaltó que las vitaminas liposolubles, que juegan un papel esencial al impedir la oxidación de los ácidos grasos poliinsaturados, pueden «vehiculizarse» en la dieta a través de los Omega3 , por lo que es recomendable una ingesta mínima de vitamina E de un miligramo por cada gramo de ácidos grasos consumidos.
El equilibrio en la ingesta de ácidos Omega3 y Omega6 ayuda a prevenir enfermedades, aseguró Gil, quién destacó que en el caso de las afecciones cardiovasculares «se recomienda especialmente que el consumo de los primeros sea elevado», alrededor de un gramo diario.
Esta aportación mínima de Omega3 limita la presión arterial, disminuye los niveles de triglicéridos en sangre, aumenta ciertos factores de fibrinolisis, disminuye la trombogénesis y evita la formación de placas de ateroma.
Gil explica que los Omega6 son todos los ácidos grasos poliinsaturados derivados por desaturación y elongación progresiva del ácido linoléico, mientras que consideramos Omega3 los derivados por desaturación y elongación progresiva del ácido alfa-linolénico.
En este sentido, apuntó que la relación óptima Omega6:Omega3 para los lactantes y niños de corta edad oscila de 15:1 a 10:1 (la misma que en la leche materna), mientras que para los adultos la proporción se encuentra menos definida, aunque entraría en cifras similares.
Ácido linoléico y alfa-linolénico
El experto señaló que para el ser humano son esenciales durante todas las etapas de su vida el ácido linoléico y el alfa-linolénico.
Detalló que la ingesta energética mínima de ácido linoléico debe representar el tres por ciento de la energía de la dieta y una cifra óptima que se sitúa entre 6-10%, mientras que la mínima de ácido alfa-linolénico se fijaría en el 0,5%, aunque lo recomendable es del uno por ciento.
Los alimentos que proporcionan Omega3 son el pescado y los alimentos específicamente suplementados con este tipo de grasas y los ácidos grasos de la serie Omega6 se obtienen de los aceites refinados de semillas y la carne.
«Los consumidores pueden mejorar su alimentación mediante una disminución del consumo de aceites de semillas refinados y a través de una sustitución por aceite de oliva virgen, rico en ácidos grasos monoinsaturados», según Gil.
Los datos publicados recientemente por la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria indican que la dieta de los españoles tiene un aporte excesivo de grasa, ya que alrededor del 40% de la energía proviene de las grasas, cuando las recomendaciones internacionales sugieren una cifra no superior al 35%.