Dieta y ejercicio frente al cáncer de mama

  • La reducción de la ingesta de calorías y la actividad física afectan a la actividad de mTOR, una molécula que integra el equilibrio energético con el crecimiento celular.

JANO.es, 28 Noviembre 2008

Los científicos consideran que han averiguado por qué la dieta y el ejercicio afectan las probabilidades de una mujer de contraer cáncer de mama una vez llegada a la menopausia, según afirma un reciente estudio de la Universidad de Texas (Estados Unidos).

Encontraron que reducir las calorías y hacer ejercicio afectan a la actividad de mTOR, una molécula que integra el equilibrio energético con el crecimiento celular y puede contribuir a varias enfermedades cuando no funciona de manera apropiada.

El equipo de investigación, que presentó sus hallazgos en la conferencia anual sobre la investigación en prevención del cáncer de la American Association for Cancer Research, afirmó que, sin embargo, estas vías son distintas. La restricción calórica afecta a vías más superiores, lo que podría explicar por qué reducir calorías retrasa el crecimiento tumoral mejor que el ejercicio, según estudios animales.

«Uno de los pocos factores de riesgo modificables del cáncer de mama es la obesidad», apuntó la autora principal del estudio, Dra. Leticia M. Nogueira. «Nuestro estudio podría proveer una buena base científica para recomendaciones médicas. Si una mujer es obesa, y tiene un alto riesgo de cáncer de mama, la dieta y el ejercicio podrían ayudar a prevenir el crecimiento tumoral».

Investigaciones anteriores han sugerido que consumir menos calorías o aumentar los niveles de ejercicio crea un «equilibrio negativo de energía» en el que se ingiere menos energía de la que se gasta. Esto reduce el riesgo de cáncer de mama posmenopáusico asociado a la obesidad. Aunque los científicos han pensado que tal vez las hormonas tengan algún papel en este aspecto, nunca se ha probado.

Para el nuevo trabajo, estudiaron a 45 hembras de ratón obesas a las que se extirparon los ovarios quirúrgicamente para modelar el estado posmenopáusico. Tras ocho semanas, las hembras a las que se alimentó con dietas de restricción calórica tenían niveles de leptina en sangre significativamente más bajos que aquellas a las que sólo se asignó a un programa de ejercicio o a las que se permitió comer a voluntad sin ejercicio forzoso. Las hembras de ratón con restricción calórica también tenían mayores niveles de adiponectina, hormona producida por el tejido graso que regula algunos procesos metabólicos.

Algunas de las vías de señalización celular gestionadas por estas hormonas convergen en la mTOR, y los investigadores encontraron que las proteínas clave encontradas más abajo de la mTOR eran menos activas tanto en las ratonas con restricción calórica como en las que hacían ejercicio, frente a las de control.

«Estos datos sugieren que, aunque el ejercicio puede actuar sobre vías similares que la restricción calórica, ésta última posee un efecto más global sobre la señalización celular y, por tanto, podría producir un efecto anticancerígeno más potente», señaló la Dra. Nogueira.