Dirija sus pasos hacia una vida más larga

European Food Information Council

Ascensores, autobuses, coches, patinetes motorizados, cintas transportadoras para personas en aeropuertos y estaciones de metro… todo está pensado para facilitarnos la vida. Estos elementos característicos de los llamados países “desarrollados” podrían considerarse ahora como enemigos potenciales de nuestra… “silueta”, según revela una encuesta reciente del Eurobarómetro.

La balanza energética

Las consecuencias para nuestra salud de una dieta desequilibrada son conocidas por todos. La obesidad constituye una prioridad en materia de salud pública en muchos países. En Estados Unidos y en el Reino Unido, por ejemplo, casi dos tercios de la población adulta tienen sobrepeso o son obesos. Llevar una dieta equilibrada puede ayudarnos a no engordar. Otra forma eficaz de mantenerse delgado consiste en hacer ejercicio con regularidad. La clave para evitar ganar peso es controlar el equilibrio entre la ingesta de calorías, a través de los alimentos y bebidas, y el gasto de energía gracias a la actividad física.

Las campañas de salud pública se centran en una alimentación saludable y en el aumento de la actividad física. En estos momentos, la mentalidad está evolucionando y la noción de un esfuerzo razonable pero necesario está ganando adeptos. Las nuevas formas de consumo, como el comercio en línea y la entrega de productos a domicilio, tienen sus consecuencias y contribuyen a una vida todavía más sedentaria, que pueden considerarse “peligrosa para la salud”.

¿Cuán activos somos los Européos?

El resultado de una encuesta del Eurobarómetro llevada a cabo en diciembre de 2003, en los 15 países que componían entonces la UE, con 16.000 personas (aproximadamente 1.000 por país), arroja luz sobre el fenómeno de la actividad física. Un alarmante 57,4% de los encuestados no había realizado ninguna actividad física intensa en los siete días anteriores y un 40,8% de ellos no había realizado ni siquiera una actividad física moderada en dicho período.

La encuesta confirma una tendencia inexorable de la sociedad hacia la automatización y la inmovilidad e identifica a los grupos de riesgo. La actividad física variaba de forma significativa entre los grupos de edad: el 80% de las personas mayores no había realizado ninguna actividad física intensa durante la semana anterior, mientras que este porcentaje descendía hasta el 43% en el caso de los jóvenes entre 15 y 25 años. La diferencia entre sexos resulta más sorprendente. Uno de cada dos hombres no había realizado ninguna actividad física intensa durante la semana anterior, al igual que dos de cada tres mujeres.

La división Norte-Sur

La geografía también afecta a los niveles de actividad. Algunos países se distinguieron por presentar los porcentajes menores de personas que hacen ejercicio, como Francia, Bélgica, Italia, España y Portugal. En el lado opuesto, se encontraban los países del Norte de Europa, con niveles mayores de actividad física: Países Bajos, Dinamarca, Finlandia, Suecia, Alemania y Luxemburgo.

Cabe preguntarse si estos resultados se deben a la falta de un equipamiento adecuado para hacer ejercicio o a la escasez de incentivos sociales. Más de dos tercios (70%) de la población encuestada por el Eurobarómetro admitió que el entorno doméstico ofrece muchas oportunidades para estar activo físicamente. Sin embargo, para la mayoría de los encuestados, la actividad física no está asociada con el tiempo de ocio ni se percibe como un “gesto ecológico” (por ejemplo, caminar en lugar de ir en coche).

¿Qué se puede hacer?

Las agencias de promoción de la salud han reaccionado invirtiendo dinero en campañas que animan a la gente a… andar. El mensaje suele ser el mismo: no es necesario llamarse Raúl o Moyà para estar en forma, sólo es cuestión de modificar algunas malas costumbres.

En Francia, una campaña por radio y televisión explicaba por qué las zapatillas, el televisor y el sofá son “actividades de alto riesgo”. En los autobuses, unos carteles recomendaban a los usuarios… “¡terminar el viaje a pie!”. Una ONG británica, Let’s Walk to School (Vayamos al colegio a pie), ha lanzado una campaña bianual denominada con mucho acierto “Semana de Ir al cole a pie”. Además de los indudables beneficios físicos, la campaña también resalta que la mayoría de nuestros desplazamientos por la ciudad no llevan mucho más tiempo a pie que en coche o en transporte público. Estos son sólo algunos ejemplos de mensajes relativos a la salud pública en los que se debería hacer más hincapié.

Las ventajas de la actividad física van más allá de la lucha contra la obesidad. El riesgo de contraer otras enfermedades, como enfermedades coronarias, determinados tipos de cáncer, diabetes, enfermedades óseas como osteoartritis y osteoporosis, e incluso depresión, puede reducirse gracias a una actividad física regular.

Un último motivo para dejar el vehículo en casa e ir andando al mercado a por verdura fresca: es bueno para el bolsillo.

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