Nutriguia, 30 de marzo de 2004
Más de 20 especialistas coinciden en señalar una alimentación equilibrada, la práctica de ejercicio físico y el seguimiento de unos hábitos de vida saludables, como factores clave para la prevención de las enfermedades óseas. Ésta es una de las principales conclusiones que se han extraído del manual científico Nutrición y Salud Ósea, editado por el Instituto Omega 3 de la Fundación Puleva y la Fundación Hispana de Osteoporosis y Enfermedades Metabólicas Óseas (FHOEMO), en colaboración con la Sociedad Española de Investigaciones Oseas y Metabolismo Mineral (SEIOMM), que se ha presentado en el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid.
Según el Prof. Dr. Ángel Gil Hernández, Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular y coordinador de la obra, «Por primera vez en nuestro país destacados fisiólogos, bioquímicos, internistas, endocrinólogos, pediatras, rehabilitadores, nutricionistas e investigadores analizan los principales aspectos fisiológicos que intervienen en el desarrollo del sistema óseo, así como el papel de la nutrición en la salud del hueso y en la prevención de enfermedades como la osteoporosis». El manual, dirigido fundamentalmente a los profesionales de la salud, supone una herramienta de referencia para la mejor comprensión, prevención y tratamiento de este tipo de enfermedades, poniendo un especial énfasis en la práctica clínica y asistencial de la osteoporosis.
«Para conseguir una buena salud ósea es preciso seguir una dieta adecuada, variada, completa y acertada», afirma el Prof. Dr. José Mataix, Catedrático de Fisiología y coordinador de este libro. «Una dieta adecuada contribuiría a mantener una buena salud ósea, junto con la eliminación del sedentarismo, como uno de los factores pribncipales. En cuanto a los aspectos nutricionales, la dieta media española es deficitaria en minerales como el calcio, el magnesio y el cinc, y rica en otros nutrientes que pueden desequilibrar el correcto desarrollo del hueso».
La osteoporosis supone un grave problema de salud pública
La prevalencia de osteoporosis, segundo problema sanitario asistencial en el mundo después de las enfermedades cardiovasculares, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es actualmente del 20%, porcentaje que puede ir en aumento con el progresivo envejecimiento de la población. Además, hay que tener en cuenta que las dietas inadecuadas y el sedentarismo comunes en los niños y jóvenes de esta generación, condicionarán probablemente una peor mineralización y densidad del hueso en un momento decisivo, con lo que la prevalencia de osteoporosis del adulto y sus secuelas serán proporcionalmente mayores.
En España se producen cada año unas 60.000 fracturas de cadera, lo que supone una ocupación de entre el 20% y el 22% de las camas de los servicios de Cirugía Ortopédica y Traumatología. Este tipo de fractura presenta una mortalidad en el primer año del 33%, recuperando sólo el 28% de los pacientes que sobreviven su situación previa.
La osteoporosis, enfermedad progresiva del esqueleto, caracterizada por la pérdida de masa y densidad de los huesos, afecta en España a cerca de dos millones y medio de mujeres, aunque sólo 300.000 están diagnosticadas, según datos de la Fundación Hispana de Osteoporosis y Enfermedades Metabólicas Óseas (FHOEMO) y la Sociedad Española de Investigaciones Óseas y Metabolismo Mineral (SEIOMM).
«A partir de los 50 años, una de cada tres mujeres y uno de cada ocho hombres sufrirán, al menos, una fractura provocada por la osteoporosis a lo largo de su vida», indica el Prof. Dr. Manuel Díaz Curiel, Jefe de Servicio de Medicina Interna y Enfermedades Metabólicas Óseas de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid y coordinador del manual Nutrición y Salud Ósea. A pesar de ello, la mayoría de las mujeres no creen estar en riesgo personal de padecer esta enfermedad, cuya principal consecuencia son las fracturas de cadera, de columna vertebral y de muñeca. El riesgo de sufrir esta patología va aumentando a medida que pasa el tiempo; las mujeres de más de 75 años tienen un 83% de riesgo de padecerla. En Estados Unidos, cerca de 30 millones de personas están afectadas por la osteoporosis, y se espera que dicho número se incremente de un modo dramático en las próximas décadas.
Las enfermedades óseas se deben prevenir desde la infancia
Durante la infancia, se produce el crecimiento del organismo con la formación de hueso, que continúa hasta la pubertad, cuando se alcanza el «pico de masa ósea»; la calidad del hueso conseguida en ese momento resulta fundamental para prevenir riesgos posteriores. A partir de entonces, el objetivo ha de ser minimizar la denominada «resorción ósea», o pérdida de tejido del hueso.
La densidad mineral ósea puede ser modificable en la juventud con la dieta y el ejercicio físico hasta un 20%, tal y como recoge el manual Nutrición y Salud Ósea. Por ello, es fundamental concienciar a los niños de la importancia de mantener unos hábitos de vida saludables que se mantengan durante toda la vida.
El hueso es un tejido activo que se forma y destruye continuamente, es decir, parcelas de hueso viejo son destruidas y reemplazadas por hueso nuevo. Para favorecer la formación de hueso nuevo es necesario una ingesta adecuada de nutrientes y minerales como el calcio y la vitamina D.
El calcio, fundamental para la salud de los huesos
El calcio es el principal mineral que forma parte del hueso. La mejor forma de ingerir todo el calcio necesario es tomar desde la infancia hasta la madurez alimentos que lo contengan en gran cantidad. La leche y los productos lácteos, como el yogur, el queso y otros postres elaborados a partir de la leche, constituyen la principal fuente de calcio en la dieta. Existen además otros alimentos que lo contienen en grandes proporciones, como algunos frutos secos, las verduras, el pan integral y los alimentos enriquecidos en calcio.
La ingesta óptima de calcio varía en función de la etapa del ciclo vital en que cada uno se encuentra, si bien se recomienda un promedio diario de 800 mg. Sin embargo, ciertos grupos de personas requieren un aporte de entre 1.200 y 1.500 mg, como los jóvenes de edades comprendidas entre los 10 y los 14 años, las mujeres embarazadas o en período de lactancia, o aquéllas en fase posmenopáusica que no siguen una terapia hormonal de sustitución.
Para la correcta asimilación y fijación del calcio en los huesos también es muy importante la vitamina D; se ha demostrado que la suplementación con vitamina D reduce la pérdida de hueso y que combinada con calcio reduce significativamente la incidencia de fractura ósea. La exposición al sol también resulta muy positiva para el mantenimiento de unos niveles adecuados de esta vitamina.
De acuerdo con un informe de la Comisión Europea del año 1998, se reconoce también la importancia de otros nutrientes y se enfatiza la necesidad de incrementar la investigación sobre la influencia del cloruro sódico, las proteínas, la vitamina C, la vitamina K y el magnesio en el metabolismo óseo.
Al igual que una dieta saludable, hacer ejercicio con regularidad contribuye a desarrollar la masa y la densidad de los huesos durante los años de crecimiento. La actividad física sigue siendo muy importante después, ya que una vida sedentaria aumenta el riesgo de padecer osteoporosis.
El ejercicio también ayuda a las personas de edad avanzada a mejorar el equilibrio y la coordinación, así como a prevenir las fracturas debidas a las caídas: caminar rápidamente, hacer footing o practicar aeróbic contribuyen a tonificar los músculos y a acrecentar la resistencia. De acuerdo con los pronósticos de aumento de la esperanza de vida, se prevé un notable incremento de los casos de osteoporosis en el futuro. Para evitarlo, hay que apremiar a todos a que adopten una dieta sana, con alimentos ricos en calcio, y a practicar deportes durante toda la vida.
Según el Prof. Mataix «La mayor incidencia de enfermedades óseas de estos últimos años no quiere decir que los españoles nos alimentemos peor que antes, sino que al alargar la esperanza de vida se manifiestan otras patologías que hace unos años no afectaban con tanta intensidad. Lo que deberíamos hacer es cuidar aún más nuestra alimentación para mejorar la calidad de vida».