En la actualidad, el 70% de las adolescentes declara no estar a gusto con su cuerpo. Y uno de los principales factores para padecer un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) es la insatisfacción corporal.
Cada 30 de noviembre es el Día Internacional de la lucha contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), la tercera enfermedad crónica más común entre mujeres. Es de gran importancia conocerlos en profundidad para saber cuándo y cómo actuar, por lo que en este artículo te hablamos de ellos.
¿Qué son los TCA?
Comer es necesario, necesitamos los alimentos para mantenernos fuertes, sanos y con vida. Pero el problema radica en que la comida se asocia con un fuerte componente social y cultural. La sociedad envía mensajes constantes de que la belleza solamente está dentro de unos estándares establecidos. Por suerte, cada vez hay más conciencia sobre el tema, sin embargo, aún es muy común y puede provocar falta de autoestima en las niñas, que derive en problemas alimenticios en el futuro.
Los trastornos de la conducta alimentaria son complejos trastornos psicológicos, que generan un comportamiento patológico frente al consumo de alimentos y una obsesión por el control del peso. Son reconocibles porque existe “un patrón persistente de no comer saludablemente o de hacer dietas no saludables”. Además, se dan patrones asociados a la angustia social, física y emocional (Center of Excellence for Eating Disorders, 2021).
Estos trastornos pueden padecerse a cualquier edad y en cualquier género o condición social, aunque los casos más comunes son principalmente entre “adolescentes y mujeres jóvenes”. La proporción en varones suele ser mucho menor, concretamente uno de cada diez (López y Treasure, 2011).
De hecho, tal y como señala Ortiz Montcada (2019), el ser mujer es un factor de riesgo para los TCA, ya que los desarrollan con una frecuencia mayor que los varones. Este autor señala que, una causa de que las mujeres lo sufran más, es por los fenómenos sociales y culturales a los que se enfrentan en el día a día. Siendo estos fenómenos “el origen y mantenimiento de los trastornos alimentarios”.
Tipos de TCA
ópez y Treasure (2011) exponen detalladamente los casos más frecuentes en adolescentes, los cuales explicamos a continuación. Los más comunes son el TCA no especificado (TANE), la Anorexia Nerviosa (AN) y la Bulimia Nerviosa (BN). Mientras que estas dos últimas son las principales categorías diagnósticas con unos claros criterios de cómo se desarrollará y su pronóstico, los TANE son los que no cumplen con los criterios de la AN y la BN.
Por un lado, la Anorexia Nerviosa (AN) se da cuando la persona trata de mantener un peso más bajo del recomendado para su edad o talla, concretamente, un 85% más bajo del peso corporal esperado (Center of Excellence for Eating Disorders, 2021). Como señalan Morales Allende y Galván Sánchez (2021), “es una enfermedad multifactorial, con gran influencia del medio cultural, los aspectos biológicos, familiares y personales”.
Las conductas más comunes de las personas con anorexia son la práctica de ejercicio excesiva, dejar de comer, uso excesivo de enemas o diuréticos y/o “conductas purgatorias”. Además, esta conducta suele ir acompañada de un gran miedo a aumentar de peso o negar constantemente que están en un peso muy bajo, y “la búsqueda decidida de la delgadez mediante procedimientos voluntarios” (Lladó, González-Soltero y Blanco, 2017).
Por otro lado, la Bulimia Nerviosa (BN) se caracteriza en periodos de “hiperfagia”, es decir, ingestas descontroladas de comida, seguidos por purgas u otras conductas compensatorias inapropiadas (uso desmesurado de laxantes, ayuno y ejercicio excesivo). Estas etapas suelen tener un promedio de, al menos, una o dos veces a la semana. Este tipo de TCA es el más común y suele aparecer en adolescentes entre los 15 y los 18 años.
Finalmente, los Trastornos Alimentarios No Especificados (TANE) son una categoría residual, es decir, incluye los criterios que no lo hacen los otros trastornos. Por ejemplo, los TANE incluyen síntomas de AN, pero que se mantienen en un peso normal para su edad o con menstruación regular. Otro de los casos serían los que cumplen con los criterios para considerarse BN, pero cuya frecuencia de hiperfagia es menor a dos veces por semana o las purgas y las conductas compensatorias son después de comer cantidades normales de alimento.
De forma más concreta, el Trastorno por Atracón “no está oficialmente reconocido como un TCA, pero está incluido como un TANE” (Lladó, González-Soltero y Blanco, 2017). Este tipo se diferencia del resto en que se producen episodios de atracones, pero después no suelen utilizar conductas compensatorias para bajar peso. Suele incluir desde el consumo de alimentos de forma rápida hasta el ingerir grandes cantidades de comida sin tener hambre.
También se encuentra en este grupo la Ortorexia Nerviosa (aunque aun no esta incluida en la clasificación de trastornos mentales DSM-5) que se define como una fijación por la comida sana que lleva a quienes la padecen a obsesionarse por comer saludable hasta el punto de evitar de forma inflexible aquellos alimentos que ellos mismos consideren poco sanos. Y esta es la clave: cada persona define bajo su perspectiva qué es saludable y qué alimentos (o nutrientes concretos) decide excluir. Incluso desarrolla creencias irreales asociadas a la comida. La diferencia principal es que su foco no está en la cantidad de alimento, sino en su calidad. Además, no suelen estar obsesionados con el peso, ni tampoco presentan una distorsión de su aspecto físico.
Como señalan López y Treasure (2011), estos trastornos tienen características comunes: “preocupación excesiva por la comida, peso y/o figura corporal y el uso de medidas no saludables para controlar o reducir el peso”.
Tratamiento de los TCA
Estas medidas no saludables, mencionadas anteriormente, llevan a un profundo deterioro del bienestar físico y social de las personas que los padecen. Por lo que es esencial tratarlo en los tres primeros años de la enfermedad, ya que el pronóstico de mejora aumenta notablemente con el diagnóstico precoz. De esta manera, se evita la cronicidad de los efectos de la enfermedad o, en casos peores, “las complicaciones médicas y el suicidio” (López y Treasure, 2011).
Por desgracia, a pesar de la investigación, las campañas contra estos trastornos y las importantes consecuencias que pueden conllevar: la respuesta al tratamiento suele ser “de moderada significancia o insatisfactoria” (López y Treasure, 2011).
Los pacientes que tienen una mejor recuperación suelen ser las adolescentes con Anorexia Nerviosa, entre el 50% y el 70% de los casos. Sin embargo, en los casos de Bulimia Nerviosa y de TANE, la tasa de recuperación no supera el 50%.
¿Cuando actuar?
La gran mayoría de las adolescentes que padecen un TCA tienen que ser llevadas a consulta obligados por sus padres o tutores legales, ya que no suelen ser conscientes de que tienen un problema. En las consultas son atendidos por médicos que puedan tratar los problemas asociados al TCA como son nutricionistas, ginecólogos (debido a la ausencia de menstruaciones) o dentistas (erosión en el esmalte de los dientes), entre otros.
Los TCA deben ser atendidos en cuanto se presenten síntomas, si no puede implementarse una rutina en el paciente y la recuperación ser más larga. Es fundamental que la familia esté apoyando en todo el proceso, sobre todo en los casos de adolescentes, principalmente porque, debido a esa negativa por parte del paciente, al principio el médico deberá tomar los primeros contactos con su familia.
Fuentes
- Center of Excellence for Eating Disorders (2021). ¿Qué son los Trastornos de la Conducta Alimentaria? UNC School of Medicine. Obtenido en https://www.med.unc.edu/psych/eatingdisorders/learn-more/informacion-en-espanol/bfque-son-los-trastornos-de-la-conducta-alimentaria/.
- López, G. C. y Treasure, J. (2011). Trastornos de la conducta alimentaria en adolescentes: descripción y manejo. Revista Médica Clínica Las Condes. Volumen 22, págs. 85-97.
- Ortiz Montcada, M. R. (2019). Alimentación y nutrición. Universidad de Alicante, Universidad del Atlántico. Obtenido en https://www.mscbs.gob.es/organizacion/sns/planCalidadSNS/pdf/equidad/10modulo_09.pdf.
- Morales Allende, M. F., & Galván Sánchez, G. (2021). Características clínicas de anorexia nervosa extrema. Reporte de caso. Revista de la Facultad de Medicina (México), 64(2), 26-30. Obtenido en http://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S0026-17422021000200026&script=sci_arttext.
- Lladó, G., González-Soltero, R., & Blanco, M. J. (2017). Anorexia y bulimia nerviosas: difusión virtual de la enfermedad como estilo de vida. Nutrición hospitalaria, 34(3), 693-701. Obtenido en https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0212-16112017000300693.