Los efectos de la obesidad sobre nuestros cuerpos son bien conocidos, y ahora, unos científicos han hecho un avance que permitirá conocer mejor cómo progresa la enfermedad, y obtener pistas para desarrollar futuros tratamientos.
NC&T, Diciembre 2011
En este nuevo estudio, unos investigadores en la Universidad de Monash, en Australia, en colaboración con colegas de Estados Unidos, han obtenido nuevos datos sobre cómo se desarrolla la resistencia a la hormona leptina, un componente causal fundamental de la obesidad.
Nuestros cuerpos producen leptina en respuesta al crecimiento de las reservas de lípidos. Actuando sobre una parte del cerebro llamada hipotálamo, la leptina ordena al cuerpo que incremente el consumo de energía y reduzca el consumo de comida, y nos ayuda así a mantener un peso corporal saludable.
La respuesta del cuerpo a la leptina está mermada en las personas con sobrepeso u obesas, por lo que es aquí cuando se alude a este problema como «resistencia a la leptina».
Ya se conocen dos proteínas que reprimen a la leptina en el cerebro, y el equipo del profesor Tony Tiganis, del Instituto de Obesidad y Diabetes en Monash, y del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Monash, ha descubierto una tercera. En ratones, esta tercera proteína deviene más abundante con la ganancia de peso, exacerbando la resistencia a la leptina y acelerando la progresión hacia la obesidad mórbida. En el estudio se observó que los tres reguladores negativos de la leptina entraban en acción en etapas diferentes del proceso, lo cual puede aportar pistas decisivas sobre cómo avanza la obesidad.
Ya se están realizando ensayos clínicos para la Diabetes Tipo 2 de algunos fármacos que actúan sobre uno de los reguladores negativos. Sin embargo, la nueva investigación indica que para incrementar la sensibilidad a la leptina en personas obesas, centrarse en sólo uno de estos reguladores seguramente no será suficiente. Podría ser necesario desactivar los tres reguladores.
En el estudio se observó que el aumento de peso inducido por una dieta con alto contenido graso era prevenido en gran parte en ratones modificados genéticamente cuando dos de los reguladores negativos eran eliminados en el cerebro.
Los investigadores ahora tienen que determinar qué ocurre cuando los tres reguladores negativos son neutralizados. ¿Impedirá eso la obesidad inducida por una dieta con alto contenido graso?
Los seres humanos sentimos una poderosa y muy arraigada atracción por comer más de lo necesario, sobre todo si se trata de alimentos ricos en nutrientes. Es una atracción heredada de nuestros antepasados cazadores-recolectores, quienes debían enfrentarse a días de ayuno forzoso cuando no encontraban nada para comer, por lo que haber llenado el estómago lo más posible en la última comilona podía marcarles la diferencia entre aguantar hasta la siguiente comilona o caer desfallecidos.
Ahora que el alimento está más fácilmente disponible para bastante gente en las naciones con cierto nivel de desarrollo, y los estilos de vida de muchas personas de tales países son menos activos, la compulsión evolutiva a comer más de lo necesario se está volviendo problemática, tal como subraya Tiganis.
Más de cuatro millones de australianos son obesos. Y si las tendencias actuales continúan, para el 2020 más del 80 por ciento de los adultos y casi un tercio de los niños de ese país tendrán sobrepeso o serán obesos. En otras naciones, las cifras de las previsiones poblacionales de sobrepeso y obesidad también son preocupantes.