Nutriguia, 8 de Julio de 2005
Los nutricionistas han detectado la casi desaparición en la dieta de los niños de 10 a 14 años del consumo de vísceras, a pesar de que las vísceras constituyen un aporte importante de vitamina A, debido a que la población ha perdido la confianza en este tipo de alimentos tras enfermedades como la de «las vacas locas». así lo ha manifestó el doctor Lluís Serra Majem, presidente de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria durante el seminario ‘Salud pública y el arte del Buen comer’ celebrado recientemente en Madrid.
De este modo, aseguró, ha bajado también el consumo de carnes, patatas, pescado, frutas y legumbres y sube el de aceite de oliva, zumos, derivados lácteos, bollería y frutos secos. «El 30 por ciento de los niños consume dulces y golosinas varias veces al día y más de la mitad tienen estilos de vida malos o sedentarios, a pesar de ello, el nivel nutricional de los niños españoles es medio», destacó el experto.
Así, el riesgo nutricional aumenta con la edad y en las zonas rurales -eliminando el mito de la comida saludable del pueblo- aunque sí es verdad que en estas zonas los niños practican más ejercicio informal, comentó Serra. «El noreste de la Península tiene el mejor nivel nutricional, mientras que el peor se detecta en el norte. Sin embargo, en cuanto a niveles de sedentarismo, los más altos están en el sur y en las Canarias, que casualmente son las regiones con la tasa más alta de obesidad infantil y juvenil de España, según refleja el estudio ENKID», prosiguió.
Con esto, el especialista advirtió que este sobrepeso infantil y juvenil se trasladará a la edad adulta con el aumento de prevalencia que esto trae consigo. Sin embargo, en lo que respecta a los adultos, en la actualidad, las mujeres de mayor nivel educativo han mantenido su prevalencia en los últimos años, mientras que en los hombres, la obesidad ha aumentado de forma significativa. Además, los niños con madres de más nivel cultural tienen menos riesgo nutricional.
Mayor consumo de grasas
A pesar de ello, el consumo global de grasas en la población española ha subido del 27 al 43 por ciento en pocos años, al revés de otros países europeos, donde se han mantenido los índices o incluso se han reducido. «En los niños el 38 por ciento de la energía se consume en forma de grasas, sin embargo, tan sólo el 14 por ciento son grasas saturadas y esta tendencia se mantiene en los adolescentes y adultos por lo que aún nos queda algo positivo de la dieta mediterránea», puntualizó Serra.
En lo que respecta a vitaminas y minerales, España tiene el nivel más alto de Europa en la ingesta de hierro, pero casi ninguna niña tiene el aporte necesario de vitaminas.
» Necesitamos un sistema de monitorización y vigilancia nutricional ágil y continuo, similar al que existe en Estados Unidos para adoptar medidas útiles», subrayó Serra. «En los últimos años estamos sufriendo una verdadera epidemia no sólo de obesidad, sino también de enfermedades que afectan al sistema autoinmune y aunque nunca la salud se había concebido como un derecho tan importante, muy poca gente está dispuesta a cambiar sus hábitos de vida para conseguirla», concluyó.
Picoteo entre horas
Otro cambio relevante detectado en los hábitos alimentarios de los españoles es la tendencia a comer entre horas, algo que hace unos diez años no existía y que ahora se practica con asiduidad. La cena sigue siendo, sin embargo, la comida que más se hace en casa y aún constituye la base de la alimentación española, no así el almuerzo cuya realización en el hogar ha bajado significativamente en los últimos diez años y seguirá haciéndolo en los siguientes.