Identificar hambre y saciedad así como aceptar la imagen mejoran la salud en personas con sobrepeso

Nutriguia, 3 de Junio de 2005

Las mejoras significativas en la salud global pueden alcanzarse independientemente de la pérdida de peso cuando se aprende a reconocer y seguir las pistas internas de apetito y comienzan a sentirse mejor con su aspecto físico, según un estudio de la Universidad de California (Estados Unidos) que se publica en la revista Journal of the American Dietetic Association. Los científicos explican que aunque el estudio sólo incluyó a mujeres los resultados pueden ser también aplicables en los hombres.

Según los expertos, la obesidad se ha asociado con un amplio número de graves problemas de salud pero las dietas no han probado ser eficaces a largo plazo. Los investigadores evaluaron un nuevo método para disminuir los riesgos de salud asociados a la obesidad basado en el reconocimiento de las sensaciones de hambre y saciedad, así como en la aceptación del aspecto físico.

Los investigadores compararon el nuevo método con las dietas tradicionales. Comenzaron con 78 participantes de edades comprendidas entre los 30 y los 45 años. La mitad fueron asignadas al grupo de dieta tradicional y la otra mitad al grupo que intentaba mejorar su salud sin restringir las calorías consumidas.

En el estudio, cuyo periodo de tratamiento duró 24 semanas, el 92 por ciento de los participantes incluidos en el grupo que no seguía la dieta tradicional se mantuvo dentro del programa, mientras que el 42 por ciento de aquellos del grupo de dieta lo abandonó. Los científicos realizaron un seguimiento de dos años entre aquellas personas que concluyeron el periodo total de investigación.

Los investigadores descubrieron que los que no seguían dieta mantuvieron su mismo peso a lo largo del estudio. El grupo de dieta perdió un 5,2 por ciento de su peso inicial a las 24 semanas del periodo de tratamiento pero al final del seguimiento de dos años habían recuperado el peso inicial.

Aquellos que no siguieron dieta mostraron un incremento inicial del total de los niveles de colesterol pero disminuyó al final del estudio, así como los niveles de colesterol LDL . Aquellos que siguieron la dieta no mostraron cambios en estos indicadores de colesterol.

Ambos grupos disminuyeron su presión sanguínea sistólica durante las primeras 52 semanas de estudio. Al final del estudio a las 104 semanas, sin embargo, aquellos que no habían seguido dieta mantuvieron su mejora en este sentido y no así los del grupo que siguieron dieta.

Al final de los dos años de seguimiento, los que no habían seguido dieta casi duplicaron su actividad física. El grupo de dieta mostró un aumento en su nivel de actividad justo después del final del periodo de tratamiento pero regresó a los periodos iniciales antes de que terminara el estudio. El grupo que no siguió dieta mostró mejoría en su autoestima y depresión al final del estudio al contrario que en el grupo de quienes siguieron la dieta en la que la autoestima empeoró.

En resumen, mientras que los que no seguían dieta no perdieron peso pero consiguieron mejorar el nivel global de salud como las medidas de colesterol, tensión arterial, actividad física y autoestima, aquellos que siguieron una dieta, no fueron capaces de mantener ninguna de las mejoras a corto plazo que experimentaron durante el tratamiento y empeoraron en términos de su autoestima.