Nutriguia, 17 de Marzo de 2005
La enfermedad celiaca sigue estando infradiagnosticada, según ha expuesto la Dra. María Esteve Comas, del Hospital Mutua de Terrassa, dentro de la Reunión Anual de la Asociación Española de Gastroenterología (AEG) que se celebra estos días en Madrid.
En muchos casos, la enfermedad celiaca puede pasar prácticamente desapercibida, hasta que se manifiestan sus complicaciones, pero existe una morbi-mortalidad en pacientes celiacos no tratados y en pacientes con lesiones más graves. Por eso es tan importante la elección de un buen método de diagnóstico precoz.
«A pesar de la utilización sistemática de la serología en la evaluación de poblaciones de riesgo para el diagnóstico de la enfermedad celiaca, ésta sigue estando infradiagnosticada», ha afirmado la Dra. Esteve.
Para valorar la utilidad del análisis genético HLA DQ2, frente a la serología, como método que podría ayudar a un mayor diagnóstico de la enfermedad, el Hospital Mutua de Terrassa ha puesto en marcha el primer estudio sobre este análisis que se realiza en todo el mundo, y que ha sido presentado durante la Reunión Anual de la AEG.
«Más del 90% de los celiacos, el 60% de los familiares de primer grado y el 20% de la población, presentan un genotipo HLA DQ2», ha explicado la experta.
Según los resultados obtenidos, «con la estrategia diagnóstica utilizada en el estudio (tipaje DQ2, estudio histológico y determinación de autoanticuerpos específicos en el SCB) se identifican más del doble de casos de los que se identificarían sólo con serología como método de cribaje».
Tras obtener en el estudio genético un DQ2 positivo, se debe realizar una biopsia intestinal.
Enfermedad celiaca
La enfermedad celiaca se produce como consecuencia de una atrofia severa (destrucción o acortamiento) de las vellosidades del intestino delgado. Como resultado, aparece una intolerancia al gluten, proteína que existe en las harinas de trigo, centeno, cebada y avena.
Esta enfermedad suele aparecer hacia los dos años de edad, cuando se introduce el trigo por primera vez en la dieta infantil, y en adultos entre los 30 y 40 años.
Según los últimos datos disponibles, la enfermedad podría afectar a uno de cada 380 individuos, aunque es difícil calcular su incidencia real.
Lo más habitual es la presencia de una diarrea crónica con mala absorción, pérdida de peso, deficiencias nutricionales y anemia por deficiencia de hierro, de ácido fólico y/o de vitamina B12.
Pueden aparecen también síntomas del sistema nervioso, como sensación de quemazón y picor en la piel de las extremidades, contracciones musculares y dificultad para mantenerse de pie, irritabilidad y alteraciones en la memoria.