Diario Medico, 18 de Octubre de 2004
El exceso de cierto tipo de lípidos en la dieta, en concreto de ácidos grasos omega 6, altera la actividad de un grupo de genes, lo que acelera el cáncer de mama y le confiriere características de mayor malignidad, según los experimentos realizados por el equipo de investigación que dirige Eduard Escrich, profesor del Departamento de Biología Celular, Fisiología e Inmunología de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y director del Grupo Multidisciplinario para el Estudio del Cáncer de Mama.
«Ante todo, hay que aclarar que las grasas de la dieta no provocan el cáncer de mama. Cuando éste se desarrolla hay ciertos lípidos, como los omega 3 que se hayan en el pescado azul y en el aceite de oliva, que resultan beneficiosos para la salud porque ejercen un papel protector y retardan el proceso canceroso. Por el contrario, hay otras grasas, como las de origen animal y algunas vegetales, presentes en el aceite de girasol o de maíz, entre otros, que aceleran el curso clínico de la enfermedad», ha apuntado Escrich.
Sin embargo, esto no significa que se deban dejar de tomar los productos que contienen omega 6, «ya que es importante tener en cuenta que estos alimentos contienen otros ácidos grasos que son esenciales porque el organismo humano no es capaz de sintetizarlos. El mensaje sería que hay que ingerir grasas en poca cantidad y de mucha calidad, moderando, pues, el consumo de omega 6 y de grasas de origen animal».
En este trabajo los científicos han comparado, mediante técnicas de microarrays, la expresión de seis mil genes en tumores mamarios, inducidos experimentalmente en el laboratorio, de ratas alimentadas con una dieta rica en lípidos poliinsaturados n-6 frente a la de animales que habían recibido una dieta pobre en este tipo de grasas.
Resultados significativos
La proliferación de tumores en aquellas ratas que siguieron una dieta abundante en ácidos grasos poliinsaturados n-6 fue significativamente superior a la de animales con pocos de estos lípidos en su alimentación. Según han descubierto los expertos, esto se debe a que una alimentación que incluya muchos ácidos grasos poliinsaturados n-6 provoca una disminución en la expresión de tres genes relacionados con la diferenciación y la proliferación celular, la globulina alfa-2u, el VDUP1 y el H19, y también de un gen, la secuencia denominada EST Rn.32385, cuya función aún es desconocida.
«En investigaciones anteriores contribuimos a demostrar que existía una relación entre el cáncer de mama y el abundante consumo de ciertos lípidos. En este trabajo el objetivo era encontrar el mecanismo de acción que conduce a que éstos aceleren o frenen un proceso canceroso, y hemos comprobado que su excesiva presencia provoca alteraciones en la expresión de algunos genes concretos», ha dicho Escrich.
El análisis es pionero en su campo. «Es la primera vez que se ha investigado la influencia de una dieta rica en grasas en la expresión de estos genes. El descubrimiento abre una nueva línea de trabajo sobre la implicación de los ácidos grasos en los cambios en el estado de la diferenciación celular inducidos por la dieta en los tumores mamarios y su relación con el grado de malignidad de este tipo de cáncer».
A partir de ahora, el trabajo de los científicos se centrará en investigar más exhaustivamente el papel de estos genes en la célula y comprobar si el proceso detectado en ratones sucede de forma similar en humanos. «Trabajar con modelos animales tiene sus limitaciones, por lo que debemos hacer estudios con células humanas». Otro paso es determinar exactamente cómo interaccionan los ácidos grasos con los genes implicados en los tumores mamarios.
Estudios anteriores han demostrado que las grasas de la dieta son capaces de modificar la composición de fosfolípidos de la membrana celular. El consumo elevado de omega 6, por ejemplo, provoca una mayor presencia en la membrana de ácido linoleico, mientras que tomar omega 3 lleva a que la membrana celular presente más cantidad de ácido oleico.
«Los ácidos grasos protectores modifican microdominios de la membrana que alteran las vías intracelulares de señalización hacia el núcleo. En el caso de los omega 6, no hemos detectado alteraciones en estas vías de señalización, por lo que estamos intentado descubrir qué modificaciones producen estos lípidos, esto es, por dónde llega su información al núcleo».