EFE, 20 de Abril de 2003
En forma de bocadillos o emparedados, el sandwich se perfila como el futuro del fast food en Europa, donde el apego a un producto tan ligado a la cultura del viejo continente como el pan ha hecho que estos pequeños bocadillos desbanquen a las hamburguesas y las pizzas.
La fórmula que llegó de Estados Unidos hace décadas para encajar la nutrición -o antinutrición según sus detractores- en el ritmo frenético de los tiempos, mantiene en Europa la esencia de facilitar a los ciudadanos comidas rápidas y consumibles en cualquier lugar. Sin embargo, en las preferencias sobre el contenido de esas comidas los europeos prefieren los bocadillos o los sandwiches rellenos de alimentos diversos, a las hamburguesas, que ineludiblemente se han asociado al colesterol y la obesidad.
En España, por ejemplo, el consumo de sandwiches ya lidera la alimentación fuera del hogar y en los países vecinos ha crecido en los últimos años hasta alcanzar una tasa del 20 por ciento. Los «parientes» estadounidenses e italianos de la comida rápida no han experimentado, sin embargo, este tipo de crecimiento y permanecen estancados en un mercado cada vez más competitivo y variado.
Los datos fueron hechos públicos por la Federación de Industrias para la Panadería y Confitería de España con motivo de la feria sobre el sector, Intersicop, que se celebró en Madrid y que, por primera vez, contó con un apartado dedicado al sandwich. Mario Cañizal, gerente de la citada federación, asegura que el volumen de negocio del sector del sandwich en España asciende a 180 millones de dólares anuales y explica que, mientras éste crece a ritmos que rondan el 15 y el 17 por ciento al año, el clásico fast food, que incluye hamburguesas, hot dogs y pizzas no supera crecimientos del 6 o 7 por ciento.
«Esta alternativa no sólo triunfa en España, sino en toda Europa, donde se prefieren las líneas alimenticias basadas en el pan por ser éste un producto profundamente entroncado en nuestra cultura gastronómica», explica Cañizal. «En cualquiera de sus formas, el sandwich permite mucha más variación nutricional, según lo que se introduzca en él, que el estereotipo de comida rápida, esto es, la hamburguesa», agrega.
En estos rellenos los fabricantes han encontrado un filón con ideas que suponen auténticas fusiones alimenticias como los populares wraps (la tortilla mexicana de maíz en forma de rollito en lugar del taco triangular) rellenos de pollo al curry con arroz. También proliferan los panes conocidos como pitas que se rellenan de soja, tomate, zanahoria y otros vegetales o de ensalada griega, incluidas las aceitunas negras y el queso feta.
Y es que ésta es una de las cualidades que el ciudadano europeo aprecia en cualquier sandwich: «un producto de características gastronómicas saludables, pero que al mismo tiempo se pueda consumir durante las pausas, cada vez menores, que los horarios de trabajo ceden a la comida», señala Cañizal. Además pueden ser degustados en cualquier lugar sin perder sus cualidades, al contrario de lo que ocurre con las pizzas y las hamburguesas, que resultan menos apetitosas en cuanto se enfrían. El éxito de esta variante de la comida rápida ha provocado que los tradicionales burguer tengan que cohabitar en las principales ciudades europeas con los nuevos «sandwich-bar» que, según Cañizal, se convertirán en la alternativa de futuro en este sector.
La mayoría son además establecimientos vanguardistas, asépticos, que carecen de «olores a frito» en el ambiente, en los que se exponen varios tipos de ensaladas, bebidas diversas y, sobre todo, sandwiches, que pueden ser tomados «in situ» o comprados para consumir fuera.