El perro Paco tiene ya su escultura en Madrid

Muy merecido homenaje al que fue el can más famoso de la Villa y Corte madrileña. Callejero, «gato» a pesar de ser un perro, y gourmet, a juzgar por los manjares que pudo degustar en su azarosa vida. Cayó en gracia a la nobleza madrileña y se hizo muy popular en el Madrid castizo. Hasta que su mala fortuna hizo que un torero le clavara su estoque, por haberle arruinado su faena. El que fuera protagonista de múltiples crónicas periodísticas del siglo XIX, el perro Paco, cuenta desde el 16 de enero de 2023, día previo a la celebración de San Antón, patrón de los animales, con una escultura que le rinde homenaje. Situada en el corazón del Barrio de las Letras, con ella se recuerda la figura de un perro callejero muy querido por la sociedad madrileña decimonónica. No iba a ser menos nuestro Paco que el famoso Hachiko en Tokio, o la del niño Nello y su perro Patrasche en Amberes. «Un ilustre de nuestra ciudad y, en palabras más actuales, uno de los primeros influencer, cuya fama se extendió gracias a la prensa de la época» comentaba el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. Con esta estatua se pretende rendir tributo a este animal y a todos los perros.

La escultura, de bronce fundido, ha sido realizada por el escultor Rodrigo Romero y se encuentra en la calle Huertas, en el número 71. Las asociaciones Nuevo Rastro de Madrid y de Comerciantes del Barrio de las Letras son los artífices de la iniciativa para realizar esta estatua.

El perro Paco se hizo famoso por visitar cada tarde el Café de Fornos, donde se reunían ilustres escritores de la época como Azorín, Manuel Machado o Pío Baroja. Allí coincidió también con Gonzalo de Saavedra y Cueto, marqués de Bogaraya, que fue quién le puso el nombre y que solía darle comida. El perro también fue un acompañante habitual de varios miembros de la nobleza madrileña. Además, acudía habitualmente al Hipódromo y a la Plaza de Toros, donde se hizo famoso por bajar al ruedo y hacer juegos con los toros y toreros. Sin embargo, el 21 de junio de 1882, el novillero Pepe el de los Galápagos acabó con su vida de una estocada porque Paco le hizo caer del caballo durante una novillada. Su cuerpo fue disecado y expuesto en una taberna de Madrid hasta que, finalmente, se le enterró en el parque de El Retiro, pese a que no se conoce su ubicación exacta. Junto a la escultura una inscripción: «Al perro Paco: perro castizo y único de la historia local de Madrid, amigo de literatos, artistas y personalidades de finales del siglo XIX». Para Almeida, este trabajo «se va a convertir en un nuevo icono de la ciudad», puesto que representa «la mejor historia del Madrid de finales del siglo XIX, porque siendo el perro Paco un auténtico disfrutón, ejemplifica muy bien las virtudes de esta ciudad que en aquella época bullía desde el punto de vista cultural». Conocí su historia hace tiempo, de la mano de mi amigo Miguel Ángel Almodovar. Ahora podré ir a ver la escultura que le rinde homenaje… Y vosotros también, y saber algo más de su curiosa historia.

Dirección
Calle de las Huertas, 71 -28014 Madrid
Zona turística
Barrio de las Letras