El Instituto Omega 3 de la Fundación Puleva, la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU) y la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) han puesto en marcha una campaña de información al consumidor sobre alimentos funcionales. Mediante una guía práctica, las entidades promotoras ofrecen respuestas a las preguntas más frecuentes en torno a los alimentos funcionales. La «Guía de Alimentos Funcionales», que recoge las últimas directrices del marco regulador de la Unión Europea, ha sido consensuada científicamente por un grupo de expertos en endrocrinología y nutrición, y coordinada por el Dr. Javier Aranceta, Secretario General de la SENC.
Los especialistas en nutrición coinciden en señalar que una dieta sana, variada, equilibrada suministra al ser humano los nutrientes necesarios para satisfacer las demandas básicas, con lo que se previenen ciertas enfermedades y se garantiza una buena salud. Se ha demostrado que muchos alimentos tradicionales como las frutas, las verduras, el pescado y la leche contienen nutrientes y otros componentes que resultan beneficiosos para nuestro organismo.
Sin embargo, los nuevos estilos de vida han provocado que se abandonen determinados hábitos de alimentación saludables que durante años han formado parte de nuestra historia y tradición. La falta de tiempo para cocinar, el ritmo de vida actual y la enorme oferta de alimentos, que dificulta la toma de decisiones adecuadas, conduce a que muchas personas no sigan una alimentación equilibrada, y por tanto, no ingieran los nutrientes que necesitarían o las cantidades adecuadas.
Como consecuencia de esta situación, han surgido los alimentos funcionales, que pueden compensar los desequilibrios y desajustes alimentarios y que mejoran sustancialmente la ingesta de nutrientes recomendadas por los especialistas en nutrición.
¿Qué son los alimentos funcionales?
Se consideran alimentos funcionales aquellos que, con independencia de aportar nutrientes, han demostrado científicamente que afectan beneficiosamente a una o varias funciones del organismo, de manera que proporcionan un mejor estado de salud y bienestar. Estos alimentos, además, ejercen un papel preventivo ya que reducen los factores de riesgo que provocan la aparición de ciertas enfermedades. Los alimentos funcionales deben consumirse dentro de una dieta sana y equilibrada y en las mismas cantidades en las que habitualmente se consumen el resto de los alimentos.
Los alimentos funcionales ejercen su actividad en múltiples sistemas, especialmente sobre el cardiovascular, gastrointestinal e inmunológico.
¿Por qué y cómo surgen los alimentos funcionales?
En las últimas décadas, nuestros hábitos dietéticos han variado. Ya no se trata únicamente de que reduzcamos los alimentos cuyo exceso puede ser perjudicial para nuestra salud, sino de buscar aquellos que tengan beneficios saludables y nos ayuden a retrasar la aparición de algunas enfermedades.
Mientras que los consumidores europeos empiezan a familiarizarse con los alimentos funcionales, los ciudadanos japoneses llevan décadas consumiendo estos productos que gozan de gran popularidad. A mediados de la década de los 80, el incremento de la esperanza de vida de la población japonesa y el consiguiente aumento del gasto sanitario, provocaron que el gobierno nipón se planteara la necesidad de desarrollar productos alimenticios que mejorasen la salud de los ciudadanos para garantizar un mayor bienestar y calidad de vida.
En otros países, como Canadá y EEUU, el consumo de alimentos funcionales está muy extendido y aproximadamente un 40% de la población ya los ha incorporado a su dieta diaria. Surgieron de la necesidad de compensar una alimentación desequilibrada, muy rica en grasas saturadas y pobre en determinadas grasas insaturadas, minerales, vitaminas y fibra.
En España, se comercializan actualmente unos 200 tipos de alimentos funcionales, como por ejemplo, zumos a los que se les ha añadido vitaminas, minerales, fibra, etc., cereales con fibra y minerales, o leches enriquecidas con calcio, ácidos grasos omega 3, ácido oleico o vitaminas.
¿Quién debe y quién puede consumirlos?
Los alimentos funcionales pueden formar parte de la dieta de cualquier persona. Pero además, están especialmente indicados en aquellos grupos de población con necesidades nutricionales especiales (embarazadas y niños), para personas en estados carenciales, con intolerancias a determinados alimentos, para los colectivos con riesgos de determinadas enfermedades (cardiovasculares, gastrointestinales, osteoporosis, diabetes, etc.) y para las personas mayores.
¿Cómo están regulados?
Las condiciones de higiene y seguridad de los alimentos funcionales están reguladas como cualquier otro alimento. Además, la legislación española, al igual que la de la Unión Europea, contempla que cuando se realicen afirmaciones relativas a que un producto está enriquecido con algún nutriente determinado, el envase debe contener obligatoriamente el etiquetado nutricional, indicando el aporte real del producto en ese componente.
Con respecto al etiquetado, la presentación y la publicidad, la Unión Europea determina que la información que se incorpora a los envases y la publicidad no puede atribuirse propiedades preventivas, de tratamiento o curación de una enfermedad.
Debido al creciente interés por los alimentos funcionales, actualmente la Unión Europea, a través de un organismo denominado FUFOSE (Functional Food Science in Europe), está trabajando en la regulación de las alegaciones sanitarias, es decir, la información dirigida al consumidor sobre los efectos beneficiosos de este tipo de alimentos sobre la salud del consumidor y en la prevención de ciertas enfermedades mediante dosis concretas.
La Unión Europea exigirá que las alegaciones sanitarias que aparezcan en el etiquetado y en la publicidad de todos los alimentos funcionales estén avalados por estudios científicos. En la actualidad, los académicos, científicos y organismos reguladores de la Unión Europea están buscando una base científica que apoye las alegaciones beneficiosas que se asocian a los componentes funcionales o los alimentos que las contienen. Para ello será preciso encontrar biomarcadores eficientes basados en estudios realizados en humanos.
FUENTE: © Copyright Bayer AG, Leverkusen, Alemania