Las secuelas psicológicas de la obesidad en los niños

La discriminación que sufren los menores que tienen sobrepeso les puede acarrear problemas en su identidad, incluso después de bajar de peso. Las reacciones más comunes son la introversión y el aislamiento o la agresividad. Los padres tienen un rol fundamental en la prevención tanto de la obesidad como en la percepción que se tiene en torno al tema.

El 18% de los niños que entra a primero básico es obeso, según las cifras que maneja el Ministerio de Salud de Chile. Esta patología, además de traerles problemas, como la hipertensión, el colesterol alto o la resistencia a la insulina, les puede dejar secuelas sicológicas que repercuten a lo largo de su vida, incluso si ya han adelgazado.

«Aunque en el colegio lo traten bien y sus compañeros no lo molesten o no le pongan sobrenombres, de todos modos les afecta, pues estamos en un contexto donde la obesidad es lo contrario a lo que se espera», explica la sicóloga infantil Astrid Martin.

Coincide con esta visión la sicóloga de la Universidad de Chile, Gabriela Hirsch, quien asegura que «los efectos son bastante severos, porque ser delgados en nuestra cultura es parte de la belleza. En los estratos más altos es más importante aún».

En la infancia, etapa en que comienza la construcción de la identidad, uno de los factores importantes es la imagen corporal, por lo que es importante que el menor esté conforme con lo que ve. «Puede ser una persona más insegura, con más baja autoestima», puntualiza la sicóloga Astrid Martin.

Tímidos o agresivos

Aunque no necesariamente un pequeño obeso va a tomar alguno de estos caminos, por lo general las dos conductas más comunes en los niños obesos es que sean tímidos y retraídos o bien, que se comporten agresivos con los demás. En ambos casos se trata de una manera de canalizar la inseguridad que les produce no sentirse incluidos. «Estas conductas le permiten controlar de alguna manera la situación», señala Martin.

Aunque no es lo general, una consecuencia de la obesidad infantil es la depresión. «Hay algunas edades, cerca de los ocho años, cuando están en tercero básico, en que las niñitas especialmente están centradas en lo físico. Las más bonitas, las rubiecitas, las más flacas, las que tienen un aspecto que culturalmente es aceptado como bello, son las líderes, las más populares. No es lo más frecuente, pero puede pasar», explica la sicóloga.

Malos para la pelota

En el caso de los varones, uno de los problemas que los hace sentir diferentes es cuando están en clases de Educación Física. «El deporte tiene una connotación importante, sobre todo entre los adolescentes. Si es muy gordo (el niño o el joven), tiene dificultades para correr, le preocupa el qué diran y tiene temor al ridículo», acota la sicóloga Gabriela Hirch. «Si el niño no tiene directamente sobrenombres, sí puede sentirse excluido, discriminado, pues -por ejemplo- cuando hacen los equipos de fútbol a los más gordos son a los últimos que eligen, porque obviamente el estado físico no les favorece para ser buenos deportistas», agrega Astrid Martin.

Padres solidarios

Una de las cosas más importantes para manejar bien el problema de la obesidad en los pequeños es que la familia cambie su hábitos y los apoye con una dieta saludable. «Esto de que esté toda la familia completa comiendo cosas ricas y él no lo hace sentir más inseguro y bajar la autoestima más todavía. Lo ideal es que en la casa no existan golosinas, sino que comidas sanas y que sea toda la familia la que funcione de esta manera», recomienda Astrid Martin.

Al contrario, «esas mamás que están todo el día encima de los niños, pendientes de que no coman y no engorden, en general, lo que obtienen es que más inseguridad y más rabia, que puede ir dirigida hacia la mamá o a él mismo. Esto puede hacer que coma más, en vez de que coma menos», explica Martin. Por otra parte, la presión puede causarles ansiedad y, para evitarla, comen más, explica.

El buen manejo del problema pasa por «tener papás preocupados por el tema, que no les están haciendo ver constatemente que se ven feos por ser gordos. Es decir, que no dan mensajes negativos en relación al sobrepeso», concluye.

Alimentación sana

«Es de gran importancia que los pediatras se involucren desde primer día en la alimentación de los niños, porque hay una creciente tendencia a recompensarlos con alimentos», explica el doctor Harry Green, quien fue presidente de la Socieda Estadounidense de Nutrición Clínica y actualmente es director médico del Slim Fast Food, en Estados Unidos.

La pediatra especialista en obesidad, Cecilia Castillo, coincide con esta apreciación: «Un niño es obeso porque sus padres o su familia cercana le permiten ser obeso».

Para prevenir o revertir la obesidad en los más chicos, los especialistas recomiendan que toda la familia se involucre en el cambio de alimentación, que no se compensen las ausencias de los padres o no se den recompensas en alimentos y en, el caso de los menores de ocho años, «no se recomienda que bajen de peso, sino que lo mantengan, porque, a diferencia de los adultos, ellos crecen», explica la Dra. Castillo. Poner a un niño a dieta es muy difícil, por lo que es aconsejable reemplazar las golosinas por frutas y restringir las porciones que les sirven.

Fuente

La Tercera – Chile

Autor

Aida Worthington