El estudio paneuropeo «La Salud en la Familia», realizado por Kelloggs en 2005, analiza las conductas y conocimientos que tienen los niños y sus padres acerca de la alimentación y la actividad física y pone de relieve el importante papel que desempeñan los padres en la educación nutricional y estado de salud de sus hijos.
En un contexto social en el que la obesidad es calificada por la OMS epidemia del siglo XXI, Kelloggs considera que «se debe cambiar la perspectiva y desterrar la idea actual de alimentos buenos y malos y buscar una solución más equilibrada en la que podamos comer de todo con moderación, dentro de una alimentación sana y un estilo de vida activo».
Para la realización de este estudio, Kelloggs ha analizado aspectos como la forma de alimentarse de los europeos y recoge las opiniones, las conductas y los conocimientos sobre alimentación que tienen los niños y sus padres, sobre todo acerca del desayuno, la actividad física y el concepto que tienen de alimentación sana.
Los objetivos de este estudio, que pretende ser de utilidad para los profesionales de la salud en la prevención de la obesidad, han sido determinar hasta qué punto los niños comprenden la información nutricional; identificar los obstáculos a los que se enfrentan los individuos cuando deciden comer de forma sana; descubrir el grado de conocimiento sobre los beneficios del desayuno y conocer las barreras que impiden realizar el desayuno diariamente.
La mayor parte de los niños cree que sus padres son los responsables directos de que tengan una alimentación sana, además de ser la principal fuente de información creíble sobre los alimentos.
Los niños y adultos de todos los países analizados en el estudio (Reino Unido, Francia, Italia y Suecia) parecen tener una visión clara de cuáles son los alimentos que pueden considerarse propios de una alimentación sana. Curiosamente, los niños asocian los alimentos sanos con los que tienen vitaminas, calcio o un bajo contenido graso.
Un 74% de los niños cree que el mayor beneficio de una alimentación sana es que te ayuda a crecer, sin embargo los factores que motivan a los niños obesos y con sobrepeso a comer sano están relacionado con la pérdida de peso, obviando cualquier otro beneficio de una comida sana. Los padres de estos niños contribuyen a este problema ejerciendo un menor control sobre lo que comen, no animándoles a participar en actividades físicas y utilizando la comida como medio de recompensa.
Las familias con niños con un peso normal tienen mayor tendencia a comer unidas que las de los niños con sobrepeso u obesos.
La actitud de los padres con respecto al peso de sus hijos va en consonancia con la actitud del niño hacia su propio peso, pues un 88% de los niños obesos o con sobrepeso que desean «seguir teniendo el mismo peso que ahora» tienen padres que creen que el peso de su hijo «es, más o menos, el adecuado».
El 91% de los padres cree que es importante no saltarse la hora del desayuno, aunque tan sólo la mitad de los padres desayunan con sus hijos.
La falta de apetito y de tiempo es el motivo principal por lo que los niños no desayunan.
El porcentaje de niños obesos que consume cereales en el desayuno es bastante menor que el de los niños con peso normal un 62% frente a un 74%.
Los padres de los niños obesos también tienen menos tendencia a practicar actividades físicas junto a sus hijos. De hecho, un 52% de los padres afirma que nunca o casi nunca hace ejercicio con sus hijos.
Los niños creen que el mayor beneficio que aporta el ejercicio físico es mantenerse en forma. Los niños obesos están menos motivados para adoptar conductas activas y más reticentes a participar en las actividades deportivas y de equipo. Además, sus padres suelen aceptar su falta de participación en las mismas.
Los niños obesos ven la utilidad del ejercicio físico para quemar calorías y no suelen mencionar ningún otro beneficio ligado a un estilo de vida activo.