La nacion, 13 de Junio de 2005
Quienes acompañan sus comidas y sus actividades cotidianas con gaseosas light lo hacen firmemente convencidos de que esas bebidas son sus aliados en la lucha por bajar algunos kilos extra, o por lo menos para no seguir sumando. Sin embargo, un reciente estudio norteamericano sugiere que las gaseosas light no son tan dietéticas como parecen: no sólo no ayudan a adelgazar, sino que suelen tener un efecto contrario.
Los autores del Estudio Cardíaco de San Antonio, Texas, cuyos resultados se presentaron ayer en las 65as Sesiones Científicas Anuales de la Sociedad Norteamericana de Diabetes, que reúne aquí a más de 13.000 médicos y pacientes, observaron que el riesgo de sobrepeso u obesidad aumenta un 65 y un 41%, respectivamente, por cada lata o botella de 330 ml de gaseosa light al día.
«La creciente incidencia de sobrepeso asociada a crecientes dosis de bebidas gaseosas light observada en nuestro estudio plantea interrogantes sobre la confianza de estos productos en los programas de descenso de peso», dijo a la doctora Sharon Fowler, del Centro de Ciencias de la Salud de San Antonio, Texas, y principal autora del estudio que evaluó durante ocho años el consumo diario de bebidas gaseosas de 1550 personas de 25 a 64 años.
Los investigadores observaron que los que tenían un índice de masa corporal normal al comienzo del estudio, pero que habían tomado gaseosas dietéticas durante los ocho años que fueron evaluadas, la incidencia de sobrepeso y obesidad fue mayor que entre los que prefirieron las gaseosas comunes. Y esa tendencia fue directamente proporcional a la cantidad de gaseosa ingerida: la tasa de sobrepeso al final del estudio para los que tomaban menos de una lata por día fue del 26% para los consumidores de bebidas no light y del 36,5 en el grupo light; para los que tomaban entre una y dos latas por día, del 32,8% y del 54,5%, respectivamente.
El motivo por el cual las gaseosas diet resultan menos «dietéticas» que las gaseosas comunes o regulares -como las llaman aquí, en Estados Unidos- está aún por definirse. En primer lugar, señaló la doctora Fowler, «es probable que las personas que prefieren las gaseosas light, como yo -admitió-, tengan antecedentes familiares de obesidad, lo que significa que ya de por sí presentan un riesgo mayor de sobrepeso».
De todos modos, Fowler sostiene que no es una explicación suficiente: «Quienes toman gaseosas light, no beben agua, ni jugos, ni leche, que no sólo tienen menos calorías, sino que además, en el caso de la leche, hay muchos estudios que sugieren que un buen aporte de calcio diario ayuda a bajar de peso».
Por otro lado, un reciente estudio de la Universidad de Purdue, Estados Unidos, muestra que las personas que toman gaseosas light tienden luego a consumir más postres hipercalóricos que los que toman gaseosas comunes. «Piensan que porque toman gaseosas light ya se ganaron el privilegio de sumar calorías en otras partes de su dieta», comentó la doctora Fowler.
Finalmente, comentó esta experta en epidemiología y nutrición, «hay estudios que sugieren que el consumo de sustancias sustitutas del azúcar [como los endulzantes] altera la capacidad del organismo de medir la cantidad de calorías que necesita obtener a través de los alimentos. Así, mientras nuestro sentido del gusto nos dice que estamos comiendo algo dulce y, por lo tanto, hipercalórico, nuestro cerebro sigue pidiendo más calorías y nos lleva a comer más».
En definitiva, concluyó Fowler, «el mejor aliado para quienes quieran bajar de peso o evitar aumentarlo sigue siendo el agua».
Autor: Sebastián A. Ríos