La malnutrición de la madre y una lactancia materna insuficiente influyen directamente en la calidad de vida adulta

  • Ambos desajustes facilitan la aparición de cuadros de obesidad, síndrome metabólico, diabetes y enfermedades cardiovasculares cuando el niño llegue a la edad adulta.
  • El incremento de peso excesivo durante la niñez para contrarrestar este déficit resulta contraproducente.
  • El «lifelong approach» es un enfoque que considera los diferentes eventos a lo largo de la vida para prevenir las enfermedades crónicas.
  • En Chile, 50.000 niños nacidos vivos por año ven aumentar los riesgos de enfermedades cardiovasculares a medio y largo plazo.

La lucha contra la obesidad y la aparición de enfermedades crónicas requiere medidas que consideren un origen precoz de ambos problemas en la vida del individuo. Ése es el punto de partida de la conferencia que bajo el título «Alimentación, crecimiento y origen temprano de las enfermedades crónicas», ha pronunciado el catedrático de la Universidad Católica de Chile y presidente del International Congress on Developmental Origins of Health and Disease 2009, Francisco Mardones en la sede de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao.

Es conocido que el mayor riesgo de obesidad y de enfermedades crónicas depende del estilo de vida (dieta y ejercicio). No obstante, entiende el experto que «en las últimas dos décadas se han presentado evidencias epidemiológicas y experimentales que vinculan la obesidad, el síndrome metabólico (SM) y una serie de enfermedades crónicas del adulto al crecimiento temprano prenatal y postnatal. El desequilibrio entre las dietas hipo e hipercalóricas y de baja calidad aumenta el riesgo de obesidad en recién nacidos de bajo peso que hayan tenido una lactancia materna insuficiente».

Subraya el especialista que «la obesidad abdominal se ve especialmente afectada en este proceso. A su vez, se percibe la influencia de este desajuste en la aparición de otros componentes del Síndrome Metabólico (SM), tales como la hipertensión arterial, la diabetes y la dislipidemia. También, enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus u otras enfermedades crónicas del adulto».

Tal y como asevera Francisco Mardones, «este modelo fue sugerido por primera vez en las asociaciones epidemiológicas del doctor David Barker y sus colaboradores, quienes detectaron en niños de bajo peso al nacer un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular de adulto, además de diabetes tipo 2 y SM». Puntualiza el experto que «en aquellos casos en los que se detecta que hubo restricción del crecimiento fetal e infantil, seguido por un incremento de peso excesivo durante la niñez, aumenta el riesgo de padecer SM y enfermedades cardiovasculares. Se trata de una medida contraproducente», advierte el especialista.

«Es de interés destacar», subraya el experto en nutrición, «que en fechas recientes el Foresight Report, informe realizado para el Reino Unido que orienta tanto a los diseñadores de políticas estratégicas como la investigación sobre la obesidad en ese país, concluyó que los patrones de crecimiento temprano desde el embarazo hasta la niñez junto a la alimentación al pecho constituyen determinantes del futuro riesgo de obesidad. Por tanto», aclara el especialista chileno, «ha de enfatizarse en la importancia del llamado lifelong approach, enfoque que considera los diferentes eventos a lo largo de la vida para prevenir las enfermedades crónicas».

Matiza Mardones que «no sólo resultan interesantes las mejorías en el peso al nacer sino que últimamente se ha detectado una clara relación inversa de la edad gestacional y la talla al nacer con la obesidad posterior».

La prevalencia de obesidad en EE. UU. llega a 30% y en Inglaterra alcanza un 25%, lo que expresa el carácter internacional de la epidemia. «Las personas obesas concentran el mayor riesgo de síndrome metabólico y a su vez tienen mayor riesgo de presentar enfermedades cardiovasculares y diabetes mellitus, con las terribles consecuencias que depara. No en vano, las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte y la diabetes mellitus la primera fuente de carga de enfermedad en el mundo occidental».

La explicación que aclara estas observaciones epidemiológicas de la obesidad y el SM de origen temprano «es la llamada programación metabólica, un evento que opera en un período critico o más sensible resulta en un cambio en el largo plazo de la estructura o función del órgano. El feto en el útero queda programado para la situación que la madre está viviendo y si luego de nacer vive en un ambiente en que la nutrición es hipercalórica con respecto a lo que fue programado surgen los problemas».

En esa misma línea, «la carencia severa de proteínas en la dieta es frecuente en países en desarrollo. Muchos fetos no crecen adecuadamente por bajo aporte de micronutrientes (vitaminas y minerales) en países desarrollados y en desarrollo. Además, la epidemia de obesidad está vinculada a la restricción del crecimiento intrauterino (RCIU). Se ha demostrado en niños con RCIU que, luego en su madurez, desarrollaron enfermedad coronaria».

El peso al nacer menor de 3.000 g ha mantenido proporciones estables en los últimos 15 años, fluctuando alrededor de 20% del total de los nacidos vivos. Al mismo tiempo, la incidencia de nacidos de forma prematura ha aumentado desde cifras 5-6% a 6,7%. Por tanto, hay alrededor de 50.000 niños nacidos vivos por año que ven aumentados los riesgos de enfermedades cardiovasculares a medio y largo plazo.