UNA SOCIEDAD CAMBIANTE: HACIA LA CONVERGENCIA ALIMENTARIA

The New York Times

Comer de manera sana, lo suficiente y en no mucho tiempo es posible, si la sociedad española decide converger hacia horarios más europeos, como quiere el Gobierno, y se reduce la pausa actual del almuerzo. Así lo aseguran los expertos en nutrición, que creen que un almuerzo algo más pronto y ligero resultaría más saludable.

Para un adecuado almuerzo al mediodía, basta con disponer de una hora e ingerir unas 500 calorías. Lo único que habría que vigilar es que este cambio de hábitos al mediodía no dé lugar a una dieta diaria desequilibrada en cantidad y variedad.

El Ministerio de Trabajo introducirá una recomendación en la Ley de Igualdad para que empresarios y sindicatos pacten unas reorganizaciones de horarios laborales que tiendan a lo que ya es usual en otros países europeos vecinos, de manera que se pudiera terminar la jornada laboral más pronto y facilitar la conciliación de la vida laboral y familiar. Esos cambios supondrían adelantar y reducir el tiempo para el almuerzo. Y si se adelanta y acorta, seguramente sería una comida más ligera.

Los expertos ven más beneficios que perjuicios en estas medidas, siempre que se tengan en cuenta diferentes aspectos. «Acortar el tiempo al mediodía para almorzar haría que dejara de ser la gran comida importante del día, con lo que sería más ligera, se comería menos, y eso sería bueno para la salud», opina María Josep Rosselló, jefa de estudios de la diplomatura de Nutrición de la Universitat Ramón Llull (URL).

«Una comida más ligera es más aconsejable que una copiosa, pues facilita reanudar la actividad tras la pausa (hay que recordar que en España ya se hace poca siesta)», coincide el catedrático en Nutrición de la Universitat de Barcelona (UB), Abel Mariné. «Y comer más pronto y cenar más pronto nos iría bien», agrega Carme Vidal, otra experta en Nutrición de la UB.

«Para comer adecuadamente no hace falta mucho tiempo, pero se debe disponer del suficiente para no tener que comer con prisas», añade Mariné. Subraya que hay que evitar comer de pie y deprisa y, además, si se come despacio, masticando bien, se tiene sensación de saciedad antes, o sea que se come menos.

Pero Mariné cree que para comer bien bastan 45 minutos o una hora. «De acercarnos al horario europeo, no sólo deberíamos cambiar de hábitos alimentarios al mediodía, también por la mañana y por la noche», advierte Rosselló.

Eso debe traducirse en un desayuno más fuerte y una cena más saludable de lo usual para la mayoría de los españoles, que no fuera excesiva ni un picapica (tipo pan con embutido o quesos), sino que tuviera dos platos tipo verdura y pescado. Y, sobre todo, que fuera más temprana.

«Todo está relacionado, ahora desayunamos poco y mal porque no tenemos hambre, dado que cenamos demasiado tarde. Al desayunar poco y almorzar tarde, se come mucho al mediodía», dice Rosselló. Según ella, la excusa de falta de tiempo para desayunar es vacía. Si se tuviera más hambre, se hallaría tiempo para un desayuno más completo.

Rosselló señala que para una dieta normal para un adulto de unas 2 mil calorías al día, lo lógico es repartirla en al menos tres ingestas de alimentos. La comida no debe suponer menos del 25% de esa ingesta diaria (500 calorías).

Ahora, se suele comer en exceso. Si la comida se hace más ligera, el resto de ingesta calórica debe repartirse entre desayuno y cena, a condición de que ésta sea a una hora más temprana.

Lo que hay que evitar, coinciden los expertos, es que se adelante y acorte el horario del almuerzo pero no se cambie nada más. Por ejemplo, que se siga saliendo de trabajar tarde o cenando muy tarde.

Lo más probable es que aún más personas picotearán durante la tarde, y ese es uno de los factores que favorecen el desequilibrio de la dieta y el sobrepeso.
Tener menos tiempo para el almuerzo no necesariamente debe suponer recurrir a lo que se conoce como comida rápida, alimentos de consumo fácil, con mucha grasa o azúcar, los menos saludables.

Unas 500 calorías permiten diversas opciones y hay que saber optar por la variedad y lo equilibrado. Una opción puede ser el plato único. ¿Volverá el plato combinado? Mariné prefiere la comida ligera pero de dos platos y postre.

Dice que favorece el otro componente que suele tener la alimentación, además del puramente nutricional, que es el social: sentarse a una mesa a comer supone compartir un rato con otras personas.

Rosselló también aboga por mantener una pausa para el almuerzo nunca menor a 30 minutos para romper el cansancio laboral y compartir un rato con otras personas, pero cree que el plato único puede cumplir esa función y no ser menos completo que dos platos. Uno bien diseñado dice, puede ser de una base de ensalada o arroz o pasta y con atún o jamón. Si se opta por el plato combinado, los nutricionistas no tienen nada que objetar mientras incluya más ensalada o verduras que proteínas y no se abuse de fritos y rebozados. Además, recomiendan que se acompañe de un postre de fruta o, algún día, un lácteo.

El socorrido bocadillo tampoco es una mala opción para una comida rápida, pues aporta hidratos de carbono, que se han ido abandonando radicalmente en la dieta, explica Vidal. Lo mismo ocurre con la pizza, que al tener diversos ingredientes, también es un alimento bastante completo.

Pero no se aconseja que el almuerzo sea cada día un bocadillo o una porción de pizza porque limita la variedad de alimentos que debe tener una dieta. Además si se comen estos alimentos, debería incluirse también algo de fruta. Y, lo que dispara la obesidad en ambos casos es si el bocadillo o la porción de pizza se acompañan sistemáticamente de patatas fritas, un refresco y un pastelito de postre, dice Vidal.

Si se acorta el tiempo para almorzar, el problema puede ser no tanto sentarse una hora, sino que hay que sumar lo que se tarda en ir al restaurante, lo que tardan en servirnos. Los expertos apuntan que los restaurantes ya han ido adaptando sus menús a diversas necesidades y que cada día más personas ya se llevan la comida de casa para comer más sana o variadamente (y quizá ahorrar). Las empresas deberán ir facilitando lugares donde guardar y calentar la comida y poder sentarse un rato.

Rosselló señala que comer más rápido o salir antes del trabajo también puede favorecer que se haga algo más de ejercicio físico en el tiempo de ocio, otro componente que con una dieta sana ayuda a mantener una buena salud. «Estamos hablando de hábitos culturales más que alimentarios. Están muy arraigados y nunca es fácil cambiarlos», dice Mariné. Rosselló cree que al principio podría parecer difícil y es probable que hasta hubiera un periodo de desequilibrio hasta reajustar todos los horarios de cada uno (comer antes y menos, cenar antes, desayunar más…). Pero recuerda que cuando viajamos a otros países sí solemos variar con relativa facilidad nuestros horarios.

Autor: MARTA RICART