- Serán necesarios cinco años más para aplicar las investigaciones más vanguardistas sobre nutrigenómica a los grupos de alto riesgo y diez para que se beneficie un grupo más generalizado de población.
- Desde hace décadas es conocida la existencia de una distinta respuesta individual a la misma dieta, habiéndose clasificado los individuos como hipo-respondedores o hiper-respondedores.
- La evidencia científica más reciente no ha corroborado un buen número de las recomendaciones dirigidas a la población en general.
- En la actualidad se han descubierto alrededor de 250 genes relacionados con la obesidad.
- Una vez conocidos todos los genes de la obesidad, modulando factores ambientales, como la dieta, es posible cancelar el riesgo de la obesidad y conseguir un envejecimiento más saludable.
«Cerca de diez millones de mutaciones genéticas en el genoma humano hacen que cada individuo sea único”. Ése es el punto de partida que maneja José María Ordovás, miembro de la USDA y Universidad Tufts (Boston, EE. UU.), para analizar la emergente ciencia de la nutrigenómica y su impacto en la salud pública en el VIII Congreso Nacional de Nutrición Comunitaria. Ordovás recuerda que “no es necesario conocerlas todas sino que con 500.000 se puede definir a cada individuo”.
En la actualidad se han descubierto alrededor de 250 genes relacionados con la obesidad. Ordovás explica que las investigaciones desarrolladas tienen como finalidad detectar todos los genes vinculados a la obesidad para después, “modulando factores ambientales, como la dieta, se cancele totalmente el riesgo de sufrir esa enfermedad y conseguir así un envejecimiento más saludable”.
Ordovás precisa, como ejemplo, que “según la predisposición genética de los individuos será más recomendable para unos que para otros el consumo de aceites de pescado, en los que se encuentra el Omega 3, o determinadas recomendaciones dietéticas o farmacológicas. No se podrán modificar las mutaciones genéticas de cada individuo, pero sí se podrá conocer cuáles son las de cada persona y adoptar medidas de prevención o tratamiento con más precisión”.
El investigador considera que serán necesarios todavía unos cinco años más para comenzar a aplicar las investigaciones más vanguardistas sobre nutrigenómica a los grupos de alto riesgo y diez para que se beneficie un grupo más generalizado de población.
Explica Ordovás cómo “a lo largo de las últimas décadas, diversas sociedades científicas y médicas han elaborado recomendaciones dietéticas, tanto para evitar deficiencias nutricionales como para prevenir las enfermedades más comunes de la sociedad que parecen estar asociadas con un excesivo consumo de calorías y de ciertos nutrientes. Sin embargo la evidencia científica más reciente no ha corroborado un buen número de estas recomendaciones dirigidas a la población en general”.
Subraya el especialista que “desde hace décadas es conocida la existencia de una distinta respuesta individual a la misma dieta, habiéndose clasificado los individuos como hipo-respondedores o hiper-respondedores. Sin embargo, los factores implicados en esta diferente respuesta no son bien conocidos. Los nuevos conocimientos derivados de la secuenciación del genoma humano y de toda la tecnología asociada posibilitan su integración en la nutrición clásica, dando lugar al auge de una nueva disciplina, la genómica nutricional o nutrición molecular, que promete una mayor personalización de las dietas y una prevención y terapia nutricional mas eficaz”.
En estos momentos existe evidencia científica en apoyo de este concepto. “Sin embargo”, puntualiza José María Ordovás, “su aplicación a la practica clínica habitual debe esperar a una mayor consolidación de estos conocimientos. Estudios recientes han enfocado la investigación hacia la prevención de las enfermedades cardiovasculares”.