La salud no es la única motivación para alimentarse ni para hacerlo de un modo determinado. En la comida, además del aspecto nutricional, cabe considerar otros aspectos sociales y personales que influyen en la alimentación. «Ignorar estas especificidades es, casi con seguridad, condenar al fracaso cualquier campaña educativa de carácter nutricional», según se pone de manifiesto en el trabajo «Dimensiones socioculturales de la obesidad» del Observatorio de la Alimentación de la Universidad de Barcelona
medicosypacientes.com, 5 de octubre 2009
Mejorar los hábitos alimentarios no es una tarea fácil a pesar del empeño y de los medios que puedan poner las administraciones y las personas o instituciones más o menos responsables. Hasta hoy se ha puesto el énfasis casi exclusivamente en la educación nutricional. Y la educación nutricional se ha entendido, y sigue entendiéndose, fundamentalmente como “proporcionar información nutricional” orientada a lograr una dieta “equilibrada y variada”.
Sin embargo la salud no es la única motivación para alimentarse ni para hacerlo de un modo determinado, y no tener esto en cuenta es condenar al fracaso cualquier medida de prevención d ela obesidad que quiera llevarse a cabo. Así se desprende del trabajo “Dimensiones socioculturales de la obesidad”, realizado por Jesús Contreras, del Observatorio de la Alimentación Parc Científic de Barcelona, de la Universidad de Barcelona, y que la Fundación Medicina y Humanidades Médicas ha seleccionado como tema del mes.
Se indica en dicho trabajo que diversos estudios realizados ponen de manifiesto que no existe una correlación entre mayor información nutricional y mejora de los hábitos alimentarios. Los niños y los jóvenes saben qué responder cuando se les pregunta acerca de los componentes nutritivos de una determinada dieta; sin embargo, este conocimiento «intelectual», que hoy en día algunos profesionales de la dietética reclaman para los escolares españoles, no se refleja en su propio comportamiento alimentario.
En la medida en que en las comidas estructuradas o regulares estos elementos están ausentes, los adolescentes encuentran que la «experiencia social» está negada. Las pautas alimentarias seguidas por los jóvenes (basadas en el consumo de hamburguesas, pizzas, patatas fritas y bebidas edulcoradas) ha alarmado a los nutricionistas.
En la comida, además de la nutricional, cabe considerar otros aspectos sociales y personales que influyen en la alimentación. Entre estos se pueden citar, por ejemplo: preferencias individuales, hábitos adquiridos, condicionamientos horarios derivados de los ritmos y horarios de las actividades laborales o de estudio y los horarios de ocio, los horarios de las comidas, el presupuesto doméstico, la mayor o menor importancia concedida a satisfacer las apetencias o requerimientos de los diferentes integrantes del hogar, y otros muchos. “Ignorar estas especificidades es, casi con seguridad, condenar al fracaso cualquier campaña educativa de carácter nutricional”, concluye Jesús Contreras.
La obesidad como epidemia
Con la abundancia propia de los países industrializados, los problemas de salud se han desplazado desde los relacionados con la desnutrición (como el raquitismo o la anemia), hacia los relacionados con la sobrealimentación y el sobrepeso. Este empeoramiento de nuestros hábitos dietéticos se concreta, entre otros aspectos, en un consumo excesivo de calorías y en el sobrepeso correspondiente que, en cuanto tal, es considerado como un «factor de riesgo».
A la obesidad se la ha calificado ya como “epidemia” y se ha alertado de la necesidad de tomar medidas urgentes para tratarla y prevenirla.
A escala mundial se habla de la existencia de 320 millones de personas obesas. En España, de acuerdo con el Ministerio de Sanidad y Consumo (2005), uno de cada dos adultos tiene exceso de peso y el 14,5% son obesos. En la población infantil, el problema es aún más preocupante, pues en poco tiempo se habría pasado del 5% al 16,1% de niños de entre 6 y 12 años con problemas de exceso de peso y con muchas probabilidades de convertirse en adultos enfermos.
La obesidad es una enfermedad de carácter crónico que adquiere especial relevancia durante la infancia y la adolescencia, pues es en estas etapas de la vida cuando se adquieren los hábitos alimentarios que probablemente se mantendrán durante la vida adulta. Esta “epidemia” tiene graves consecuencias sobre la esperanza y la calidad de vida y está relacionada con las principales enfermedades no transmisibles, como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares o ciertos tipos de cáncer, que están en la base del 60% de todas las muertes que se producen en el mundo.