Los sucedáneos de la grasa utilizados en algunos productos alimentarios, y que, en teoría, deberían ayudar a las personas a controlar su peso, podrían tener el efecto contrario, según los resultados de una nueva investigación.
NC&T, Julio 2011
Estos sucedáneos están diseñados para imitar el sabor de la grasa en alimentos en los que normalmente abunda esta sustancia, y proporcionar una menor cantidad de calorías.
Sin embargo, pueden terminar por confundir al cuerpo. Así lo cree Susan E. Swithers, profesora de ciencias psicológicas de la Universidad Purdue.
Ella y sus colaboradores todavía no lo han estudiado en humanos, pero sí han comprobado en experimentos que cuando las ratas consumen un sucedáneo de la grasa, las señales que podrían ayudar a controlar la ingesta de comida sufren perturbaciones, y, como resultado, las ratas ganan peso.
La sustitución de un componente de la dieta con un producto de sabor similar pero con menos o ninguna caloría, suena como un enfoque con sentido común para perder peso, pero hay otras funciones fisiológicas en juego.
El sabor normalmente alerta al cuerpo sobre lo que puede esperar, y ciertos sabores anuncian la entrada de grandes cantidades de calorías.
Todo apunta a que cuando esas calorías esperadas no llegan, los sistemas se vuelven ineficaces, lo que trae como consecuencia que uno de los mecanismos del cuerpo para controlar la ingesta de alimentos deje de funcionar debidamente.
En la investigación también han trabajado Terry L. Davidson y Sean Ogden, de la misma universidad.