Falta de atención e hiperactividad: el trastorno de los niños inquietos

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es una patología que padece entre un 2 y un 5% de la población infantil y que provoca dificultades para mantener la atención, así como conductas hiperactivas y/o impulsivas. Todo esto puede ocasionar serios problemas en el desarrollo del niño, provocando una disminución del rendimiento académico, una falta de adaptación social y como consecuencia, serios desajustes emocionales.

Para un tratamiento adecuado del TDAH es fundamental un diagnóstico integral realizado por los especialistas (neuropediatra, psiquiatra infantil, y pediatra). De este modo, se puede aplicar cuanto antes un tratamiento combinado -“multimodal“-, en el que se coordinan simultáneamente tratamientos de tipo farmacológico, psicológico y psicopedagógico. Ninguno de ellos es exclusivo; no puede, ni debe sustituir a los demás. Este trastorno del neurodesarrollo, el más frecuente en la población infantil, deteriora la calidad de vida de los niños y su relación con el entorno social, interfiriendo negativamente en su desarrollo personal.

Así se comportan

Ruidosos, maleducados, pesados. Muchos padres y profesores suelen juzgar de esa forma a aquellos niños inquietos, que se aburren enseguida y no dejan de molestar a sus compañeros de clase. Sin embargo, pocos conocen la verdadera causa de este tipo de comportamiento.

Se trata del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), una patología que padece hasta un 5% de la población infantil. El TDAH provoca dificultades para mantener la atención, así como conductas hiperactivas y/o impulsivas. Todo esto puede ocasionar serios problemas en el desarrollo del niño, provocando una disminución del rendimiento académico, una falta de adaptación social y como consecuencia, serios desajustes emocionales.

Diversas investigaciones concluyen que los niños son más propensos que las niñas a sufrir TDAH, en cifras que varían de 2 a 1 hasta 9 a 1. Ellas suelen manifestar con mayor frecuencia problemas de en la atención, dificultades cognitivas, síntomas ansiosos y afectivos. Los niños, en cambio, manifiestan con mayor frecuencia síntomas de impulsividad o agresividad.

TDAH: Causas que pueden predisponer a su aparición

El TDAH es uno de los trastornos más importantes en el área del neurodesarrollo Infanto-Juvenil y es posiblemente, la patología más estudiada. En principio, se sabe que en el niño con TDAH existe una producción irregular de dopamina y noradrenalina, dos neurotransmisores necesarios para que exista una adecuada comunicación entre las neuronas y todo funcione normalmente. Sin embargo, el origen de esta anomalía es desconocido.

Las investigaciones sugieren que no existe una única razón que provoque este trastorno; éste se origina, más bien, en respuesta a muchas causas que se dan a la vez en el niño que lo desarrolla. En este sentido, podemos distinguir, entre factores biológicos y psicosociales.

  • Los primeros están relacionados con factores genéticos (se puede afirmar que el TDAH es altamente hereditario y que está más relacionado con la genética que con el entorno) y diversos acontecimientos que se producen durante el embarazo (prenatales) o en torno al nacimiento del niño (perinatales), como su bajo peso al nacer o que la madre fume o beba alcohol durante el embarazo.
  • Por otra parte, en cuanto a los factores psicosociales, existe una mayor prevalencia de este trastorno en los medios urbanos desfavorecidos. Las razones son varias: ambientes de pobreza, malnutrición y exclusión social, problemas familiares y violencia en el hogar. Todo esto favorece la aparición de los síntomas de TDAH y contribuyen a su desarrollo y perpetuación.
  • El TDAH es un trastorno crónico y comienza a manifestarse antes de los 7 años. A lo largo del desarrollo del niño, sus síntomas pueden cambiar o disminuir; no obstante, se estima que más del 80% de los niños continuarán presentando problemas en la adolescencia, y entre el 30-65%, en la edad adulta.

¿Cuáles son los síntomas del TDAH?

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) provoca en los niños que lo padecen conductas hiperactivas, compulsivas y dificultades para prestar atención. Sin embargo, muchos de estos comportamientos son normales en la mayoría de los niños. La diferencia es que en los niños sin TDAH, estos síntomas tienden a disminuir según crecen y pasan de la educación infantil a la primaria.

Por ello, a la hora de distinguir entre un niño con TDAH y un niño sin TDAH, es muy importante tener en cuenta la cantidad, frecuencia e intensidad de los síntomas y su permanencia en el tiempo y en diferentes situaciones. En el TDAH, los síntomas son numerosos, frecuentes y graves, y tienen un gran impacto en la vida diaria. Además están presentes en varias situaciones o entornos de la vida del niño (no sólo en casa o sólo en el colegio) y no se corresponden con su edad.

  1. Hiperactividad: Los niños que padecen hiperactividad tienen dificultades para mantenerse quietos. Les cuesta permanecer sentados durante mucho tiempo y se retuercen en su asiento, moviendo excesivamente las manos y los pies. De hecho, están casi siempre en movimiento, como impulsados por un “motor”. Hablan en exceso, corren o saltan en situaciones inadecuadas y les resulta difícil jugar tranquilamente. También suelen entorpecer los asuntos de los demás, tocan cosas que no deben, hacen payasadas.
  2. Impulsividad: Los niños impulsivos tienen dificultades para inhibir o modular sus respuestas ante diversas situaciones. Es decir, hacen lo primero que les apetece o se les ocurre; responden sin pensar, dicen comentarios inapropiados y sólo ven las consecuencias de sus actos cuando es demasiado tarde y ya han hecho o dicho algo fuera de lugar; sin embargo, no aprenden y vuelven a reaccionar de forma irreflexiva. A su vez, les resulta muy difícil esperar su turno para realizar sus actividades, por ejemplo en juegos, y por ello no son aceptados por sus compañeros.
  3. Falta de Atención: Los niños con problemas de atención presentan muchas dificultades en realizar una misma tarea durante mucho tiempo. Tienen que hacer un gran esfuerzo para terminar acciones rutinarias, ya que se distraen fácilmente con cualquier estímulo que se cruza en su camino, dejando las cosas a medias. En consecuencia, tienen errores por descuido y el trabajo suele ser sucio y desordenado. Este tipo de síntomas del TDAH es más frecuente en las niñas, que a veces pasan por “tontas” o “despistadas”. Ellas suelen acudir a la consulta en cursos más altos de primaria porque no “molestan” en clase y no tienen grandes problemas con las notas hasta que las clases se hacen más complicadas y los niños han de ser más autónomos en clase.

Tipos de TDAH

Es fundamental tener en cuenta que las manifestaciones de TDAH no se dan siempre al mismo tiempo. De hecho, existen tres tipos de TDAH:

  • TDAH tipo hiperactivo-compulsivo (predominan los síntomas de hiperactividad e impulsividad).
  • TDAH tipo inatento (predominan los síntomas de falta de atención).
  • TDAH tipo combinado (el niño presenta una mezcla de síntomas de hiperactividad, impulsividad y de falta de atención).

El diagnóstico del TDAH

Además de evaluaciones médicas y tests pedagógicos, un buen diagnóstico debe incluir una entrevista completa y detallada con los padres, a fin de obtener todos los datos posibles sobre el estado general y los comportamientos del niño. Y a la hora de iniciar un tratamiento, un programa integral, que involucre terapias de tipo psicológico, psicopedagógico y farmacológico, es la manera más eficaz de tratar a los niños que padecen este trastorno.

Durante los primeros años de escolaridad, se exige al niño una serie de demandas que para él representan cambios importantes: horarios mas pautados, debe permanecer sentado, destinar un tiempo para hacer sus deberes. Pero sobre todo, se le pide que mantenga una gran atención y control sobre sí mismo.

Estos cambios, que para la mayoría se producen de forma natural, no son tan sencillos para los niños con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Es por ello que el diagnóstico suele producirse con la entrada del niño en el colegio. El gran número de exigencias a las que el niño con TDAH no puede responder hace que sea más evidente la necesidad de un diagnóstico de la mano de un profesional clínico especializado.

Generalmente son los especialistas (neuropediatra, psiquiatra infantil, y pediatra) los que realizarán un diagnóstico definitivo. Éste es fundamentalmente clínico e incluye entrevistas con los padres y el niño, una evaluación de la información de los profesores y exámenes físicos. Además se incluyen pruebas complementarias para descartar otros problemas médicos (neurológicos o endocrinológicos), toxicidad por medicaciones o drogas, problemas psiquiátricos y pedagógicos.

Los beneficios del diagnóstico integral

Lo primero que hará un médico ante un niño con posible TDAH será escuchar a los padres y al niño en una entrevista, para que describan la naturaleza de los problemas de su hijo. Aquí es donde se obtienen los datos más importantes para el diagnóstico; no hay tests ni pruebas que puedan sustituir a una entrevista detallada y cuidadosa.

Durante la misma se recoge la historia del desarrollo y de otros posibles problemas médicos del niño, datos importantes sobre su escolarización, ambiente familiar, social, etc. También se analiza la existencia de TDAH u otros problemas psiquiátricos en familiares del niño, y se evalúa si hay algún tipo de conflicto entre los padres, así como su forma de arreglar los problemas.

Además de las entrevistas y cuestionarios, suele ser recomendable tener una idea detallada del nivel intelectual del niño, a fin de descartar posibles problemas de aprendizaje y la existencia de un cociente intelectual bajo. También se pueden hacer pruebas específicas del lenguaje y aprendizaje, pruebas de atención y tests pedagógicos para saber el nivel académico y ver si hay un retraso escolar significativo.

Todas las pruebas médicas y exámenes psicológicos tienen como objetivo verificar la existencia de los elementos necesarios para diagnosticar un TDAH. Para ello, y como último paso de la evaluación, se utilizan criterios diagnósticos, según el Manual Estadístico y de Diagnóstico (DSM-IV-TR) de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) en su versión de 2000.

Un tratamiento multimodal: la mejor opción para combatir el TDAH

El tratamiento de los niños con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) requiere de un programa complejo y multidisciplinar, determinado por muchos factores. Algunos tienen que ver con las características individuales del niño, como el sexo o la edad, y otros, con agentes externos como el entorno familiar y social.

Existen distintos abordajes terapéuticos para tratar el TDAH, pero el tratamiento combinado -“multimodal“- es el que ofrece mejores resultados. Esto supone la inclusión de padres, profesores, médicos y psicólogos en todos los niveles de la terapia. Teniendo esto en cuenta, se coordinan simultáneamente tratamientos de tipo farmacológico, psicológico y psicopedagógico. Ninguno de ellos es exclusivo; no puede, ni debe sustituir a los demás.

Tratamiento psicológico

El tratamiento psicológico implica varios tipos de psicoterapia: terapia familiar e individual (que reduce el estrés en la familia provocado por la enfermedad del niño), y la psicoeducación y entrenamiento a los padres para entender y controlar el comportamiento de su hijo.

  • Psicoterapia en los niños

En los niños, la psicoterapia suele combinarse con medicación. En algunos casos se utilizan por sí solas, pero en general es mejor el tratamiento combinado. En estos casos, la psicoterapia conductual es la más eficaz.
En líneas generales, se le enseña al niño a controlarse, a observar e identificar sus actividades inapropiadas para que comience a comprender la forma en que sus comportamientos interrumpen y molestan a los demás y cómo intentar reducirlos.

  • Psicoeducación y entrenamiento para los padres

Se les enseña a los padres a marcar a su hijo pocos límites, pero estables, de uno en uno; también se les explica que no deben consentir las exhibiciones del niño en un “escenario público“. Se les entrena a tener presente que por cada conducta negativa del niño, también existen muchos valores positivos en él. Y lo más importante, que debe haber una muy buena comunicación entre la pareja.

Intervención psicopedagógica y escolar

Consiste en apoyar al niño en el colegio, en aquellas áreas en las que está más necesitado. A nivel escolar no hace falta disminuir la exigencia, sino que, mediante algunas estrategias, mejorar la eficacia del niño para obtener mejores resultados. A menudo, los profesores deben organizar las tareas del alumno en forma secuencial, ya que él no se puede organizar solo. También se interactúa con los padres, premiando los comportamientos positivos en casa y en el colegio mediante un sistema de puntos.

Tratamiento farmacológico

La dopamina y la noradrenalina son dos neurotransmisores que trabajan en el área prefrontal del cerebro, transmitiendo mensajes de una neurona a otra. Estas zonas controlan los impulsos y, entre otras funciones, permiten que las personas puedan concentrarse y ser capaces de terminar una acción.

En los niños con TDAH, la acción de ambos neurotransmisores está disminuida, lo que impide que ciertos mensajes pasen de una neurona a otra de manera adecuada. Esto provoca que el área prefrontal del cerebro funcione por debajo de lo normal, dando lugar a conductas hiperactivas y/o impulsivas, así como a una anormal falta de atención.

Existen varios tipos de fármacos que, actuando sobre ambos neurotransmisores, ayudan a los niños con TDAH. Estos son, principalmente, los estimulantes (como el metilfenidato) y los no estimulantes (como la atomoxetina).

Estimulantes
El metilfenidato es un estimulante derivado de las anfetaminas, eficaz en el tratamiento del TDAH en aproximadamente el 60-75% de los niños. Actúa aumentando la dopamina en varias partes del cerebro implicadas en la atención.

Tiene una acción rápida; en unas dos horas alcanza su máximo nivel en la sangre, aunque en cuatro o cinco horas disminuye el efecto por lo que es necesario suministrarle la medicación dos veces al día. Las formas de liberación prolongada se recomienda dosificarlas en la mañana. Al tratarse de un psicoestimulante suele causar temor en los padres, pero se trata de una medicación segura

No estimulantes
La atomoxetina es un nuevo fármaco no anfetamínico que ha demostrado eficacia en el tratamiento de niños, adolescentes y adultos con TDAH. La atomoxetina aumenta la noradrenalina, un neurotransmisor cerebral que regula los niveles de la atención, impulsividad y actividad.

Es un tratamiento seguro, con efectos secundarios escasos, leves y transitorios. No actúa en zonas implicadas con la adicción, por lo que no produce efecto euforizante aunque se tome en dosis altas. La atomoxetina no esta contraindicada cuando concomitantemente los pacientes tienen ansiedad o tics. Además, la atomoxetina ha demostrado una eficacia similar a la de los estimulantes, con sólo una toma al día.

Trastornos asociados al TDAH

El TDAH frecuentemente se presenta con trastornos asociados llamados comorbilidades. Además, provoca en los niños una serie de problemas que afectan negativamente a su vida. Estos pueden agravarse en niños y jóvenes como consecuencia de la falta de tratamiento.

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad afecta al desarrollo social y emocional de los niños. La hiperactividad e impulsividad propias del trastorno causan problemas en las relaciones con los compañeros, tienden a tener pocos amigos y las relaciones con éstos son menos estrechas. Por otro lado, a largo plazo, puede producir una disminución del rendimiento académico que frecuentemente desemboca en fracaso escolar. Todo esto dificulta su paso a cursos superiores y la base de conocimientos del niño se hace cada vez más endeble.

Los fracasos repetidos en el colegio y con los amigos, así como las discusiones con los padres generadas por las malas notas y el mal comportamiento, provocan síntomas depresivos en los niños con TDAH. En algunos se pueden observar comportamientos negativistas, desobediencias cada vez mayores, desafío de la autoridad y poco a poco, problemas de conducta mayores, e incluso abuso de alcohol y drogas. Estos conflictos pueden agravarse cuando ha pasado mucho tiempo sin haber recibido un tratamiento adecuado para el TDAH.

También es muy frecuente que el trastorno aparezca unido a otras patologías comórbidas al TDAH. Este último punto es fundamental a la hora de realizar un buen diagnóstico.

Trastorno negativista desafiante

  • Este trastorno consiste en un agravamiento del problema de comportamiento que ocurre en la infancia y adolescencia temprana, en la cual el niño discute mucho las órdenes que se le dan, es hostil y desafiante, y presenta conductas de oposición haciendo lo contrario de lo que se le manda.
  • Lejos de ser esporádicas, como ocurre en los casos normales, estas actitudes se mantienen de forma continuada, ocasionando enfados explosivos y riñas con adultos. Además, el niño se vuelve muy sensible a los comentarios de otros y culpa a los demás por los errores propios.
  • El trastorno negativista desafiante suele ser el trastorno asociado con más frecuencia en los niños de edad escolar con TDAH.

Trastorno de conducta

  • El trastorno de la conducta es la forma más severa de trastornos de comportamiento, y se da principalmente en la adolescencia, en chicos que han tenido trastorno negativista desafiante de pequeños. Al tener tantos problemas en el colegio y con los padres, acaban por desafiar todas las reglas, oponerse a todo y frecuentemente faltan a clase, escapan de casa, etc.
  • Los adolescentes con trastorno de la conducta rompen repetidamente, y de forma persistente, las normas sociales y se saltan los derechos de los demás, pudiendo llegar hasta la delincuencia juvenil.
  • Los estudios indican que entre un 1,5% y un 3,4% de los jóvenes pueden sufrir este problema, siendo entre 3 y 5 veces más frecuente en chicos que en chicas.

Ansiedad por separación

  • Este trastorno es una causa frecuente de rechazo y fracaso escolar. El niño tiene mucho miedo de separarse de los padres, cuando va al colegio puede manifestarse con la presencia de síntomas físicos, como dolores de cabeza, de estómago, o vómitos.
  • Tampoco le gusta que los padres salgan de casa y lo dejen con otros familiares o con una niñera. Ese miedo a estar lejos de casa hace que en el colegio esté distraído y vaya mucho a la enfermería por problemas que no tienen causa médica, sino psicológica.
  • Los trastornos de ansiedad y el TDAH son los más frecuentes en la infancia, y se dan a la vez en un mismo individuo en aproximadamente un 25% de los casos. La presencia de TDAH aumenta por tres veces el riesgo de padecer un trastorno de ansiedad.

Trastornos del ánimo

Son un grupo de enfermedades bastante frecuentes en niños, adolescentes y adultos, que incluyen la depresión, la distimia y la enfermedad bipolar.

  1. Depresión: hay episodios (de al menos dos semanas) de estado de ánimo muy deprimido
  2. Distimia: hay períodos largos (de uno o dos años) de estado de ánimo medianamente triste
  3. Trastorno bipolar: además de episodios de depresión hay episodios de manía, con estado de ánimo elevado, eufórico o irritable.
  • Las características principales de este tipo de trastornos son las alteraciones en el estado de ánimo, que van desde un estado de animo triste, deprimido, irritable o eufórico. Además, hay alteraciones en otras áreas de la vida, como en los pensamientos (con ideas de inutilidad, de culpa, de muerte, de superioridad), y alteraciones físicas como alteraciones en la energía, el sueño, el apetito y disminución o aumento de la actividad.
  • Entre un 20 y un 30% de los niños con TDAH sufren este tipo de trastornos, con un riesgo de padecerlos 5 veces superior al de la población normal.