En un futuro, puede que se combinen vacunas y antibióticos con restricción calórica o cirugía bariátrica para controlar el peso corporal, según las conclusiones de un nuevo estudio acerca de las interacciones entre la dieta, el sistema inmunitario y las bacterias que viven en el intestino.
NC&T, Octubre 2012
Las bacterias intestinales desempeñan un papel crucial en la digestión. Ellas proporcionan enzimas necesarias para la absorción de muchos nutrientes, sintetizan ciertas vitaminas y aumentan la absorción de energía obtenida de los alimentos. Hace cincuenta años, en la ganadería se comprobó que regulando los microbios presentes en los animales mediante dosis bajas de antibióticos administrados por vía oral, se podía acelerar el aumento de peso del ganado. Más recientemente, unos científicos descubrieron que los ratones criados en un ambiente libre de gérmenes, y por tanto sin microbios intestinales, no ganaban peso extra, incluso con una dieta rica en grasas.
Unos investigadores de la Universidad de Chicago, en Estados Unidos, han logrado ahora desentrañar algunos de los mecanismos bacterianos que intervienen en la regulación del peso corporal. Estos científicos se centraron en la relación entre el sistema inmunitario, las bacterias intestinales, la digestión y la obesidad, y han mostrado cómo la obesidad provocada por la dieta depende no sólo de las calorías ingeridas, sino también de los microbios presentes en el cuerpo.
Para medir los efectos de los microbios y los del sistema inmunitario, el equipo de Yang-Xin Fu y Vaibhav Upadhyay, de la citada universidad, comparó ratones normales con ratones que tienen un defecto genético que hace que sean incapaces de producir linfotoxina, una sustancia que ayuda a regular las interacciones entre el sistema inmunitario y las bacterias en el intestino. Los investigadores comprobaron que los ratones que carecen de linfotoxina no ganan peso extra, incluso después de estar consumiendo una dieta rica en grasas durante bastante tiempo.
Con una dieta estándar, ambos grupos de ratones mantuvieron un peso estable. Pero después de nueve semanas con una dieta rica en grasas, los ratones normales aumentaron en un tercio su peso corporal, la mayor parte en forma de grasas. Los ratones que carecían de linfotoxina comieron tanto como los otros, pero no aumentaron de peso.
La dieta rica en grasas provocaba cambios en los microbios intestinales en ambos grupos. Los ratones normales experimentaban un aumento notable de una clase de bacterias (Erysopelotrichi) que tiempo atrás ya fue asociada con la obesidad y problemas de salud relacionados. Los ratones que carecían de linfotoxina no podían eliminar a las bacterias filamentosas segmentadas, sobre las cuales se descubrió previamente que inducen ciertas respuestas inmunitarias en el intestino. Eso conducía a una menor absorción total de grasa.
«Las bacterias del intestino podrían influir en la regulación de la ganancia de peso»
El papel de los microbios intestinales se confirmó cuando los investigadores trasplantaron el contenido de los intestinos de ratones del estudio a ratones normales criados en un ambiente libre de gérmenes, y por tanto sin microbiota propia. Los ratones que recibieron bacterias de donantes que producían linfotoxina ganaron peso rápidamente. Los que recibieron bacterias de ratones que carecían de linfotoxina ganaron mucho menos peso durante cerca de tres semanas, hasta que su propio sistema inmunitario comenzó a normalizar la mezcla bacteriana.
Los autores del estudio constataron en los experimentos que el paso desde una dieta normal a una dieta rica en grasas iniciaba en los animales una serie de cambios relacionados. En primer lugar, alteraba el equilibrio de los microbios en el sistema digestivo. Estos cambios en la microbiota alteraban la respuesta inmunitaria, lo cual luego introducía más cambios a la comunidad microbiana intestinal.
Los resultados de la investigación sugieren que puede ser posible averiguar cómo regular estos microbios de maneras que puedan ayudar a prevenir enfermedades relacionadas con la obesidad. Parece factible inhibir algunos efectos nocivos importantes del sobrepeso y de la obesidad mediante la estrategia de regular la microbiota intestinal y quizá también ajustar la reacción inmunitaria.
Sin embargo, tal como advierten los autores del estudio, habiendo más de 500 cepas diferentes de bacterias presentes en los intestinos, y teniendo en cuenta las diferencias entre el ratón y el Ser Humano, antes de intentar desarrollar cualquier tratamiento antibacteriano contra la obesidad habrá que cerciorarse de cuáles son los microbios específicos que promueven el aumento de peso y cuáles son las reacciones exactas del cuerpo humano que favorecen la proliferación de tales microbios.