- La UOC también impulsa un ensayo de estimulación magnética transcraneal para mejorar la memoria de los pacientes
- Es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente después del Alzheimer
- Cuando se manifiestan los temblores, la enfermedad ya ha afectado a la mitad de las neuronas del movimiento
Los investigadores buscan un fármaco que permita frenar el avance de la enfermedad de Parkinson: la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente después del Alzheimer con más de 300.000 enfermos en España. Coincidiendo con el Día Internacional del Parkinson, que se celebra el 11 de abril, los expertos señalan que la mejora de la calidad de vida de las personas afectadas depende del diagnóstico precoz: «Cuando la enfermedad da la cara con las primeras manifestaciones de temblores o falta de memoria ya ha eliminado la mitad de las neuronas afectadas», apunta el referente mundial en enfermedades neurodegenerativas, Jaume Kulisevsky, profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC.
El equipo de investigadores de la UOC, liderado por el mismo Kulisevsky e integrado en un grupo de científicos del Hospital de Sant Pau, tiene dos líneas de investigación enfocadas a mejorar la calidad de vida de los enfermos y aliviar los trastornos cognitivos que provoca la enfermedad. Por un lado, desarrollan un nuevo fármaco y, por el otro, impulsan un ensayo con pacientes empleando la estimulación magnética transcraneal, que debe conseguir mejoras importantes en aspectos cognitivos como la memoria.
El Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa relacionada sobre todo con la edad. En su proceso, elimina progresivamente una serie de grupos de neuronas. Cuando estas neuronas mueren, generan temblor, lentitud o rigidez y tienen también consecuencias en la memoria y en otros aspectos que afectan al raciocinio. No es una enfermedad mortal pero tiene una incidencia alta: cada año, se diagnostican 18 casos por cada 100.000 personas y la ratio aumenta a partir de los 40 años hasta el punto de que el 30% de la población de más de ochenta años tiene Parkinson.
Entre un 5 y un 10% de los casos tiene origen genético
Lo más habitual es que la enfermedad empiece a partir de los 55 o 60 años pero hay casos de gente joven. «Hemos detectado pacientes de menos de 40 años. La posibilidad de que la enfermedad tenga causas genéticas aumenta. Hay un gen responsable del “Parkinson familiar”», señala el investigador de la UOC, que destaca que el avance de los estudios de genética ha ayudado a establecer esta correlación. Según Kulisevsky, entre un 5% y un 10% de los casos tiene origen genético.
Hay factores de riesgo que precipitan el desarrollo de la enfermedad (por ejemplo, los pesticidas) y factores protectores (consumo de café y fruta o llevar una vida saludable). «Actualmente consideramos que responde a diferentes causas: predisposición genética y factores ambientales. Seguramente, el Parkinson es una manera de enfermar del cerebro producida por diferentes causas, pero que se expresan de una misma manera», sentencia Kulisevsky.
Investigación para mejorar la calidad de vida
Las afectaciones cognitivas del Parkinson, entre las que se engloban el aprendizaje, el razonamiento o la memoria, son tanto o más graves que las del Alzheimer. La UOC, en colaboración con el CIBERNED del Hospital Carlos III de Madrid, desarrolla un fármaco que podría detener estos síntomas, que «son los que más estrés provocan en el cuidador y el enfermo». El fármaco podría estar listo para iniciar la fase experimental a finales de 2017.
Por otra parte, investigadores de la UOC y del Hospital de Sant Pau evalúan si la estimulación magnética craneal mejora las capacidades motoras y los síntomas cognitivos y neuropsiquiátricos asociados a la enfermedad. Hasta ahora esta técnica se ha aplicado principalmente a enfermos con depresión. La UOC, sin embargo, ha decidido utilizarla de forma pionera en enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson, para intentar que las personas que las padecen mejoren su calidad de vida y puedan vivir más años en mejores condiciones. Se prevé que la fase de ensayo del estudio empiece el último trimestre de este año. De momento el equipo de investigación ha definido la escala que permite medir el impacto de la enfermedad en la capacidad cognitiva del enfermo. Varios laboratorios internacionales ya la utilizan como guía.
A estas investigaciones se suman otras líneas de investigación internacionales. Mientras llega la fórmula de tratamiento definitiva, varios estudios buscan cómo evitar la muerte de las neuronas o, al menos, que la proteína (alfasinucleina) que se manifiesta de forma anormal, y genera la muerte neuronal, no sea tan tóxica. En esta línea, se trabaja para desarrollar una vacuna que proteja la neurona del impacto de la proteína enferma. Asimismo, también se estudia cómo rebajar los efectos secundarios de algunos fármacos comunes como la levodopa.
Según Kulisevsky, se está evolucionando mucho en la investigación. «Ahora hay individuos activos durante muchos años y con una buena calidad de vida social y laboral», afirma.
Importancia de la detección precoz
Los investigadores apuntan que el salto en la mejora de la calidad de vida del enfermo se dará cuando se consiga detectar la enfermedad en estadios incipientes. Ahora la diagnosis es «clínica, de sospecha»; «necesitamos no esperar a tener los síntomas sino que deberíamos profundizar en los factores de riesgo». «Los nuevos avances del tratamiento para controlar la enfermedad se producirán a partir de ensayos clínicos con esta población de riesgo», concluye Kulisevsky.