Luchar contra la obesidad mediante la educación nutricional

  • Lo propone el Instituto Danone en unas jornadas impartidas a Médicos de Atención Primaria

CompromisoRSE.com, Noviembre 2010

Expertos del Instituto Danone han impartido una jornada sobre nutrición a médicos de atención primaria, que se ha desarrollado en la Real Academia Nacional de Medicina y que ha pretendido dotarles de herramientas para transmitir hábitos alimentarios saludables a la población, puesto que la prevención es la mejor herramienta ante los trastornos producidos por la obesidad, considerada hoy como una epidemia.

Los expertos del Instituto Danone expusieron cómo desde un punto de vista exclusivamente fisiológico se podría ofrecer una dieta perfecta, pero sería inaplicable, pues a muchas personas les podría recordar al pienso; por ello no es fácil determinar qué es una alimentación adecuada.

Comer para los humanos es más que el acto de alimentarse y, aunque se avise que comer diariamente al menos 600 gramos de frutas y hortalizas reduce en un 31% el riesgo de sufrir enfermedad coronaria isquémica, y alrededor de un 20% el de sufrir un infarto o un cáncer de estómago o esófago, no lograremos cambiar los hábitos alimentarios de la población. Y es que en el acto de elegir lo que comemos afectan múltiples factores que no tienen por qué ser los más adecuados desde un punto de vista funcional, que van desde los gustos, influidos por factores psicológicos y fisiológicos, la historia y la tradición, el clima, la influencia familiar, condicionantes religiosos, de nacionalidad, de disponibilidad de alimentos o del coste de los alimentos.

El cambio en las costumbres alimentarias

Los gustos alimentarios de los españoles evolucionan conforme lo hace la sociedad, en España los cambios más evidentes, como apuntó la Dra. Consuelo López Nomdedéu, profesora de la escuela Nacional de Sanidad, se evidencian en cómo hemos pasado de una alimentación tradicional, basada en productos de temporada, elaborados y consumidos en casa a las comidas informales basadas en alimentos de “servicio” (precocinados o semipreparados), sin horario, con frecuencia fuera de casa y con presencia de muchos alimentos considerados “no esenciales”.

Los factores que provocan el cambio son difícilmente controlables y van desde la incorporación de la mujer al mundo laboral y la no incorporación del hombre a la del hogar, al fenómeno de las personas que viven solas o al envejecimiento de la población, en definitiva el caso de cada individuo es diferente.

La idea transmitida por la Dra. Pilar Cervera, profesora de Nutrición y Dietética de la Universidad de Barcelona, es que unos buenos hábitos alimentarios no pueden imponerse y una buena nutrición no debe basarse en una dieta exacta y estricta, basta con que sea suficiente (y no excesiva), equilibrada (55% de hidratos de carbono, 30% de grasas y 15% de proteínas), variada (conteniendo alimentos de todos los grupos) y adecuada. La ponente se apresura a añadir que cualquier dieta debe adaptarse a los gustos, las costumbres, las creencias y las posibilidades de cada individuo, ya que comer no debe ser solo nutrirse.

«Unos buenos hábitos alimentarios no pueden imponerse y una buena nutrición no debe basarse en una dieta exacta y estricta, basta con que sea suficiente (y no excesiva), equilibrada (55% de hidratos de carbono, 30% de grasas y 15% de proteínas), variada (conteniendo alimentos de todos los grupos) y adecuada.»

Propuestaa a los profesionales sanitarios y a toda la sociedad

La doctora Ana Sastre, profesora de la UNED y vicepresidenta del Instituto Danone, apuntó cómo los cambios sociales descritos y los hábitos de vida cada vez más sedentarios han provocado que en el mundo occidental uno de cada tres niños sea obeso, así como lo es casi un 30% de los adolescentes, personas que por su obesidad cada vez desarrollan a una edad más joven enfermedades crónicas cardiovasculares o diabetes. Pero los tratamientos basados en dietas de restricción alimentaria tienen consecuencias psicológicas como depresión, irritabilidad, trastornos del sueño, alteraciones del humor, obsesiones con el alimento y hasta accesos bulímicos que acaban en el bien conocido alto número de fracasos.

La propuesta a los profesionales sanitarios y a toda la sociedad, como dejó claro el profesor Abel Mariné, profesor de Nutrición y Bromatología de la Universidad de Barcelona, pasa por una adecuada educación alimentaria, en la que deben estar implicados todos los estamentos sociales, la escuela, las administraciones, los medios de comunicación, la industria y los profesionales sanitarios y en la que participen activamente los sujetos.

Estos esfuerzos se plasman en programas de educación nutricional, que aspiran a generar actitudes y conductas alimentarias positivas para la salud, al tiempo que tratan de generar hábitos de vida saludable, una alternativa con más éxito que las dietas restrictivas. El problema es que estos programas necesitan tiempo, continuidad y refuerzos permanentes para tener efecto.