- Cómo sobrevivir a las vacaciones sin engordar y sin privarse de ninguna comida
Expansion, Julio 2011
La palabra verano desencadena en nuestro cerebro una sucesión de asociaciones: la canción fácil y machacona, el bañador, los kilos de más… y este año también la dieta Dukan.
Pero no hay que dejarse engañar: “La operación bikini se paga caro y adelgazar deprisa provoca el efecto yoyó. La comida está para disfrutarla y no hay que prohibirla, sino saber utilizarla”, subraya la doctora Susana Monereo, jefa de la Unidad de Endocrinología y Nutrición del Hospital de Getafe, de Madrid.
El mensaje es claro, pero la realidad se empeña en demostrar que las cosas no son tan sencillas, y nada más elocuente que los datos de obesidad: el 23% de los adultos es obeso y el 40% tiene sobrepeso. Y las cifras van en aumento, sin que nada pueda detenerlas.
Miramos lo que hacían nuestros abuelos para buscar el antídoto del veneno del estilo de vida actual, pero “es inviable volver al pasado. Los médicos nos hemos equivocado predicando las bondades de las costumbres de antes.
Por eso, vamos a aprovechar lo bueno que nos ofrecen los adelantos para promover hábitos saludables”, anima la doctora. Y el verano supone una oportunidad extraordinara para cambiar el chip.
Lo primero es movernos. Los expertos alertan de que la actividad física ha caído de una forma espectacular. Según Monereo, “todos nos sentimos culpables de no movernos pero no encontramos el momento para hacerlo. Sin embargo, contamos con dispositivos (videojuegos y consolas) para utilizar en casa y con los que bastan 10 minutos de ejercicios para obtener un beneficio”.
El doctor Carlos de Teresa, del Centro Andaluz de Medicina del Deporte, advierte de que “hay que disfrutar haciendo ejercicio y no sufrir. Hay que programar la actividad para disfrutar desde el primer día y esto influirá en el estado emocional y también será crucial para adelgazar con éxito”.
Para esto tampoco hay fórmulas mágicas: “Manda el sentido común. Si no hemos hecho ejercicio en mucho tiempo, lo que hay que hacer es acondicionar el aparato locomotor para evitar lesiones y dolores. Caminar es muy bueno para mejorar la condición física, y después, cuando se coge forma, hay que alternar las caminatas con carreras suaves y con la bicicleta”.
Claro que si nos movemos más que de costumbre, y encima con calor, tenemos que beber para contrarrestar el líquido que perdemos con el sudor. Lo mejor es una cerveza bien fresquita, o una sangría, unas bebidas que no contempla la dieta de moda, pero sí el sentido común: “Se puede tomar cerveza pero sin alcohol, sangría con poco alcohol y mucha fruta y refrescos sin azúcar”, dice la endocrinóloga.
¿Y para comer? Pues más de lo mismo: sentido común. Con el calor las necesidades energéticas son menores (por ejemplo, la temperatura corporal se mantiene sin necesidad de calorías extras), “y es el momento ideal para comer ensaladas (sin pasarse con el aceite), verduras, cremas ligeras y frutas”.
Ninguna promesa acompaña a estas recomendaciones, salvo la garantía de que incorporándolas a nuestro estilo de vida, será más fácil ganarle la batalla a la báscula.
La guerra a la obesidad compromete a toda la sociedad: desde la industria alimentaria y los restaurantes, a las autoridades sanitarias, empresas e industria de ocio, según el Manifiesto para una Vida Saludable, un documento presentado hace poco en el I Foro de Estilo de Vida Saludable.
El deporte reduce el absentismo laboral
Es la conclusión de un estudio de la Cátedra Sanitas Wellbeing de la Universidad Europea de Madrid. Según el informe, la práctica del ejercicio físico en el ámbito empresarial incrementa los niveles de fuerza muscular y reduce las posibilidades de padecer trastornos músculo-esqueléticos, una de las principales causas de absentismo y bajas laborales.
De hecho, entre el 60% y el 90% de la población española sufre dolor lumbar en algún momento de su vida. Además, practicar deporte con frecuencia aumenta la capacidad cardiovascular y, en consecuencia, la calidad de vida de las personas.
Por si fuera poco, ayuda a reducir los niveles de colesterol y triglicéridos en sangre. De hecho, entre los participantes del estudio el colesterol ha disminuído en un 15%.
Los resultados de la investigación de la cátedra marcan una pauta clara: los trabajadores que practican deporte con regularidad gozan de una mejor salud. Esto tiene una consecuencia directa en el entorno laboral: el bienestar físico de un trabajador es favorable para que pueda trabajar en mejores condiciones.
Decálogo para no engordar estas vacaciones
- Hay que comer de todo, pero en la cantidad justa. Lo mejor es tomar alimentos a la plancha, con poco aceite y no abusar de fritos.
- En vacaciones se aparca el trabajo y el estrés, pero no la fruta o las verduras. Las ensaladas son prácticas y sanas para tomar en verano.
- Es difícil seguir unos horarios en vacaciones, pero no imposible. Debe intentar no saltarse comidas (sobre todo el desayuno) y no picotear.
- Aunque esté saboreando el mejor de los manjares, coma despacio. Masticar bien los alimentos es clave para una buena digestión y evitar la obesidad. Aproveche que en verano se come en compañía de la familia o los amigos para alargar la comida. En vacaciones no hay prisa.
- La ansiedad que provoca el estrés está asociada a comer compulsivamente. Intente olvidarse de los problemas y no recurrir a la comida para aliviar tensiones.
- Los milagros no existen. Ni siquiera en verano. Huya de dietas mágicas para perder peso antes de enfundarse el bañador. Si quiere seguir un régimen, póngase en manos de un especialista.
- Dormir lo suficiente (al menos siete u ocho horas diarias) es básico para encontrarse bien y no engordar.
- Hacer deporte es, durante todo el año, un método eficaz para mantener la báscula a raya. En verano se puede caminar, nadar, practicar deportes acuáticos… Dispone de más actividades deportivas y más tiempo.
- Cuidado con el tabaco y el alcohol. Además de sus efectos tóxicos puede favorecer la subida de peso.
- Las mujeres embarazadas deben cuidarse más. La malnutrición o la sobrealimentación favorecen el desarrollo de la obesidad y enfermedades metabólicas.
Autor: N. Serrano/ A. Gómez