Antibióticos en los alimentos, una asignatura pendiente

Infosalud

La aparición de los antibióticos revolucionó el mundo de la medicina, y contribuyó de forma determinante a aumentar la esperanza de vida. Sin embargo, hay también sombras. El recurso excesivo de antibióticos ha provocado la aparición de bacterias resistentes que amenazan nuestra vida y la de los animales. Es un problema conocido que sigue sin resolverse. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) publica en el último número de su revista OCU-Salud un estudio en el que se constata que siguen existiendo restos de antibióticos en alimentos de origen animal.

Los antibióticos han mejorado la calidad de vida y han ganado la batalla contra muchas enfermedades potencialmente mortales. Estos fármacos se usan no sólo en medicina humana, sino también en veterinaria, o incluso en la agricultura… El recurso masivo y, a menudo irreflexivo, a los antibióticos, ha contribuido en gran medida a acelerar el mecanismo de aparición natural de resistencias en las bacterias, y la consecuencia de esto es que algunas enfermedades que se creía que estaban ya controladas vuelven a cobrar fuerza, y que algunas infecciones son cada vez más difíciles de tratar. La presencia de antibióticos en alimentos es un problema conocido. La OCU, en colaboración con las organizaciones europeas de consumidores que integran Conseur, ha realizado un estudio en cuatro países (Bélgica, España, Italia y Portugal), rastreando la presencia de antibióticos en miel, gambas, huevos y carne de cerdo. Su objetivo era ver en qué medida los restos de estas sustancias en los alimentos indican un uso ilegal de estos productos.

Antibióticos en la comida ¿por qué?

No se recurre a los antibióticos sólo para tratar enfermedades humanas. También se emplean en la agricultura y la cría de animales:

  • Con fines terapéuticos, para curar animales enfermos. No hay nada que objetar al uso de antibióticos con fines curativos en la medicina veterinaria, siempre que se elija el antibiótico más apropiado para combatir el microorganismo en cuestión y se administre correctamente. Es también muy importante esperar un tiempo suficiente antes de sacrificar a los animales que hayan sido tratados.
  • Para prevenir, ya que al criador le sale más rentable tratar de forma preventiva a su rebaño dándole alimentación que contenga medicamentos, o añadiendo él mismo antibióticos al pienso. Sin embargo, la administración sistemática de antibióticos, a título preventivo, a los animales de carne de consumo resulta inaceptable.
  • Como promotores de crecimiento, algunos antibióticos permiten reducir la cantidad de alimento y favorecen el crecimiento. Esta práctica es también inaceptable.

¿Cual es el problema?

A juicio de la OCU, la primera razón para inquietarse es que los antibióticos usados en la cría intensiva de animales pueden dejar restos en la carne que consumimos, afectando así directamente a la salud del consumidor (algunas sustancias pueden ser tóxicas, provocar reacciones alérgicas, afectar a la flora intestinal…).

También pueden causar daño al entorno: una parte de los antibióticos llega al medio ambiente, destruyendo microorganismos que son necesarios para el crecimiento de algunas plantas.

Y el principal problema es que el abuso de los antibióticos contribuye a la aparición de gérmenes resistentes, que son cada vez más difíciles de combatir.

¿Tiene solución?

El último análisis realizado en el ámbito de los países del grupo Conseur, cuyos resultados se publican en OCU-Salud, muestra una ligera mejora en la situación, pero el problema está lejos de resolverse. Se sigue abusando de antibióticos y otras sustancias similares en la alimentación de los animales. Aunque su uso con fines curativos es lícito, resulta inadmisible emplear estos fármacos a título preventivo, o siguiendo criterios puramente económicos. Para la OCU, los antibióticos sólo podrán seguir salvando vidas si se actúa frente a ellos con mucha más prudencia, tanto en el sector médico como en la industria agroalimentaria. Atajar el problema de la presencia de residuos de antibióticos en los alimentos exige la adopción de soluciones concretas. En este sentido, la OCU y las demás organizaciones del grupo Conseur proponen:

  • Que se pongan los medios para evitar que se produzcan contaminaciones por descuido.
  • Que se realicen más controles en los productos que provienen de países con exigencias de calidad menos rigurosas que las europeas (como pasa con la miel o las gambas de origen asiático).
  • Que se dicte una legislación clara y precisa sobre la administración de antibióticos a los animales enfermos.
  • Que se adopte una legislación más severa sobre el uso de antibióticos con fines no curativos. Es preciso que se prohíba de forma expresa la adición de antibióticos a la comida para favorecer el crecimiento, o a título profiláctico, al tiempo que se imponen unas reglas mínimas que aseguren las buenas prácticas de agricultura y ganadería.
  • Que se generalice para todos los animales de consumo (no sólo para el vacuno, como hasta ahora) la «tarjeta de salud», un documento que recoge los medicamentos administrados, la fecha, la dosis, la razón, etc.
  • Y, por supuesto, que los sistemas de control existentes funcionen como es debido, comprobando regularmente si se están cumpliendo esas leyes.