Ángel Gil Hernández.
Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular. Universidad de Granada
La apreciación general del papel de la nutrición en el mantenimiento de la salud y en el tratamiento de numerosas enfermedades crece continuamente, de forma paralela al conocimiento de los efectos de nutrientes específicos sobre la Biología celular y la Biología molecular.
La piel es un órgano complejo compuesto por varios tipos celulares interdependientes. Los melanocitos de la epidermis son las células responsables de la producción del pigmento melanina que representa una importante pantalla endógena contra los efectos deletéreos de la radiación ultravioleta. Las células de Langerhans son células del sistema inmune que procesan señales antigénicas y comunican esta información a las células linfoides. Finalmente, las células epiteliales escamosas, o queratinocitos, son lugares de biosíntesis de citoquinas importantes en la regulación funcional de las células epidérmicas contiguas y de las células que constituyen el ambiente próximo de la dermis.
Los factores que afectan a la delicada homeostasis existente entre las células de la piel pueden causar trastornos tan diversos como arrugas y pérdidas de pelo, ampollas y exantemas, e incluso tumores. Por ejemplo, la exposición crónica a la luz solar favorece el envejecimiento prematuro, inhibe las respuestas inmunológicas a antígenos ambientales y favorece el desarrollo de diversas neoplasias cutáneas. Por otra parte, la ingestión de varios agentes como fármacos y varios aditivos alimentarios, pueden causar un gran número de erupciones cutáneas, o exantemas. Y varias enfermedades como la diabetes mellitus o el lupus eritematoso, pueden tener también importantes manifestaciones en la piel.
Para el mantenimiento de la estructura y función de la piel una nutrición adecuada resulta fundamental. Así, la hidratación de la piel es absolutamente dependiente de una ingestión de agua suficiente que cubra las necesidades corporales. Además, una dieta que aporte energía, proteínas, vitaminas y minerales en cantidad y calidad adecuadas, es necesaria para asegurar un adecuado suministro de nutrientes a las células de la piel.
Un suministro escaso de agua o una pérdida de agua excesiva por efecto del calor conduce a la aparición de piel reseca. Este mismo efecto puede ocurrir por una ingesta de proteínas deficitaria, o por la existencia de un flujo inadecuado de sangre que asegure el suministro de oxígeno y nutrientes a la piel y elimine los productos del catabolismo de este órgano. En la mayor parte de las ocasiones, dicho efecto se relaciona con un suministro inadecuado de ácido fólico, vitamina B 6 , vitamina B 12 y otras vitaminas del complejo B, así como de hierro y cobre, implicados en la formación de las células sanguíneas. Por otra parte, la deficiencia de ácidos grasos esenciales (ácidos linoleico y a-linolénico) conduce a un aumento en la proliferación de las células de la epidermis, dando lugar a lo que se conoce como piel escamosa, con pérdida muy acusada de la impermeabilidad al agua y formación de queratinocitos anormales.
El exceso de exposición al sol puede causar, además de deshidratación, la formación de numerosos radicales libres que interaccionan con las biomoléculas constituyentes de las células de la piel y particularmente con el DNA, dando lugar a mutaciones que cuando se acumulan pueden desencadenar la aparición de tumores malignos como el melanoma. La defensa frente a los radicales libres depende del buen funcionamiento del sistema de defensa antioxidante del organismo y éste, a su vez, de una ingesta adecuada de nutrientes. Las vitaminas E y C, así como el b-caroteno, el selenio el cinc y el cobre, son esenciales para poder eliminar los radicales libres formados en todas las células del organismo y particularmente
en la piel.
Es necesario destacar el papel de la vitamina C en el mantenimiento de la integridad de la piel. Esta vitamina participa en la biosíntesis del colágeno, a través de la formación del aminoácido hidroxiprolina, que permite y asegura su firmeza y elasticidad.
Aunque determinadas aplicaciones cutáneas de productos cosméticos contribuyen a proteger a la piel de la deshidratación y de la agresión frente a los rayos solares y otros agentes ambientales, sólo una alimentación que proporcione agua en abundancia y que contenga todos los nutrientes esenciales para el organismo permite tener una piel sana, tersa, suave y brillante.