EFE, 28 de Octubre de 2009
Un nuevo fármaco contra la obesidad puede rebajar el peso de una persona en más de 7 kilos en veinte semanas si se toma en su dosis máxima, según un estudio publicado en la revista «The Lancet».
Esa pérdida de peso fue casi tres veces superior a la de los integrantes de un grupo de control a los que se administró un placebo y un 50 por ciento más que los que se sometieron a otro tratamiento rival muy popular, conocido por la marca Xenical.
El fármaco en cuestión, llamado liraglútido, es el primero de un nuevo tipo de agentes contra la obesidad que imitan la acción de una hormona presente en el aparato digestivo y que reduce el hambre.
Los expertos que han examinado ese agente elogian su «gran potencial» dado que reduce también los factores de riesgo de la diabetes del tipo 2 así como de las enfermedades cardiovasculares.
El problema es que la extrema carestía del medicamento -alrededor de 550 euros para seis meses en la dosis mínima- podría limitar su uso.
El liraglútido, fabricado por los laboratorios Novo Nordisk, recibió este año la necesaria licencia de las autoridades sanitarias para el tratamiento de la diabetes y las pruebas realizadas hasta ahora indican que tiene pocos efectos secundarios.
En el último estudio participaron 564 pacientes adultos de diecinueve hospitales europeos que tenían un índice de masa corporal superior a 30 y a los que se sometió a una dieta diaria que contenía 500 calorías menos de las que necesitaban, combinada con ejercicios físicos.
A distintos grupos se les administró liraglútido en cuatro dosis diferentes, orlistat, el tratamiento más popular contra la obesidad, o un placebo.
Los que recibieron la máxima dosis de liraglútido perdieron como media 7,2 kilos en veinte semanas en comparación con los 4,1 kilos que perdieron los pacientes a los que se administró orlistat (Xenical) y los 2,8 kilos, entre los que recibieron el placebo.
Según el profesor Arne Astrup, del departamento de Nutrición Humana de la Universidad de Copenhague, que dirigió el estudio, el fármaco en cuestión «imita la acción de una hormona llamada GLP-1, que suelta el intestino delgado después de la ingesta de alimentos».
«Esa hormona le dice al cuerpo que produzca más insulina y al cerebro que deje de comer. Es una hormona de la saciedad que produce el organismo de forma natural, y el único problema es que se elimina por la corriente sanguínea en cuestión de minutos».
«Los laboratorios (Novo Nordisk) le han añadido una molécula que la vuelve más resistente a la eliminación y hace que dure un día», explica el experto, según el cual los efectos secundarios se limitan a náuseas y vómitos en algunos pacientes, algo perfectamente controlable con sólo reducir la dosis.
El profesor Astrup es un asesor a sueldo de la compañía Novo Nordis, lo que podría arrojar dudas sobra la imparcialidad de su juicio, pero es un destacado investigador de la obesidad y su estudio ha sido revisado por otros expertos.
Según el doctor Colin Waine, ex presidente del Foro Nacional contra la Obesidad del Reino Unido, «es, por lo que sé, el primer test con pacientes no diabéticos, y la pérdida de peso es muy significativa. Ese tipo de fármacos tiene un gran potencial tanto para los diabéticos como para los que no lo son».