- El cáncer de mama han sido entre cuatro y siete veces más frecuente en las mujeres norteamericanas que entre las de China o Japón, pero cuando las mujeres asiáticas migran a los Estados Unidos, su riesgo de cáncer de mama aumenta a lo largo de varias generaciones hasta llegar al mismo nivel de las estadounidenses.
El consumo de soja en la infancia podría reducir a la mitad el riesgo de cáncer de mama, según sugiere un estudio del Instituto Nacional del Cáncer de los Estados Unidos que se publica en la revista Cancer Epidemiology, Biomarkers and Prevention. El trabajo muestra que las mujeres con raíces asiáticas que ingirieron mayores cantidades de soja en su infancia tenían un 58 por ciento menos riesgo de cáncer de mama.
Según explica Regina Ziegler, coautora del estudio, la investigación sugiere que existen factores modificables en vez de genéticos responsables de estas inferencias internacionales. El estilo de vida o los factores ambientales siguen sin aclararse y el estudio actual fue diseñado para identificarlos.
El estudio actual se centró en mujeres de descendientes de chinos, japoneses y filipinos que vivían en San Francisco, Oakland, Los Ángeles o Hawai. Los investigadores entrevistaron a 597 mujeres con cáncer de mama y a 966 sanas. Si las mujeres tenían madres que vivían en los Estados Unidos, los investigadores entrevistaban a las madres para determinar la frecuencia en el consumo de soja durante la infancia.
Reducción de riesgo
Los científicos dividieron el consumo de soja en tercios y compararon a los grupos que tomaron más y menos cantidad de este producto. El consumo elevado de soja en la infancia se asoció con un 58 por ciento menos de cáncer de mama. Un nivel elevado de consumo de soja en la adolescencia y los años adultos se asoció con entre un 20 y un 25 por ciento de reducción en el riesgo.
La relación del consumo en la infancia se mantuvo en los tres grupos étnicos y en las distintas localizaciones de estudio, así como en las mujeres con y sin antecedentes familiares de cáncer de mama.
«Debido a que los efectos del consumo de soja en la infancia no pueden explicarse por otras medidas que el estilo de vida asiático durante la infancia o la vida adulta, el consumo temprano de soja podría ser en si mismo protector», señala Larissa Korde, directora del estudio y del personal clínico del área de genética clínica del Instituto Nacional del Cáncer.
Igualmente, el consumo de soja en la infancia se asociaba con un menor riesgo de cáncer de mama en los resultados del estudio, lo que sugiere que el momento del consumo de la soja podría ser especialmente crítico. Aunque se desconoce el mecanismo que subyace a esta asociación, la investigadora sugiere que el consumo temprano de soja podría tener un papel biológico en la prevención del cáncer de mama.
«Las isoflavonas de la soja tienen propiedades estrogénicas que podrían producir cambios en el tejido mamario. Los modelos animales sugieren que la ingestión de soja podría dar lugar a una maduración más temprana del tejido mamario y aumentar la resistencia a los carcinógenos», concluye Korde.
Los investigadores advierten sin embargo que sería prematuro recomendar cambios en la dieta infantil. «Este es el primer estudio en evaluar el consumo de soja en la infancia y el posterior riesgo de cáncer de mama, y este único resultado no es suficiente para una recomendación de salud pública. Los descubrimientos necesitan ser replicados mediante más investigaciones», comenta Ziegler.