Noticias de la ciencia y la tecnologia, 10 de Octubre de 2007.
Un equipo de expertos ha descubierto que un gen puede controlar si los individuos tienden o no a almacenar la grasa. Este hallazgo puede llevar a nuevas formas de lucha contra la obesidad y la diabetes.
De los gusanos a los mamíferos, este gen controla la formación de la grasa. La actividad del gen podría explicar por qué tantas personas se esfuerzan por perder peso. El hallazgo abre una nueva vía para desarrollar tratamientos médicos destinados a combatir la actual epidemia de diabetes y obesidad.
El gen, denominado Adiposo, lo descubrió en la grasa de las moscas de la fruta hace más de 50 años Winifred Doane, entonces una estudiante graduada de la Universidad de Yale, pero pocas personas supieron de su descubrimiento. El mecanismo del gen se desconocía, y su posible importancia para otros genes era un misterio.
En el estudio actual, los investigadores del Centro Médico del Sudoeste, dependiente de la Universidad de Texas, estudiaron cómo funciona el gen Adiposo. Lo hicieron mediante análisis de moscas de la fruta, diminutos gusanos llamados C. elegans, cultivos celulares, y ratones manipulados genéticamente. También se valieron de sofisticadas técnicas moleculares. Manipularon el gen Adiposo en varios animales, aplicando diversos métodos que permitieran o no la expresión del gen en diferentes fases de las vidas de esos organismos y en varias partes de sus cuerpos.
Se descubrió que el gen, también presente en los humanos, es muy probablemente un interruptor general de alto nivel que le dice al cuerpo si debe acumular o quemar la grasa.
Los investigadores encontraron que aumentando la actividad del gen Adiposo en los ratones, se mejoraba la salud de los animales de muchas formas. Eran delgados, tenían células grasas resistentes a la diabetes, y estaban mejor capacitados para el control metabólico de la insulina y del azúcar en la sangre.
Por el contrario, los animales con actividad reducida del gen Adiposo eran más gordos, menos sanos y padecían de diabetes.
En el trabajo con las moscas, los investigadores demostraron que el gen es «sensible a la dosis», es decir, varias combinaciones de las variantes del gen llevan a una gama de tipos de cuerpo que va desde el delgado, pasa por el intermedio y llega al obeso.
Ésta es una buena noticia para quienes sufren de obesidad, ya que sugiere una nueva vía de potenciales tratamientos. Lo mejor es que funciona más como un control de volumen que como un interruptor de la luz; puede incrementarse o disminuirse, y no sólo encenderse o apagarse. El camino a seguir es obvio: desarrollar medicamentos que tengan como objetivo este sistema. Aunque alcanzar esta meta consumirá años de trabajo investigador.
Este mecanismo genético tiene sentido para la supervivencia, porque si una población tiene muchas versiones del gen esparcidas entre muchos individuos diferentes, por lo menos siempre habrá algunos que sobrevivan, aunque los escenarios sean muy distintos. Por ejemplo, una mosca de la fruta gorda puede ser capaz de sobrevivir a una hambruna generalizada, mientras que un ejemplar más delgado puede ser mejor para evadir a los depredadores.