Levante
Felicidades si no se dejó arrastrar por la publicidad y se hizo adicto a la comida rápida/basura. Vive en un país que tiene una dieta que puede calificarse de las mejores del mundo y usted puede disfrutarla. Esto no lo digo yo, lo dicen los expertos en nutrición, internistas, cardiólogos, neurólogos, oncólogos, tanto españoles como del resto del mundo.
Los que vivimos en países ricos, y España lo es, morimos de las enfermedades de las arterias (infarto de miocardio, accidentes vasculares cerebrales) o de cáncer. Estas enfermedades, junto con el envejecimiento parecen relacionarse con las oxidaciones en el organismo y éstas a su vez con la dieta. Lo explicaré mejor.
Para estar vivos, el organismo necesita energía. Se necesita para crecer, moverse, relacionarse, etc. La tomamos de los alimentos. Un cocido, una paella o una manzana para nuestro organismo, nos guste más o menos, no es nada más que una mezcla de grasas, hidratos de carbono (féculas-granos) y proteínas en mayor o menor cantidad. Como necesitamos energía precisamos tomar esos alimentos. Lo obtenemos quemándoles con el oxígeno que nos llega del, aire al respirar. Así podemos vivir.
Pero esas reacciones además de generar energía producen sustancias agresivas con nuestro medio interno: son los llamados radicales libres. Éstas son moléculas inestables que pueden dañar muchas de nuestras estructuras, sobre todo la envoltura grasa de las células del cuerpo, o sus ácidos nucleicos, que forman la clave del código genético.
Nuestro organismo posee sustancias que se oponen a ellos y quizá gracias por eso podemos vivir en torno a cien años. Pero si la producción de radicales libre es excesiva o las sustancias que los limitan son insuficientes, pueden surgir algunas de las enfermedades de las hablamos: cáncer, vasculares, y se favorece el envejecimiento.
Sabemos que nuestra dieta, la llamada mediterránea, nació en Siria y Mesopotamia. Tiene una serie de alimentos básicos que son semejantes en unos treinta países ribereños del Mediterráneo. Los científicos han demostrado que los que la siguen viven más; tienen menos enfermedades de las arterias: infartos de miocardio, accidentes vasculares cerebrales, trastorno de riego en las extremidades inferiores, sufren menos tumores malignos, especialmente el cáncer de colon o de mama Y además es favorable para la hipertensión arterial, la diabetes, la obesidad y la demencia.
Se debe a que es muy rica en sustancias antioxidantes, contiene aceite de oliva, que es una grasa cardiosaludable, en ella abunda la fibra, contiene azúcares complejos, que se absorben de forma lenta, y carece de sustancias tóxicas: es pobre en grasas saturadas, no contiene ácidos grasos trans y no aporta ahumados.
Principales características
La dieta se ha representado como un triángulo, en cuya parte baja, la ancha, se anotan los alimentos que se comían diariamente, los más frecuentes, y en el vértice, los que se tomaban de forma excepcional. En la base estarían las frutas, las verduras, las ensaladas, y también las harinas, en forma de pan, de pasta, de arroz, etc. y las legumbres. Por encima, la grasa, que se tomaba con frecuencia, pero en forma de aceite de oliva. Al ingerirse hace que en el organismo disminuya el colesterol malo y lo que ninguna otra grasa; incrementa el colesterol bueno. Además aporta sustancias antioxidantes que evitan que las proteínas que llevan las grasas se oxiden, y mejora la función de las arterias (favorece que se dilaten ante determinados estímulos, lo que es muy bueno si las forzamos con el ejercicio). También hace que la sangre sea menos coagulable, es decir, que tenga menos tendencia a formar coágulos.
Distribución de alimentos
Mas altos se colocan otros alimentos que se comían con menos frecuencia: leche y derivados, tradicionalmente en forma de quesos y yogures; por encima los pescados y la volatería (pollo). Arriba, las carnes rojas, que se consumían poco, y por encima, la bollería o pastelería, que eran inhabitúales (limitada a festejos), y nunca industriales.
Esta dieta incluía frutos secos, que aunque aportan muchas calorías son cardiosaludables, y un consumo moderado de vino, siempre con la comida (menos de 30 gr/d para el hombre y 20 para la mujer).
A la dieta debía añadirse una sociología particular: eran países no industrializados cuyos habitantes hacían bastante actividad física, vivían en sociedades no competitivas, sin estrés y en muchos casos hacían reposo postprandial, la siesta.
He escrito el artículo en pasado porque nuestros hábitos dietéticos han cambiado. Hay más ciudadanos que hacen comida rápida-basura y la propia cocina tradicional ha modificado sus componentes: Cada vez se toman más lácteos, aunque la moda que sean desnatados; se ha disminuido el consumo de aceite de oliva a favor de otros aceites que son más baratos; se toman alimentos precocinados; se ha incrementado el consumo de carnes rojas, mucha bollería o pastelería industrial y especialidades definidas como delicatessen: patés, etc
Hoy conocemos las ventajas de nuestra dieta, podemos cuantificar sus beneficios y sabemos de forma científica cómo lo consigue. Es más, hemos sido capaces de exportala a países como Estados Unidos. Allí, el consumo de aceite de oliva crece y ellos modifican sus hábitos dietéticos: toman más ensaladas y sus hamburguesas tienen menos grasa saturada.
Ésa es la gran paradoja, a pesar de ello, cada vez la hacemos menos e incluye los alimentos propios de la zona, que eran los más económicos. ¡Los españoles somos tan originales!
Autor: JAIME MERINO
Director del departamento de medicina clínica de la Universidad Miguel Hernández y jefe de servicio del hospital de San Juan.