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Los padres que, aunque bien intencionados, limitan el consumo de grasa en sus niños en aras de una buena salud, pueden estar privando a sus hijos de crecer sin nutrientes esenciales, informaron investigadores.
El estudio de niños con y sin alto colesterol halló que las dietas bajas en grasa, sin supervisión e impuestas por los padres, eran asimismo pobres en zinc y vitamina E, comparadas con las dietas en las que no se restringía la grasa.
El zinc es un mineral esencial para el crecimiento y el desarrollo, y ayuda al sistema inmunitario a luchar contra las enfermedades infecciosas. La vitamina E es una vitamina antioxidante importante, que también puede proteger contra ciertas enfermedades.
«Sin un consejo profesional sobre la nutrición, los padres de los niños pueden, inadvertidamente, restringir en exceso las calorías de la dieta de sus hijos al intentar eliminar las fuentes más conocidas de grasa», escribieron Abha Kaistha, del Centro Médico Columbia-Presbyterian, en Nueva York, y colegas.
En una entrevista con Reuters Health, Sarah C. Couch, coautora del estudio, dijo que investigaciones previas habían demostrado que las dietas bajas en grasa pueden ser seguras para los niños.
Sin embargo, «existen informes clínicos de niños que han tenido trastornos de crecimiento mientras estaban siguiendo sin supervisión una dieta baja en grasa y en calorías», añadió Couch, de la Universidad de Cincinnati, en Ohio.
Muchos alimentos que contienen zinc y vitamina E son también ricos en grasa y en grasa saturada, incluyendo los aceites, la leche, la carne y los huevos, explicaron los investigadores en la edición de noviembre de la revista Archives of Pediatric and Adolescent Medicine.
Los investigadores compararon los diarios de comidas durante tres días de 34 niños con colesterol normal y de 46 con colesterol alto.
Antes de consultar a un especialista en nutrición, los padres de los niños con colesterol alto habían reducido el consumo de grasa a alrededor del 23 por ciento de las calorías diarias y limitado la ingestión de grasa saturada a aproximadamente el ocho por ciento de las calorías diarias.
En comparación, los niños con colesterol normal consumieron 17 por ciento más calorías en total, de las cuales alrededor del 35 por ciento provenían de la grasa y el 13 por ciento de la grasa saturada.
Los niños con colesterol alto también consumieron bastante más azúcar a consecuencia de los mayores aportes de alimentos ricos en carbohidratos, que suelen ser bajos en grasa.
En ambos grupos de niños, cuya edad promedio era de 10 años, los aportes de calcio y folato estuvieron por debajo de las pautas nacionales.
Kaistha y colegas concluyeron que los padres no deberían imponer restricciones dietéticas a los niños, incluso a aquellos que tienen colesterol alto, sin la ayuda de un profesional especialista.
«Se debería recomendar con insistencia a los padres de los niños con un reciente diagnóstico (de colesterol alto) que obtengan los consejos inmediatos de un especialista en dietética diplomado después de recibir el diagnóstico», sugirieron los investigadores.
De forma similar, los investigadores advirtieron a los pediatras que un diagnóstico de colesterol alto y una recomendación a los padres de comenzar a reducir la grasa de la dieta de sus hijos podría dar lugar a deficiencias nutricionales.