Se ha hecho un descubrimiento en el campo de la neurociencia que podría ofrecer una solución duradera para trastornos relacionados con la alimentación, incluyendo muchos casos de obesidad.
Antes se pensaba que todas las células cerebrales asociadas con la regulación del apetito se generaban durante el desarrollo de un embrión en el útero, y por consiguiente su población básica era fija de por vida.
Pero una nueva investigación realizada en la Universidad de East Anglia, Reino Unido ha identificado una población de células capaz de generar nuevas neuronas reguladoras del apetito en el cerebro de roedores jóvenes y también en el de ratones maduros.
NC&T, Mayo 2013
La obesidad ha alcanzado proporciones epidémicas en muchos países del mundo. En la Tierra ya hay 1.400 millones de personas adultas con sobrepeso, y más de 500 millones son obesas. Los problemas de salud asociados incluyen la diabetes tipo 2, enfermedades del corazón, y el cáncer. No menos de 2.800.000 personas fallecen cada año como resultado de tener sobrepeso o ser obesas.
El equipo de Mohammad K. Hajihosseini, de la Escuela de Ciencias Biológicas en la citada universidad, investigó el hipotálamo, una sección del cerebro que regula el ciclo sueño-vigilia, el gasto de energía, el apetito, la sed, la descarga de hormonas, y muchas otras funciones biológicas primordiales. El estudio se enfocó específicamente hacia las células nerviosas que regulan el apetito.
Los investigadores han constatado que una población de células cerebrales llamadas tanicitos presenta una conducta propia de las células madre. Los tanicitos son capaces de agregar nuevas neuronas a la «circuitería» cerebral reguladora del apetito, cuando el ratón ya ha terminado su etapa fetal y ha nacido, e incluso cuando es de edad avanzada.
Hajihosseini cree que, a diferencia de las dietas para luchar contra los kilos de más, el tratamiento que podría derivar de los resultados de la nueva investigación permitiría en el futuro una solución permanente para acabar con la obesidad de una persona. La pérdida o el mal funcionamiento de neuronas en el hipotálamo es a menudo el problema a partir del cual surgen los trastornos asociados con la comida, incluyendo la obesidad.
Aunque hasta muy recientemente se creía que todas las células nerviosas implicadas en el control del apetito se generaban durante el período embrionario y por tanto que los circuitos que controlan el apetito eran fijos, el nuevo estudio, al demostrar que los circuitos neurales reguladores del apetito no se basan en una población que sea fija, abre la esperanza de que a esa población celular se la pueda manipular a conveniencia, en cuanto a cantidad de células, a fin de solucionar o mitigar trastornos en el impulso de comer, tal como cree Hajihosseini.
En la investigación también han trabajado Niels Haan, Timothy Goodman, Alaleh Najdi-Samiei y Christina Stratford, de la Universidad de East Anglia, Ritva Rice de la Universidad de Helsinki en Finlandia, así como Elie El Agha y Saverio Bellusci, de la Universidad de Giessen en Alemania.